Rosario Castellanos - Los engañados

Muchas veces se olvida. En la conversación

amistosa ¿quién dice

más que el nombre y los nombres del amigo?


En la ardua vigilia de la lectura, cuando

la sangre se hace luz, pensamos que la flecha

podría atravesarnos sin herirnos.


Y si empuñamos un instante el cetro

del amor, ya creemos

vencida para siempre a la otra potestad.