Rosario Castellanos
Accidente

Temí... no el gran amor.


Fui inmunizada a tiempo y para siempre con un beso anacrónico

y la entrega ficticia

—capaz de simular hasta el rechazo— y por el juramento, que no es más retórico porque no es más solemne.


No, no temí la pira que me consumiría sino el cerillo mal prendido y esta ampolla que entorpece la mano con que escribo.