Anna Ajmátova

Tú me has inventado...

Tú me has inventado. No existe en el mundo

alguien así. No podría existir.

Ni los médicos curan ni los poetas alivian,

la sombra de un fantasma te perturba día y noche.

Nos encontramos en un año monstruoso,

cuando las fuerzas del mundo se habían agotado,

todo estaba marchito y enlutado por la desgracia,

y solo las tumbas eran frescas.

El talud del Nevá, sin faroles, era negro azabache.

La noche sorda se erguía alrededor, como un muro.

¡Entonces mi voz te llamó!

¡Qué hice! Yo misma aún no lo entiendo.

Y tú llegaste a mí como una estrella conocida,

huyendo del trágico otoño,

hacia aquella casa desolada para siempre,

de donde salió una bandada de poemas incinerados.