Anna Ajmátova

Para Alexander Blok

Llego a casa del poeta.

Un domingo. Precisamente a mediodía.

La estancia es grande y tranquila.

Afuera, en el helado paisaje,


cuelga un sol color frambuesa

sobre cuerdas de humo grisazul.

La mirada escrutadora de mi anfitrión

me envuelve silenciosamente.


Sus ojos son tan serenos

que uno podría perderse eternamente en ellos.

Sé que debo cuidarme

de no devolverle la mirada.


Pero la plática es lo que recuerdo

de aquel domingo a mediodía,

en la amplia casa gris del poeta

cerca de las puertas del Neva.

 Anna Ajmátova [Enero, 1914]