Anna Ajmátova

Primera advertencia

Qué nos importa al fin y al cabo

que todo se convierta en ceniza,

en cuantos precipicios canté

y en cuantos espejos viví.

Que no sea yo sueño ni consuelo

y mucho menos paraíso.

Pero puede ser que con frecuencia

tengas que recordar

el rumor de las líneas sosegadas

y el ojo que oculta en el fondo

aquella corona de flores, punzante y oxidada,

en su tranquilo silencio.

Anna Ajmátova [Moscú, 1963.]