Anna Ajmátova

Crucifixión

No llores por mí, madre,

cuando esté en la tumba.


I


Un coro de ángeles glorificó aquella hora,

la bóveda celeste se disolvió en llamas.

“Padre, ¿por qué me has abandonado?

Madre, te lo ruego, no llores por mí…”


II


María Magdalena se dio un golpe de pecho y sollozó.

Su discípulo amado se quedó inmóvil, con el gesto

petrificado.

Su madre permaneció aparte. Nadie miró dentro

de sus ojos secretos. Ninguno se atrevió.


Anna Ajmátova [1940-43