Antikaria

Antequera

Paula Gámez Jerez, Borja Antonio Bueno Gordillo, IEDA, 2020-21

La situación estratégica de Antequera y la riqueza agrícola de la Vega o Depresión de Antequera explican que a lo largo de su historia haya sido habitada por diferentes pueblos. Hay restos funerarios de los cazadores de la Edad de Bronce (2500 a.n.e.) y, desde el s. VII a.n.e. ha habido un poblamiento constante por iberos, tartesios, fenicios y cartagineses (hay huellas en el Cerro del León del enfrentamiento entre Asdrúbal y las legiones).

Fue llamada por los romanos Antikaria, que viene a significar "la ciudad antigua”, quizá por los dólmenes y por otros restos en los que vieron una señal inequívoca de un poblamiento anterior a ellos. Los musulmanes la llamaron Antiqira, de donde procede el nombre actual. La romanización dotó a la ciudad del urbanismo propio sin destruir del todo algunos aspectos de la vida indígena. Hay escasez de documentos clásicos que citen a la ciudad, pero sí existen datos epigráficos que confirman su existencia y que le conceden a Antikaria la categoría administrativa de municipium; fue importante nudo de comunicaciones con Malaca, Corduba e Hispalis a través de bifurcaciones de la via Augusta. Su máximo esplendor urbano coincide con el mandato de Augusto.

De los restos que se pueden visitar en el entorno de Antequera destacan las necrópolis, tanto en torno a los dos centros urbanos de población de la época, Singilia Barba y Antikaria, como a los núcleos rurales dispersos que organizaban la explotación y articulación del territorio. En el ager de Antikaria hay varias: La Quinta, Los Dólmenes, la Carnicería de los Moros, la Huerta del Ciprés, la Villa de la Estación y El Castillo.

Dólmenes de Antequera

El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera es Patrimonio Mundial de la Unesco desde el año 2016. Está formado por los dólmenes de Menga y de Viera y el tholos de El Romeral y por una serie de yacimientos relacionados con esta necrópolis. Son un conjunto de construcciones megalíticas formadas por varias losas, ortostatos, clavadas en la tierra en posición vertical y una o más losas, a modo de cubierta, apoyadas sobre ellas en posición horizontal:

  • dolmen de Menga: sepulcro de corredor, conforme a la tradición atlántica de dolmen de galería cubierta y un pozo profundo y estrecho en el fondo de la cámara; neolítico, aprox. 3750-3650 a.n.e.

  • dolmen de Viera: orientado hacia el amanecer del sol en los equinoccios, posee una cámara cuadrada al final de los 21 metros de corredor; neolítico, aprox. 3510-3020 a.n.e.

  • tolo de El Romeral: corredor adintelado trapezoide con cámara grande cubierta con cúpula por aproximación de hiladas y otra menor para sacrificios, todo cubierto con un túmulo de 75 m. de dámetro; orientado hacia la sierra de El Torcal y el orto del sol en el mediodía del solsticio de invierno; calcolítico, aprox. 3000-2200 a.n.e.

dolmen de Menga:

entrada e interior


tolo de El Romeral:

exterior

tolo de El Romeral:

cúpula


dolmen de Viera:

corredor e interior

Termas romanas de Santa María

El núcleo urbano de Antikaria se localizaba en el Cerro del Castillo o Alcazaba; por casualidad en el año 1988 se descubrieron unas termas, la primera prueba que confirmaba la existencia de la ciudad.

Las termas romanas estaban edificadas en la ladera este del cerro a base de grandes sillares y piletas recubiertas de mortero hidráulico. Su extensión considerable se extiende desde la plaza de los Escribanos hasta la actual calle Niña de Antequera. Estuvieron en uso público desde el siglo I n.e. hasta el siglo V, con una restauración en el siglo III n.e. Para los romanos el paso por las termas era una exigencia diaria; tanto hombres como mujeres acudían a sus instalaciones para relajarse de sus quehaceres diarios. Al estar financiadas por el emperador o los mandatarios provinciales, normalmente eran gratuitas o su precio era simbólico de modo que hasta los más pobres podían acudir a ellas.

En los restos de la parte central se pueden diferenciar tres piscinas de agua fría, frigidarium, una gran piscina, natatio, y una canalización de unos 11 metros. Todas ellas están recubiertas con opus signinum, un material que consistía en pequeños trozos de tejas partidas y mezcladas con cal que finalmente eran golpeados para aglutinarlos con un pisón. En sus paredes aparecen adheridos bancos y pilastras con decoraciones vegetales. Posiblemente, todo ello estuvo forrado en mármol.

En la zona se ha encontrado un gran mosaico policromo que representa a la divinidad acuática Oceanus caracterizado con pinzas y patas de cangrejo, rodeado de temas geométricos. También se ha excavado una gran habitación que podría ser el vestuario, apodyterium, en el que destaca un mosaico de un delfín con el tridente de Neptuno y una bella crátera caliciforme.

La sala contigua podría ser la palestra, el lugar en que se realizaba el ejercicio físico. En el año 1991 en la zona norte se descubrieron los espacios de agua templada, tepidarium, que preparaban al bañista para la diferencia de temperatura entre el baño frío y la zona de baño caliente, caldarium. También se han descubierto los colectores de las termas y las letrinas, latrinae, lugares para la evacuación.

Todos los restos encontrados hacen pensar que existiría un alfar de terra sigilata en la misma zona.

Efebo

Hallado de forma casual en el cortijo de Las Piletas en 1955. Imita el modelo griego de adolescente joven desnudo portando una corona y con una postura de estilo praxiteliano. Está realizada en bronce con la técnica de fundición en hueco: de unos 150 cm de altura es copia romana de la primera mitad del siglo I n.e.


Efebo de Antequera

Bibliografía


  • Imágenes enlazadas y tomadas de los artículos y páginas web citadas.

Antikaria_Gamez_Jerez_Paula_Bueno_Gordillo_Borja_2021.pdf