La naturaleza nos dio la astrología como ciencia adjunta y aliada de la astronomía.
Johannes Kepler
Anteriormente presentamos algo al respecto de la concepción griega de la temporalidad y el devenir, seguido de una aproximación al concepto y origen de la denominada era de Acuario. Algunos aspectos quedaron pendientes, y justamente al final de este último artículo anotamos: «El lector podrá hacer la cuenta que para completar los doce signos zodiacales, es decir, para completar una revolución completa por medio de la precesión de los equinoccios, se requerirá de 25 776 años, lo que se denomina un año platónico». Ahora ampliamos las explicaciones al respecto de este período de tiempo, grande por cierto, cuando lo comparamos con la duración de la actual época del Holoceno, inicado hace 13 700 años, cuando finalizó la última de las glaciaciones del Pleistoceno, la cuarta, la glaciación Würm, popularmente conocida como el final de la Edad de Hielo. Valga aclarar que esta referencia es totalmente inexacta, porque no se trata del fin de una Edad, sino de una Época, el Pleistoceno, porque en la geocronología científica (correspondiente a la cronoestratigráfica) las Eras se dividen en Períodos, y estos en Épocas, las que finalmente se dividen en Edades.
Con esta introducción, es necesario aclarar que cuando se habla de la era de Acuario no nos estamos refiriendo a ese concepto de era geológica, en las cuales se dividen los Eónes geocronológicos, a su vez constituidos por Períodos, como cuando afirmamos que el eón Fanerozoico está conformado por la eras Paleozoica, Mesozoica y Cenozoica. La era de Acuario, que está iniciándose después de la finalización de la era de Piscis, refiere a la noción de era astrológica, que en la astronomía y en la astrología es un periodo de tiempo que se corresponde con el desplazamiento en 30° de arco del eje terrestre debido al fenómeno de la precesión de los equinoccios. Como doce de estos períodos de tiempo completarían una revolución completa del eje terrestre, se tiene que una era astrológica viene a ser un mes del año platónico o ciclo equinoccial, puesto que transcurridos estos doce meses, o eras astrológicas, se completaría el período que tarda la precesión de la Tierra en dar una vuelta completa de 360°, lo que ocurre en los 25 776 años aproximados que ya hemos mencionado.
En en esta columna Dyeus otiosus compartimos algunas cápsulas sobre temáticas en torno de las creencias, algunas de las cuales revisten cierta importancia en las interpretaciones y la estructuración social y cultural del ser humano, tanto en la Antigüedad como en la actualidad. La astrología representa un sistema de pensamiento que ha sobrevivido a lo largo de varios milenios, pues proviene de culturas autónomas muy anteriores al clasicismo griego que hemos mencionado al inicio, y que data desde las primeras grandes civilizaciones asentadas inicialmente en las regiones premesopotámicas, como es el caso de los antiguos sumerios. Conviene citar en este momento al notable Carl Gustav Jung, quien afirmó que «la astrología representa la suma de todos los conocimientos psicológicos de la antigüedad». En efecto, con los siglos, la antigua astrología pasó de ser una disciplina esotérica, a una mezcla de observaciones matemáticas cuidadosas y un registro de datos que englobaban pensamientos confusos y toda una serie de mentiras piadosas, que llegaron como grandes incógnitas al inicio del período del Renacimiento, el cual marcaría el cambio hacia la Modernidad y el despertar del pensamiento científico. Sin embargo, la astrología también representa uno de los primeros estudios sistemáticos al respecto de la personalidad del ser humano, tratando de explicar de manera objetiva las diferencias que todos los miembros de nuestra especie manifestamos, en virtud de nuestra inteligencia individual (no tanto la colectiva) como de nuestro desarrollo y complejidad sociocultural.
Imagen tomada de gAZeta, editada por Vinicio Barrientos Carles
En cualquiera de los casos, en este proceso de maduración del pensamiento, evolucionando de la visión mágica a la visión de lo que concebimos ahora como el pensamiento científico, amerita mencionar algún comentario del astrónomo y matemático alemán Johannes Kepler, figura clave en la revolución científica que estamos citando, conocido fundamentalmente por sus leyes sobre el movimiento de los planetas en su órbita alrededor del Sol, esto es, el modelo heliocéntrico del Sistema Solar. En su momento, Kepler afirmó: «mamá astronomía de seguro pasaría hambre, si no ganase el pan su hija la astrología», refiriéndose al cúmulo de conocimientos y observaciones que la astrología más antigua le heredó. Por ello le hemos citado en el epígrafe.
Uno de los conceptos que los astrólogos más notables de la antigüedad consideraron clave para comprender el orden celeste, relacionado con los dioses o con la manifestación expresa de un ser creador supremo, regente del mundo en el que el ser humano habita, fue el del año platónico o gran año. Como hemos dicho, corresponde al ciclo completo equinoccial, es decir, al período que tarda la precesión de la Tierra en girar 360°. Conviene recordar que nuestro planeta, al igual que casi todos, posee además de un movimiento de traslación, otros de rotación, precesión y nutación. Para comprender la precesión terrestre de los equinoccios, el cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de la Tierra, conviene pinchar este enlace, que muestra, en la Wikipedia, una animación grafica del mismo, pues esto ayudará mucho más que cien palabras de explicación.
Con este movimiento de precesión de los equinoccios, se tiene que la posición que indica el eje de la Tierra en la esfera celeste se desplaza alrededor del polo de la eclíptica, trazando un cono, que se terminará trazando de forma completa cada 25 776 años, de manera absolutamente similar al bamboleo que hace un trompo en el conocido juego de niños. El valor actual del desplazamiento angular es de aproximadamente 50.291’’ (segundos sexagesimales) por año, lo que viene a ser de 1° cada 71.6 años, como hemos comentado.
Repetimos que, aunque en su momento los astrólogos antiguos consideraron al año platónico como una constante muy importante en la concepción que tenían del cosmos, para la astronomía moderna no tiene casi ninguna importancia. Empero, será de revisar la división en doce meses y repasar el origen de lo que casi todo el mundo contemporáneo occidental conoce, aunque sea como pasatiempo: los signos zodiacales. Muchos mitos y creencias estarán vinculados con estas observaciones de los firmamentos. Finalizamos con una frase de uno de los mayores defensores del pensamiento científico contemporáneo, el renombrado astrónomo, astrofísico, cosmólogo, astrobiólogo, escritor y divulgador científico estadounidense, Carl Edward Sagan:
Llama poderosamente la atención un renovado interés por doctrinas anecdóticas y míticas, tales como la astrología. Es innegable que la amplia aceptación que gozan trasluce una falta de rigor intelectual, así como una grave carencia de escepticismo. Son enteramente filigranas de la ensoñación.
Imágenes tomadas de diversos medios, editadas por Vinicio Barrientos Carles