Revolución

Abrí la puerta del taller y me encontré con una chica morena, alta, guapa. No era el tipo de persona que solía visitar el taller. Normalmente eran camioneros que venían a entregar o llevarse alguna mercancía. O comerciales entre los que no solía haber muchas mujeres dado el sector al que pertenecíamos. La saludé.

- Buenos días. Venía a dejar mi currículum- me contestó.

- ¡Oh! Sí, claro. Yo te lo recojo y se lo entrego al encargado, que justo

ahora estábamos buscando a alguien para ocupar un puesto. Gracias.

- Muchas gracias a ti- me dijo con una sonrisa que inmediatamente

imaginé poder contemplar cada día. – Adiós.

- ¡Suerte!- le dije, mientras se daba la vuelta para marcharse. Me

esforcé para no mirarle el culo. Y no se lo miré.

Entregué el currículum a mi encargado y continué con mis tareas rutinarias. Tenía que ordenar el almacén. En el almacén solía estar yo solo. Pero esa mañana me acompañó la imagen de María. No me abandonaba. María González Muñoz. Inevitablemente había leído su nombre. Pero me tendría que esforzar otra vez para no buscar su perfil en el Facebook. Igual que me había esforzado para no mirar su número de teléfono en el currículum.

Nunca había trabajado con nosotros una chica. Y la posibilidad de que eso cambiara me ilusionaba. Yo siempre me había sentido afín al género femenino y extrañaba la presencia de mujeres en mi lugar de trabajo. Un mundo tan masculinizado me alienaba. Allí solo se hablaba de fútbol, de deportes de motor, de chicas. A mí me gustaban tanto el fútbol como las chicas. Pero tenía otras inquietudes. Principalmente la literatura. Con un poco de suerte María sería lectora y podría compartir con ella conversaciones sobre libros.

- ¡Luis!- escuché. Era mi encargado.- Tráeme dos racores metálicos

de PG21, rápido.

- ¿Qué tal el currículum de la chica?- le pregunté yo.

- ¡Jo! Pues una pasada, la verdad. Es ingeniera, sabe inglés, tiene

experiencia… Pero no la podemos coger.

- ¿Por qué?- pregunté yo, ingenuamente.

- Porque está demasiado buena. Esa me revolucionaría al personal.

- ¿Y teniendo un buen currículum no la vas a coger por ese motivo?

- Hay que pensar en la empresa. No sería bueno para el normal

desarrollo de la actividad.

- ¡Alucinante!- dije yo, indignado, pero lamentando, al mismo tiempo,

que el primer revolucionado hubiera sido yo.


Autor: Ángel Bernabé Muñoz