Discriminación


Me llamaron hace un par de días para citarme hoy, a las diez de la mañana, en las oficinas centrales de la empresa. Estoy atacada, hace demasiado tiempo que no hago una entrevista de trabajo. Creo que se me ha olvidado cómo hacerlo. Quiero deslumbrar al jefe de recursos humanos para que quiera contratarme nada más verme. Las primeras impresiones son las que realmente cuentan, o eso he leído en algún estudio de aquéllos que se publican en las revistas de moda. También dicen que tienes que ir arreglada, pero sin pasarte; que parezcas profesional, pero no desesperada. Mejor me pongo un vestido negro y una americana, unos botines a juego con el bolso y un poco de maquillaje, el justo. Estoy preparada para lo que me echen. Además, con mi vasta experiencia en el sector y mi don de gentes, extraño será que no se quede prendado de mí. Necesito motivarme, se nota.

Me adelanto un poco y llego media hora antes. Me gusta ser hiper puntual, que le vamos a hacer. Entro en el edificio y le digo mi nombre a la recepcionista. Ella me acompaña con la mirada a una sala anexa para que me espere a ser llamada. No consigo descifrar sus ojos, pero llego ver cierta tristeza y desasosiego en ellos. Me pregunto si será por trabajar en esa empresa, o serán imaginaciones mías. Estoy nerviosa, será eso.

Cinco minutos después de la hora acordada, aparece el director de recursos humanos. Es un hombre apuesto, de mediana edad, tiene una sonrisa bonita y parece simpático. Me estrecha la mano y me pide que le siga hasta su despacho.

En todo el trayecto sólo consigo contar dos mujeres, alrededor de los 50, e infinidad de hombres de todas las edades. Algo huele raro. Pero lo vuelvo a achacar a mi nerviosismo.

Nos sentamos uno frente al otro. Él mira mi currículo de arriba abajo y alaba mi experiencia. No puedo evitarlo y sonrío pensando que conseguir ese trabajo será más fácil de lo que me había figurado. Ingenua de mí.

Deja los papeles perfectamente grapados encima de la mesa y me mira fijamente antes de escupir (porque no hay otra palabra que pueda definirlo mejor) una serie de preguntas:

"¿Estás casada? ¿Tienes hijos? ¿Estás pensando en quedarte embarazada en breve?"

No me lo puedo creer. Esas cuestiones no se les plantean a los hombres, nunca.


Autora: Natalia Vila Tordera