Colores


En el primer recuerdo de mi vida veo a mi papá entrando a la casa vestido como uno de los trabajadores que le ayudaban a construir un cobertizo para la finca. Vivimos hace mucho tiempo en el campo, no muy alejados de la ciudad. En el recuerdo, mi papá tenía puesta una camiseta rota y llena de pintura de muchos colores. Los pantalones de índigo estaban igual. Es una imagen que adoro. El estilo de mi papá lo hacía sobresalir de los trabajadores. Se veía muy bonito vestido así. Ahora pienso que es por el gran amor que le tengo. Lo único que no me gustó fue que llegó malhumorado. Mi mamá también lo notó.

Después supe que ese día era domingo, que mi papá tenía un empleo en la ciudad y que mi mamá no estaba trabajando pero contribuía embelleciendo nuestra casa. También le gustaba arreglar el jardín. El caso fue que tan pronto entró mi papá ella lo llamó y se encerraron en la habitación a hablar. Las voces que escuchaba eran tensas. Mi mamá lloraba y se lamentaba porque no conseguía trabajo. Esto no era triste, era descorazonador. Antes de que salieran de la habitación oí un grito de mi papá: “¡¿Qué?!”

Abrieron la puerta y mi mamá salió afanada para el estudio por unas hojas y un lápiz. Mi papá, sonriente, la seguía. No recuerdo nada más de ese incidente. Ahora que tengo doce años y ya no soy una niña, sé que mi mamá había decidido ponerse al frente de la construcción del cobertizo, ordenando los gastos y las labores. Después de eso mis padres se pusieron de acuerdo y fundaron una compañía de construcción. Ahora mi papá en las mañanas hace el desayuno de todos mientras mi mamá me ayuda a levantarme. Luego salimos los tres. Mientras mi papá conduce, mi mamá va dirigiendo las operaciones de la empresa por teléfono hasta que llega a la oficina. Después mi papá me deja en el colegio, y como él es todo un artista, se devuelve para la casa, hace una rica comida y dibuja los edificios que mi mamá construye. Ahora caigo en la cuenta de que nunca más volví a sentir esa tristeza que siguió al primer recuerdo que tengo de mi papá.

Autor : Daniel Fernández Duque