Tema 8: La templanza

1. Contexto antropológico (I): el gobierno de sí.

— Ser dueño de uno mismo…

Hola, soy Germán: las adicciones.

— … para ser constante en el bien y dar sentido a nuestras acciones, proyectos y los acontecimientos que nos ocurren.

2. Contexto antropológico (II): es la persona entera la que se realiza.

— La templanza es un “hábito de la voluntad que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes”.

— La templanza ordena las pasiones que arrastran y nublan la razón. De esta manera, gobierna el apetito concupiscible (la tendencia hacia los estímulos sensibles placenteros de la comida, la bebida y la sexualidad) para que el ser humano no sea esclavo de sus pasiones y tendencias y pueda mantener la consistencia en sus comportamientos.

3. Manifestaciones de la templanza

En relación a la inteligencia: estudiosidad. Orden y sistema para no abusar de la curiosidad o dispersión.

En relación a uno mismo: humildad. Nunca es uno más dueño de sí que cuando se conoce con realismo frente a la falsa modestia y la soberbia. La humildad nos permite confiar razonablemente en nuestras posibilidades y ayuda a integrar todos los deseos de los placeres sensibles al servicio de la verdad que hemos de ir realizando en nuestra vida.

En relación a los demás: honestidad y decoro frente a opulencia y extravagancia. La templanza aquí modera las ganas de llamar la atención y destacar por encima de los demás.

En relación a la dimensión corporal: castidad frente a pudor/puritanismo o desenfreno/exhibicionismo. Aquí la templanza dirige los impulsos, sobre todo los sexuales, para poder integrar la sexualidad en un auténtico proyecto personal y darle sentido.

En relación a la búsqueda del bien: orden. Aquí la templanza establece el orden y hace coherentes los sentimientos, razones y acciones.

4. Razonamientos ético contrarios a la templanza

— La moral hedonista (el criterio de bien es el placer sensible) y las morales eudemonistas (el criterio de bien son diversos objetos materiales).

— Críticas:

o Ponen el criterio de bien en algo externo al individuo (no en su realización) y cabe la posibilidad de que el sujeto juzgue algo como bueno a malo según le “caiga” en ese momento.

o Felicidad subjetiva y placer son criterios particulares, no universales y, por tanto, ni absolutos ni obligatorios.

o Si la razón no vale como criterio, no se explica cómo es que pasamos de preferir un placer por otro mayor posterior.

o Se puede llegar al absurdo, considerando igualmente buenas dos cosas contradictorias (riesgo de amoralidad).

Bibliografía

Agejas, J. A., Parada, J. L. y Oliver, I., La tarea de ser mejor, Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, 2007, 203-225.

Aquino, T. de, Suma de Teología [1266-1273], II-II, cuestiones 141-170.

Pieper, J., Las virtudes fundamentales, Rialp, Madrid, 1997, 175-216.

VVAA, Fortaleza y templanza, número especial de Communio. Revista Católica Internacional, tercera época, 22 (enero-marzo 2000).