El estudio es tu mejor rebeldía

LA REBELDÍA DE ESTUDIAR: UNA PROTESTA INTELIGENTE

Gerardo Castillo Ceballos

Capítulo 10 — El estudio es tu mejor rebeldía

La rebeldía, en general, es oponerse y desobedecer a alguien o algo. Hay rebeldía con causa y rebeldías sin causa, rebeldías civilizadas y rebeldías salvajes. La conducta rebelde se da con la insubordinación, cuando no se acepta depender de otras personas. Hasta los 12 años, el niño no tiene necesidad ni capacidad de ser rebelde. Si desobedece, lo hace porque se le ordena algo que le cuesta o le impide hacer otra cosa que le gusta más, pero se siente feliz dependiendo de los padres.

La rebeldía brota con el despertar de la personalidad, cuando comienza a molestar el depender de los adultos, cuando uno tiene ideas propias y capacidad para criticar las de los demás. Rebelándose, el adolescente intenta afirmar una personalidad insegura que se siente amenazada por todas partes. Su verdadero conflicto no es con sus padres sino consigo mismo.

Las rebeldías de la inseguridad

Antes de los 17 años suelen darse las rebeldías “defensivas”, en las que se diferencian hasta tres tipos: una regresiva, que nace del miedo a actuar y se traduce en una actitud de reclusión en sí mismo (esta es, de hecho, la primera tentación de rebeldía que la persona siente, hacia un modo de vida “pasota”); una agresiva, que es propia de la persona débil, de aquel que no sabiendo soportar la dureza de la vida diaria intenta aliviar su sufrimiento haciendo sufrir a los demás y se expresa de forma violenta; y una transgresiva, que consiste en ir contra las normas de la familia, de la escuela o de la sociedad, bien por egoísmo o por el simple placer de vencerlas. Quienes se rebelan así se limitan a protestar sin dar soluciones. Las rebeldías de la inseguridad son rebeldías egoístas, no responsables, propias de personas que saben qué es lo que no quieren, pero que ignoran qué es lo que quieren.

La rebeldía en función de valores

La rebeldía “positiva” es una rebeldía que se siente como deber más que como derecho. Quien se rebela de este modo lo hace pensando en el bien de los demás y no en sus problemas e intereses particulares. Podría definirse como una rebeldía progresiva, pues es una rebeldía en función de valores, y supone descubrir, aceptar, preferir y comprometerse con ciertos valores. La rebeldía progresiva aparece a partir de los 17 años, en la fase del despertar del mejor yo y la entrega apasionada a ideales nobles. El joven, que anhela la autenticidad, detecta la hipocresía con mucha facilidad y se rebela contra las conductas de los adultos que contradicen los ideales nobles. Los jóvenes de hoy tienen la misión de convertir la sociedad hedonista y materialista en la que están inmersos en una sociedad más humana y habitable, por lo que tienen que estar dispuestos a ir contracorriente sin complejos. En este panorama, paradójicamente, la mejor rebeldía es portarse bien, ser una persona honrada, actuar de acuerdo con principios morales: la libertad responsable, la amistad, la verdad, la justicia, la vida humana, la solidaridad…

La rebeldía de estudiar

La conducta más preocupante de los jóvenes de hoy en día es la falta de rebeldía, el conformismo, el pasotismo. Pero no se puede ser un rebelde auténtico siendo un mal estudiante. Una persona que realiza con frecuencia y día a día su trabajo de estudiar, y que lo hace con amor y espíritu de servicio, es sin duda una persona rebelde. Es rebelde frente a sí mismo (frente a su ignorancia, su pereza, la falta de esfuerzo, los obstáculos…) y también con respecto a un ambiente social frívolo, superficial, en el que no se valora el saber y el ser una persona culta.

El gesto de estudiar en serio, unido al aprendizaje que se logre, es fundamental pues contribuye decisivamente a mejorar la sociedad a la que uno pertenece. Como la rebeldía positiva se ejerce en función de valores, hay que ser consciente que hay valores como la verdad que están siendo silenciados y, por tanto, hay casi un deber moral de buscar la verdad en cada tema de estudio, con empeño y perseverancia, sabiendo que no se obtiene al primer intento. Para realizar este esfuerzo se necesita amor a la verdad y el convencimiento de que la verdad es una realidad que exige y merece ser vivida. El trabajo de estudiar, bien hecho, es una rebeldía positiva frente al rápido envejecimiento de los saberes en una sociedad de cambios acelerados, frente a la manipulación ideológica de los adolescentes y jóvenes, frente a toda una serie de males que reinan en la sociedad actual a causa de la ignorancia, y frente al problema de desempleo.

Resumen: Sorkunde Jáuregui, Gema Mielgo y Patricia Barrenengoa

Reelaboración: Juan Pablo Serra