La literatura religiosa muestra a menudo deformaciones de interpolación, expurgación y traducción. Cuando esos errores han sido producidos intencionalmente caemos en el caso de la alteración de situaciones pretéritas justificada por el “celo” que impone el propio paisaje del historiador. Cuando los errores simplemente se han deslizado por algún otro motivo, quedamos de igual manera a expensas de hechos que solamente las técnicas historiológicas deben dilucidar. (6)
en: « Discusiones Historiológicas », Silo
Capítulo I. Los pasado visto desde el presente, 1. La deformación de la historia mediata
(6) He aquí un caso. En la Encíclica Divino Afflante Spiritu dada por Pío XII se habla de “las dificultades del texto que no han sido resueltas todavía”, con referencia al Libro de Daniel. (...)
El libro de Daniel forma parte de los Ketuvim en el Tanaj (en la Biblia judía).
(Tanaj:1. Torá 2. Nevi'im (libros de los profetas) 3. ketuvim (escritos = hagiógrafos).
En la Biblia cristiana, el libro de Daniel se encuentra entre los libros de los profetas, que contienen los mensajes de los profetas surgidos por visiones e inspiración divina y que fueron escritos por los propios profetas o sus discípulos. Después de Isaías, Jeremías y Ezequiel, Daniel es uno de los "Grandes Profetas".
La autenticidad del libro es más que controvertida desde el punto de vista del historiador. Entre los motivos se encuentran las tres lenguas (hebreo, arameo y griego) en las que se escribió el libro de Daniel, la discutida fecha de composición (siglo VI o II a.C.), las incoherencias en el contenido y la historia, el carácter profético, la elección del vocabulario, los cambios de nombre y la cambiante perspectiva narrativa.
DIVINO AFFLANTE SPIRITU - 1943
El primer documento papal en el que la Iglesia reaccionó a los desafíos del siglo XIX, en particular a la crítica racionalista, es Providentissimus Deus de León XIII de 1893.
En este documento, la Iglesia subraya y defiende la inerrancia de la Sagrada Escritura y sigue reclamando la exégesis tradicional, pero reconoce la importancia de la crítica textual para identificar los errores de los copistas.
La siguiente encíclica papal de 1943, Divino afflante Spiritu de Pío XII, reaccionó a los últimos avances científicos del siglo XX (incluyendo el método histórico-crítico y los descubrimientos arqueológicos, lingüísticos y religioso-históricos) y marcó el comienzo de una nueva era en la interpretación bíblica católica. Inicia así una cautelosa apertura hacia los métodos exegéticos modernos y anima a los estudiosos católicos a comprometerse con los métodos científicos más modernos de investigación bíblica.
El libro de Daniel, como se describe detalladamente en la nota (6), es un ejemplo de distorsión por interpolación (cambios posteriores en el texto).