Dios nos ha creado para ser felices; al llamarnos a la vida nos llama también a la felicidad.
Sería equivocado atribuir a Dios todo lo que nos sucede, como también es equivocado desconocer que, querámoslo o no, Él se encuentra presente en nuestra vida y en nuestra historia.
Muchas veces Dios es rechazado, otras injuriado; a veces maldecido y también condenado al olvido por aquellos que lo dejan abandonado en cualquier rincón del corazón.
Pero en la forma que sea, con amor o indiferencia, con rechazo o con odio, Dios se encuentra presente siempre. A Él nada puede afectarle, pero a nosotros sí nos define la actitud que tomamos ante Él. Muy distinta es la vida con Dios de una vida sin Dios.
La vida con Dios podríamos compararla a un día maravilloso, cuando está presente el sol. Entonces todo se ilumina, los campos, los edificios, la playa, al mar… todo se ve resplandeciente, el mar y el cielo toma un inmenso color azul y hasta los acontecimientos más insignificantes se disfrutan mejor.
La vida sin Dios es como el día sin sol. Todo es más gris, falta esa claridad que da belleza a las cosas y alegría a la vida. Con Dios encontramos siempre lo mejor de la vida. Él está continuamente ofreciéndonos su gracia, su amor y su salvación.Pero podemos afirmar sin temor: “Lo que Dios más quiere es nuestra felicidad, nuestro bien, nuestra salvación”.
JESÚS Y LA FELICIDAD
¿Jesús fue feliz? Nunca lo dijo. Pero habló de felicidad, construyó felicidad, repartió felicidad. Esto sí es un hecho. Está narrado a lo largo y ancho del Evangelio. Todos los que sufrían recibieron consuelo, los pobres la alegría y los enfermos la salud.
El Evangelio es una buena noticia para todos. Si lo abrimos, si lo leemos detenidamente y con espíritu de acogida, es decir, abriendo el corazón a un mensaje dirigido especialmente a cada uno: “Jesús vino por mí, sus palabras las dirigió a mí, todo cuanto hizo fue por mí”, entonces todo toma un colorido diferente, entonces sí es posible encontrar la vena de la felicidad contenida en sus páginas.
En el Evangelio encontramos la Palabra viva de Jesús. Allí se nos manifiesta Jesús como un portador de esperanza, comunicador de una gozo felicidad y gozo profundo e ilimitado. Él nos habló del Reino y nos habló del Cielo.
ACTIVIDAD: Lee con atenciòn y escribe V o F .
( ) Son felices los que comparten lo que tienen, mucho o poco.
( ) Son felices los que viven en paz, sin hacer el mal a nadie, perdonando siempre
( ) Son felices los que viven robando, odiando y maldiciendo a los demàs.
( ) Son felices los avaros, los amargados, los irrespetuosos
( ) Son felices los que hacen la voluntad de Dios, y siempre están en comuniòn con ÈL
( ) Son felices los que ponen su confianza en Dios.
( ) Son felices los desagradecidos , los que abandonan y maltratan a sus padres.