Somalia ha ocupado en los últimos años el primer o segundo lugar en el Índice de Fragilidad de los Estados de la organización Fund for Peace (Fondo para la Paz), que analiza los problemas de los llamados Estados débiles y fallidos.
Cuando los organismos internacionales se reúnen para discutir su situación, como ocurrió en mayo en Londres en la Conferencia sobre Somalia de la ONU, se suele describir a este país como "crónicamente inestable, sin gobierno y amenazado por militantes islamistas, piratas y la hambruna".
Podrían agregarse los ataques con bomba, asesinatos y secuestros que los grupos extremistas llevan a cabo de forma regular.
Pero incluso para los estándares de inseguridad y violencia en Somalia, el ataque con una bomba el pasado 14 de octubre en la capital, Mogadiscio, donde murieron más de 300 personas, dejó al país conmocionado.