Los toros ven en blanco y negro

La Falacia de hoy está muy extendida. No sólo eso: irónicamente, suele mencionarse al desmontar un mito más antiguo aún. Es curioso que, como reacción a una mentira, se elabore otra mentira diferente, pero así ha sucedido en este caso. Por cierto, si no conoces esta serie y piensas que el nombre de “Falacias” es incorrecto porque esa palabra tiene un significado diferente en el DRAE, o bien crees que me las doy de iluminado y nadie cree estas cosas, te pido que leas ladescripción de la serie antes de seguir. En este caso particular tengo que decir que yo me creí la mentira hasta hace relativamente poco tiempo. ¿Cómo vas a saberlo si nadie te lo dice, y sólo oyes la versión incorrecta?

En cualquier caso, seguro que has oído alguna vez la falsedad más antigua de que los toros se ven excitados por el color rojo, y atacan los objetos rojos. No, no es ése el objetivo de este artículo, pues poca gente cree ya en esa mentira. La Falacia de hoy se refiere justamente a la supuesta corrección que lee uno por ahí de esa falsedad: ¡Qué tontería!, se lee a menudo, Los toros no pueden atacar las cosas de color rojo porque los toros (y otros mamíferos, como los perros) ven en blanco y negro.

Mentira.

Esta entrada no será muy larga, porque es relativamente simple desmontar la falsedad. Además, aunque me gusta desmentir las ideas falsas utilizando el razonamiento y mostrando contradicciones internas (para hacer honor al nombre de la serie), en este caso no es posible — voy a limitarme a mostrar por qué lo de que los toros ven en blanco y negro es mentira y cómo ven los toros y otros animales. Aunque no sea un artículo tan elaborado como otros de Falacias, creemos que es útil conocer la verdad del asunto, ya que se repite la mentira tantas veces.

Como probablemente has estudiado en algún momento en clase de biología, la percepción del color se debe a un tipo especial de neuronas en la retina del ojo, denominadas conos (recordarás también, estoy seguro, los bastoncillos que detectan luz incluso cuando su intensidad es muy pequeña). Los conos existen en varias versiones, dependiendo del pigmento que contienen: cuando reciben luz, absorben más luz cuya longitud de onda está cerca de la longitud de onda de su pigmento, y menos luz de la que es diferente.

Dicho de otro modo, cada tipo de cono absorbe luz con un máximo de intensidad en una longitud de onda (un color) distinto. En el ojo humano existen tres tipos de conos, que muy a menudo se dice que responden a la luz azul, verde y roja. Más estrictamente se denominan conos S, M y L, dependiendo de la longitud de onda a la que responden mejor (del inglés Short, Medium and Long). Por cierto, los conos S, en realidad, no tienen su pico de absorción exactamente en el color azul, ni los M en el verde. Pero es que los L no tienen el pico de absorción en el rojo ni de lejos: son sensibles a la luz amarillo-verdosa, con una longitud de onda sólo un poco mayor que los M. Aquí tienes un diagrama de los tres picos de absorción coloreados de la manera “tradicional”, pero recuerda que ese color rojo es bastante engañoso, y debería ser más bien un color “mostaza”:

Crédito: Wikipedia (GPL).

Lo que sí es cierto es que, puesto que el color rojo tiene mayor longitud de onda que cualquiera de los picos de absorción de los conos, el más excitado por el rojo es el tipo de conos L, por lo que son efectivamente los responsables de que seamos capaces de distinguir un rojo de un verde — simplemente recuerda que esto no es porque su máximo de absorción esté en el rojo, ni mucho menos; simplemente son los que más cerca del rojo están de los tres.

En cualquier caso, la idea básica es la siguiente: combinando la intensidad de luz detectada por los tres tipos de conos, nuestro cerebro es capaz de distinguir los colores del arco iris. Puesto que usamos tres células receptoras del color, los seres humanos (salvo los daltónicos, de los que hablaremos en un momento) somos seres tricrómatas.

Un organismo que ve en blanco y negro, por el contrario, se denomina monocrómata, puesto que ve cualquier color como uno solo, o bien porque no tiene conos, o bien porque sólo tiene un tipo de conos, con lo que no puede distinguir unos colores de otros. Durante muchos años se pensó que casi todos los mamíferos –incluidos los perros y las vacas y toros– eran monocrómatas, y de ahí que se extendiera tanto la Falacia de que los toros ven en blanco y negro.

Pero la cuestión es que los toros, los perros y casi todos los mamíferos tienen dos tipos de conos diferentes. Prácticamente todos los mamíferos, por lo tanto, pueden detectar los colores, aunque no exactamente como un ser humano normal, pues no disponen de tres tipos de conos sino sólo de dos: son seres dicrómatas.

Bóvido dicrómata, alias “toro”.

Los mamíferos marinos, como los delfines, las ballenas, las focas, etc., son efectivamente monocrómatas, como se pensaba antes, probablemente porque no tiene mucho sentido ver color cuando estás debajo del agua y por debajo de cierta profundidad todo se ve de un solo color. Otros mamíferos, como nosotros mismos y otros primates, somos tricrómatas. Pero la inmensa mayoría de ellos: gatos, perros, toros, ciervos… son dicrómatas. Es decir, para que te hagas una idea –y que me perdonen los biólogos por la falta de rigor–, la mayor parte de los mamíferos son daltónicos.

Crédito: Quesito y Tostadiño.

Existen distintos tipos de problemas en la visión humana que se engloban bajo el nombre de “daltonismo”, pero el que se parece más a la visión de los toros es lo que se denomina protanopia. Un ojo protánope no tiene los conos L, con lo que no es capaz de distinguir el color rojo del verde. El rojo se ve simplemente como una versión más oscura del verde. Si quieres imaginar cómo ve un toro comparado contigo (¡salvo que seas daltónico, claro!) esto es lo que ves tú al mirar el arco iris:

Y esto es algo parecido a lo que ve un toro:

Bien, vale, los toros no ven el color rojo del capote como lo verías tú, pero de ahí a decir que ven en blanco y negro hay un buen trecho. Lo mismo les sucede a los perros y los gatos, aunque los experimentos realizados con ellos parecen sugerir que su visión se parece más a la de un ser humano con deuteranopia en vez de protanopia, es decir, con falta de conos sensibles al color verde.

Ver el mundo en dos colores, en vez de tres, ni siquiera tiene por qué ser una desventaja en todas las circunstancias. De hecho, en la Segunda Guerra Mundial se observó un fenómeno muy interesante: cuando en un equipo de monitorización de fotografías aéreas se incluía a una persona daltónica, la eficacia en detectar estructuras camufladas aumentaba bastante. La cuestión es que la mayor parte de los camuflajes sacan partido de nuestra visión tricromática, y no tenerla puede hacer, aunque parezca contradictorio, más fácil detectar cosas ocultas.

Por otro lado, estimado lector, tampoco sientas demasiado “orgullo de especie” por ser tricrómata. Ja ja ja, puedes estar diciéndote a ti mismo, esos pobres animales inferiores son sólo dicrómatas mientras que yo soy un poderoso humano tricrómata. Algunos animales son tetracrómatas, es decir, son capaces de detectar cuatro tipos de longitud de onda independientes. Estos animales –que probablemente nos considerarían a nosotros como “daltónicos”– incluyen algunos pájaros, reptiles, anfibios, arácnidos e insectos. Vamos, que ser tricrómata tampoco es nada del otro mundo.