los implantes de silicona pueden explotar en los aviones

La Falacia de hoy, a sugerencia de bandar: Es peligroso viajar en avión con implantes de silicona, porque la disminución de presión puede hacerlos reventar. De hecho, hay alguna versión que dice que esto ha pasado en algún caso.

No recuerdo la primera vez que oí esto, pero sí que fue hace mucho tiempo. Tanto que, si bandar no hubiera sugerido disipar esta falacia, no sé si me hubiera acordado de ella – pero parece seguir vivita y coleando, como casi todas, de modo que ¡al ataque!

Esta entrada no va a ser muy larga, porque la respuesta es sencilla: esto no ha pasado nunca en ningún avión, ni siquiera (que tengamos constancia, al menos) en los casos de despresurización de la cabina. Y hay mucha gente con implantes que viaja en avión, de modo que nos hubiéramos enterado ya. (Por cierto, si sabes de algún caso me comeré mis palabras, pero deja alguna fuente fidedigna).

Pero es que, como veremos, nos hubiéramos enterado de “reventones” en muchísimas otras ocasiones, y no viajando en avión únicamente. Vamos por partes.

La idea de la Falacia es ésta: un implante de silicona se encuentra a presión atmosférica (al nivel del mar, a 1 atmósfera). Su propietaria se embarca en un avión, que sube a gran altitud, y la presión desciende. Como consecuencia, el implante (en algunas versiones) o pequeñas burbujas de aire dentro del implante (en otras) aumentan de volumen y explotan.

No digo que la teoría sea totalmente absurda, pero pensemos un poco: en primer lugar, aunque la disminución de presión, al ser rápida, es algo incómoda, es una disminución muy pequeña. Las cabinas de pasajeros de los aviones están presurizadas. De hecho, parte de la potencia de los motores se emplea en comprimir aire del exterior y meterlo en el aparato.

En teoría, los aviones podrían simplemente mantener 1 atmósfera de presión en el interior todo el viaje, y no notaríamos ninguna diferencia con el suelo. Pero el problema es que, si la diferencia de presión entre dentro y fuera es muy grande, la estructura del avión debe ser muy resistente (y eso es caro y haría a los aviones más pesados). De modo que la presión de cabina se reduce un poco durante el vuelo para que no sea tan distinta del exterior.

Pero, ¿cuánto es “un poco”? Pues bastante poco. Los aviones de pasajeros tienen una presión interior que no pasa del equivalente a estar a 2.500 metros de altitud, no importa lo mucho que suban (suelen volar a unos 10.000 metros). ¿Se nota esta disminución de presión? Pues hombre, algo sí: si has metido una bolsa de patatas o una botella de agua con aire dentro en un avión, se abomban un poco cuando la presión disminuye.

Pero dos detalles: el primero, si los implantes de silicona (que es flexible) sufrieran una descompresión lo suficientemente violenta para reventar, muchísimas otras cosas lo harían antes (cosas que tienen aire dentro y no son tan flexibles). ¡Los aviones serían, al despegar, una cacofonía de pequeñas explosiones!

El segundo detalle: si 2.500 metros de altitud supone una disminución de presión suficiente para el reventón…piensa en la cantidad de lugares (incluyendo ciudades) del mundo que tienen más altitud y mucha gente. Los accidentes serían constantes.

“¡Me encanta esta estación de esquí, cariño! ¡Es verdaderamente….aaAAAAArgh!” (horrible explosión en el pecho).

Por otro lado, el programa de Discovery Channel “Mythbusters” (“Cazadores de Mitos”) realizó la prueba con un implante de silicona: no sólo lo pusieron a la presión de un avión de pasajeros en vuelo, sino a mucha menor presión (no recuerdo cómo de pequeña, pero una barbaridad) y, para cuando consiguieron que el implante explotara, una persona hubiera muerto hace bastantes pascales.

Supongo que la Falacia empezó cuando alguien se preguntó si la disminución de presión haría algo, y de alguna manera se corrió la voz de que podría pasar, o de que había pasado. Si sabes algo de cómo empezó, déjanos un comentario o escribe un correo, por favor…

En cualquier caso: la Falacia de hoy no es totalmente absurda, pero la magnitud de la disminución de presión es demasiado pequeña para que pasen cosas tan espectaculares y, por otro lado, las pruebas realizadas y la realidad de los viajes muestran una total ausencia de explosiones pectorales.