Leyendas Costa Rica

El jinete entre la niebla

Por Johnny Chacón Soto

Ocurrió un domingo de verano de tarde soleada y ventosa, en un tiempo que “duele” pues ya no existe, no obstante, alimenta mi alma con su recuerdo.

La Moravia de las fiestas patronales con sus frescas noches de verano y sus “retretas” en el kiosco. La de los “turnos” en la plaza con aromas a hoja de plátano -con que se techaban los galerones-. La de las “melcochas danzantes” en el Club Unión Deportiva.

La del “toque de queda” a las 9:00 pm para que las novias, con el corazón en la mano, llegaran a temprano a sus casas evitando una severa reprimenda.

El avance del cemento secó la ciénaga, cortó los árboles, acabó potreros y fincas, cambió el clima, las costumbres, y hoy amenaza con secar el Virilla. Pero el Moravia de esta historia vive incólume en mi recuerdo.

Jacinto se había levantado muy alegre aquella mañana de domingo. Había quedado de verse con su novia en los “pollitos” de la plaza, después de misa de cuatro. María, su novia, llegó puntual a la cita luciendo su juvenil belleza; vestía enagua de campana, blusa con manga bombacha y bolerito. Jacinto, no cabía de contento, y de reojo, echaba miraditas a las bien torneadas pantorrillas de su novia y a sus delicados pies que lucían “coquetamente” delicados zapatos blancos de tacón bajo y medias bajas de doblar.

María, a su vez, admiraba el buen porte de Jacinto, quien se había presentado a su amada, luciendo bluyines anchos con ruedo alto doblado, dejando entrever sus lustradas botas. Remataba su atuendo una camisa de cuadros de manga larga y una faja ancha de cuero que había comprado días antes en la talabartería El Caballo Blanco.

Cerca de las cinco de la tarde, cruzaron la calle a la altura del kiosco, entraron al edificio del Club Unión Deportiva; subieron las anchas y pulidas gradas que los llevarían al salón principal. El marcado ritmo y las luces multicolores de la “Wurlitzer”, invitaban a bailar. Los más diestros lucían sus mejores “pasos” sacando brillo al viejo y ya de por si lustroso piso. El tiempo siguió su inexorable marcha al ritmo de “El muñeco de la ciudad”, mambo No.5, Los Marcianos (chachachá), rock Around the Clock de Bill Halley y sus cometas, y, por supuesto, los boleritos para el “cachetito” que bailaban los enamorados.

Cerca de las 7:30 de la noche, abandonaron la pista y se dirigieron a la Cabaña, a disfrutar de un “arreglado” y un delicioso batido. Era la mejor hora, ya que pronto el restaurante se llenaría con la salida de la tanda de seis, que esa noche, exhibía la película Picnic con William Holden y Kim Novak.

Se hacía tarde, el reloj marcaba las 8:15 pm.

Los novios y unos amigos que vivían por el mismo rumbo de María, apresuraron el paso. Se dirigían a la calle de Chileperro. Al pasar cerca del Cementerio, sintieron temor, se comentaba que a esas horas, era común ver los fuegos fatuos (viejas leyendas afirmaban que eran luces pálidas que aparecían durante las noches -en los cementerios – se comentaba que eran las almas de los seres fallecidos). María intentaba una oración en vos baja. Jacinto le daba ánimo; los amigos reían; cosa peor le podría pasar a María si llegaban a casa pasadas las nueve.

Siguieron rumbo al sur y doblaron a la derecha, entrando a la vieja calle de Chileperro; Solo la luna los alumbraba. Avanzaron por el plano y al llegar a la boca de la cuesta. ¡Las condiciones atmosféricas cambiaron de repente! Una densa neblina tornó la noche más oscura y la luna salió huyendo. Fuertes vientos mecían los árboles de las cercas hasta casi tocar el suelo. María estaba muy nerviosa, Jacinto la consolaba y la instaba a apresurar el paso. De pronto, comenzaron a escuchar, a sus espaldas, el ruido que producía los cascos de un caballo al chocar con las piedras del camino; seguido del agonizante mugido de una vaca. María comenzó a llorar mientras alzando la voz imploraba: “Tan fuerte venís, tan fuerte es mi Dios, la Santísima Trinidad me libre de vos”. Jacinto muy nervioso se esforzaba en calmar a María mientras intentaba ver a través de la espesa niebla lo que estaba ocurriendo. En ese instante, la vaca llego a poca distancia de la pareja, hincó sus patas delanteras e inició un espantoso giro con su cabeza dejando entrever sus ojos fuera de órbita que miraban hacia el oscuro objeto de su pánico. Seguidamente, pegó un espantoso bramido. Metros atrás, apareció la silueta fantasmagórica de un jinete flotando entre la niebla. Jacinto no aguantó, se llenó de pánico, tomó a su novia fuertemente de la mano y juntos emprendieron una carrera, que en tiempos normales, fácilmente hubieran ganado las olimpiadas.

Tiempo después, Jacinto comentaba esta historia a sus amigos y les decía: ¡Puede ser que haya ocurrido un fenómeno atmosférico! – O tal vez todo se debió a una falla óptica…al nerviosismo del momento. ¡PERO!… ¿QUÉ ERA LO QUE ASUSTABA A LA VACA?

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