El mito de Prometeo

Mitología Griega: el mito de Prometeo

En la mitología griega, Prometeo era un titán benefactor de la humanidad quién ofendió a los dioses en varias ocasiones, lo que terminó determinado que sufriera uno de los castigos más duros de la Antigua Grecia.

Prometeo encadenado

Después de que los dioses hubieran creado todos los animales, dieron por encargo a Prometeo y Epimeteo que pudieran distribuir entre ellos todas las cualidades que debían tener para que pudiesen sobrevivir y de eso se encargó Epimeteo, aunque Prometeo, llegado el momento, se dedicó a supervisar su trabajo.

Al ver que el hombre estaba desnudo y no tenia defensa posible ni contra la intemperie ni armas naturales, Prometeo quiso robar a Hefestos y a Atenea el fuego y la habilidad mecánica para regalárselos al hombre, y así lo hizo, pero además les dio la oportunidad de emitir sonidos y palabras articuladas, siendo el único de entre los animales de poder honrar a los dioses, pero lo hombres vivían dispersos, por lo que se trató de reunirlos para que fundasen ciudades, pero al carecer del arte de la convivencia, siempre acababan discutiendo y se dispersaban, pereciendo tarde o temprano.

Ante esta situación, el Zeus tuvo que intervenir y envió a Hermes para que éste atrajese a los hombres hacia el respeto mutuo y a la justicia, intentando que estos valores fueran los pilares de una mejor convivencia entre todos los seres humanos.

Prometeo era un titán y según la mitología era un dios creador o salvador de la humanidad, donde siempre trabajó para que los hombres pudieran vivir correctamente en el camino de la evolución espiritual y luchó con todas sus fuerzas para que el hombre se convirtiese en el más perfecto de todos los animales de la tierra, dándoles el albedrío de adorar a los dioses o hacerles por completo caso omiso.

Esto enfureció a Zeus, quien le castigó de una de las maneras más crueles que se recuerdan dentro de la mitología de la Antigua Grecia. El titán rebelde sufriría la ira del dios de dioses, quien con su poder le encadenó a una roca fuertemente para que no pudiera moverse y envió a una enorme águila para que poco a poco y sin cesar, le fuese comiendo el hígado, el cual le crecía nuevamente todas las noches al ser Prometeo inmortal, a base de picotazos certeros (haciendo una clara alegoría de los apetitos del hombre), pero este sufrimiento no duró demasiado porque Hércules acabó salvándolo de aquel castigo ejemplar.

El mito de Prometeo puede ser así de sencillo o más complejo, dependiendo de dónde se busque la información, aunque se han dado casos de que la interpretación sea mucho más profunda e incluso más compleja de explicar en determinados ámbitos.