Una de las particularidades de los sentidos es que dependen unos de otros y colaboran entre sí para una mejor comprensión del mundo circundante, y en particular, del proceso de combinar fragancias y sabores . Quiere decir que los sentidos no sólo posibilitan a los individuos percibir determinadas propiedades del mundo y de los fenómenos que los rodean, sino que también se comunican entre sí posibilitando múltiples y valiosas asociaciones e interconexiones.

Educar en la potencialidad que tienen los alimentos es educar en la participación y en la vida misma. Iniciando el recorrido generativo desde las cotidianas, transitamos las preguntas y las ideas iniciales de los niños, y realizamos una serie de experiencias que involucraron el asombro, e implicaron agudizar el olfato y el gusto, mediados por sus órganos sensoriales, y descubrir cómo ellos trabajan de manera cooperativa.

Comprender cómo percibimos los olores y sabores ¿Cómo llegan las fragancias y gustos al cerebro?, interpretar las funciones de olfativas de la nariz y gustativas de la lengua ¿Cómo distingue nuestro cuerpo las sustancias que percibe?, develar las relaciones ocultas que guardan de los sentidos ¿Cómo cambia el sabor si no percibimos el olor?

Por último adentrarnos en la realidad de que el cuerpo siente, en toda su extensión, diversas propiedades de los cuerpos y de los materiales. Recurrir a las manos como lupas de la piel, capaces de dilucidar misterios y crear nuevos mundos.