Los 7 dolores
y Su Triunfo
Primer Dolor
La Profecía de Simeón
Manuscritos de la Divina Voluntad
Sierva de Dios Luisa Piccarreta
El Reino del FIAT Divino
Los 7 dolores
y Su Triunfo
Primer Dolor
La Profecía de Simeón
Manuscritos de la Divina Voluntad
Sierva de Dios Luisa Piccarreta
JESÚS, 💫 GIRO CON MI ALMA REPITIENDO TU VIDA Y HACIENDO MÍOS TUS ACTOS Y LOS DEL CORAZÓN INMACULADO TRASPASADO DE MARÍA, CON LOS 7 DOLORES Y SU TRIUNFO
Los 7 dolores del
Inmaculado Corazón Traspasado de María
y Su Triunfo
Primer Dolor
La Profecía de Simeón
Libro de Cielo
De los Escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 6-133 (6) Septiembre 17, 1905"Todos pueden participar en los méritos y en los bienes que fructificaron de los dolores de mi Madre...
La aflicción que causó a su tierno corazón, la profecía del anciano Simeón cuando le dijo: “una espada traspasará tu alma”.
Jesús
El Reino del FIAT DivinoCita Bíblica
Lc 2, 34- 35
34. “Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción”
35. “¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”
La Reina del Cielo
en el Reino de la Divina VoluntadVisita Celestial del Día 22“El Fiat Divino la llama al heroísmo del sacrificio de ofrecer al niñito Jesús para la salvación del género humano”
“… Ahora, habiendo llegado el término de los cuarenta días, el querido niño, más que nunca ahogado en su amor, quiso obedecer a la ley y presentarse al templo para ofrecerse por la salvación de cada uno. Era la Divina Voluntad que nos llamaba al gran sacrificio, y nosotros pronto obedecimos. Hija mía, este Fiat Divino cuando encuentra la prontitud en hacer lo que Él quiere, pone a disposición de la criatura su fuerza divina, su santidad, su potencia creadora de multiplicar aquel acto, aquel sacrificio por todos y por cada uno, pone en aquel sacrificio la monedita de valor infinito, con la cual se puede pagar y satisfacer por todos.
Ahora, era la primera vez que tu Mamá y san José salíamos juntos con el pequeño Jesús, toda la Creación reconoció a su Creador y se sintieron honrados en tenerlo en medio a ellos, y poniéndose en actitud de fiesta nos acompañaron a lo largo del camino. Llegados al templo nos postramos y adoramos a la Majestad Suprema, y después lo pusimos en brazos del sacerdote, que era Simeón, el cual lo ofreció al Eterno Padre por la salvación de todos, y mientras lo ofrecía, inspirado por Dios reconoció al Verbo Divino, y exultando de inmensa alegría adoró y agradeció al querido niño, y después del ofrecimiento profetizó y predijo todos mis dolores. ¡Oh! cómo el Fiat Supremo dolorosamente hizo sentir a mi materno corazón, con sonido vibrante, la fatal tragedia de todas las penas que habría de sufrir mi Hijo Divino. Cada palabra era espada cortante que me atravesaba, pero lo que más me traspasó el corazón, fue el oír que este celestial infante sería no sólo la salvación, sino también la ruina de muchos y el blanco de las contradicciones. ¡Qué pena! ¡Qué dolor! Si el Querer Divino no me hubiera sostenido habría muerto al instante de puro dolor. En cambio, me dio vida para comenzar a formar en Mí el reino de los dolores en el reino de su misma Divina Voluntad, así que, con el derecho de madre que tenía sobre todos, adquirí también el derecho de Madre y Reina de todos los dolores. ¡Oh! sí, con mis dolores adquirí la monedita para pagar las deudas de mis hijos, y también de los hijos ingratos".
Fiat Divina Voluntad
Libro de Cielo
De los Escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 19-36 (4) Julio 11, 1926“Si conociera que su materno corazón era el refugio, el depósito de todas las penas… no habría dicho siete espadas, sino millones de espadas”
(4) “.. tú debes saber que para formar el Reino de la Redención, aquellos que se distinguieron más en el sufrir, fue mi Mamá, y si bien Ella aparentemente no sufrió ninguna pena que conocieran las otras criaturas, con excepción de mi muerte que fue conocida por todos y que fue para su materno corazón el golpe fatal y más desgarrador, más que cualquier muerte dolorosísima, pero como Ella poseía la unidad de la luz de mi Querer, esta luz llevaba a su corazón traspasado no sólo las siete espadas que dice la Iglesia, sino todas las espadas, las lanzas, los pinchazos de todas las culpas y penas de las criaturas, que martirizaban en modo desgarrador su materno corazón; pero esto es nada, esta luz le llevaba todas mis penas, mis humillaciones, mis aflicciones, mis espinas, mis clavos, las penas más íntimas de mi corazón. El corazón de mi Mamá era el verdadero sol, que mientras se ve sólo luz, esta luz contiene todos los bienes y efectos que recibe y posee la tierra, así que se puede decir que la tierra está encerrada en el sol; así la Soberana Reina, se veía solamente su persona, pero la luz de mi Supremo Querer encerraba en Ella todas las penas posibles e imaginables, y por cuanto más íntimas y desconocidas estas penas, tanto más estimables y más potentes sobre el Corazón Divino para impetrar el suspirado Redentor, y más que luz solar descendían en los corazones de las criaturas para conquistarlas y atarlas en el Reino de la Redención. Así que la Iglesia de las penas de la Celestial Soberana conoce tan poco, que se puede decir que son sólo las penas aparentes, y por eso da el número de siete espadas, pero si conociera que su materno corazón era el refugio, el depósito de todas las penas, que la luz de mi Voluntad todo le llevaba y nada le ahorraba, no habría dicho siete espadas, sino millones de espadas, mucho más que siendo penas íntimas, sólo Dios conoce la intensidad del dolor de ellas, y por eso con derecho fue constituida Reina de los mártires y de todos los dolores; las criaturas saben dar el peso, el valor a las penas externas, pero de las internas no atinan a darles el justo valor. Ahora, para formar en mi Mamá primero el Reino de mi Voluntad y después el de la Redención, no eran necesarias tantas penas, porque no teniendo culpas, la herencia de las penas no era para Ella, su herencia era el Reino de mi Voluntad, pero para dar el reino de la Redención a las criaturas, debió sujetarse a tantas penas, así que los frutos de la Redención fueron madurados en el reino de mi Voluntad poseído por Mí y por mi Mamá. No hay cosa bella, buena y útil que no salga de mi Voluntad. Ahora, unida a la Soberana Reina vino mi Humanidad, Ella quedó escondida en Mí, en mis dolores, en mis penas, por eso poco se conoció de Ella, pero de mi Humanidad fue necesario que se conociera lo que Yo hice, cuánto sufrí y cuánto amé, si nada se conociera no habría podido formar el Reino de la Redención, el conocimiento de mis penas y de mi Amor es imán y estímulo, incitación, luz para atraer a las almas a tomar los remedios, los bienes que en Ella hay; el saber cuánto me cuestan sus culpas, su salvación, es cadena que los ata a Mí e impide nuevas culpas. Si en cambio nada hubieran sabido de mis penas y de mi muerte, no conociendo cuánto me ha costado su salvación, ninguno habría tenido el pensamiento de amarme y de salvar su alma. ¿Ves entonces cuánto es necesario el hacer conocer cuánto ha hecho y sufrido aquél o aquélla que ha formado en sí un bien universal para darlo a los demás?"
Fiat Divina Voluntad
Con los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta
Por los Dolores y Soledad
Al Inmaculado Corazón de María
Libro de Cielo
De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 6-133 (6) Septiembre 17, 1905"Todos pueden participar en los méritos y en los bienes que fructificaron de los dolores de mi Madre...
La aflicción que causó a su tierno corazón, la profecía del anciano Simeón cuando le dijo: “una espada traspasará tu alma”.
Jesús
Reparemos Por el Primer Dolor del
Inmaculado Corazón traspasado de María
de La Profecía de Simeón
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 24De las 4 a las 5 de la tarde“...me veo obligado a detenerme para poner atención a tus dolores tan amargos, y siento que se me rompe el corazón al ver que al mover la cabeza, sientes que las espinas que has tomado de Jesús penetran más y más en ti junto con las punzadas de todos nuestros pecados de pensamiento, y que, penetrándote hasta en los ojos, te hacen derramar lágrimas de sangre. Y mientras lloras, teniendo en los ojos la mirada de Jesús, desfilan ante tu vista todas las ofensas de todas las criaturas. ¡Oh, qué amargura sientes! ¡Qué bien comprendes todo lo que Jesús ha sufrido teniendo en ti sus mismas penas! Pero un dolor no espera al otro; y poniendo atención en tus oídos, te sientes ensordecer por el eco de las voces de las criaturas. Cada especie de voz de criatura, penetra, a través de tus oídos a tu Corazón y te lo traspasan y repites una vez más:
« ¡Hijo, cuánto has sufrido! ».
Desolada Madre mía, ¡cuánto te compadezco! Déjame secar tu rostro bañado de lágrimas y sangre; pero me siento retroceder al verlo amoratado, irreconocible y pálido de una palidez mortal. ¡Ah, comprendo! Son todos los malos tratos que Jesús ha sufrido y que tú has tomado sobre ti, los cuales te hacen sufrir tanto, que al mover tus labios para orar o para emitir suspiros de tu ardiente pecho, sientes tu aliento amarguísimo y tus labios consumidos por causa de la sed de Jesús.
¡Pobre de ti, oh Madre, cuánto te compadezco! Tus dolores crecen cada vez más, mientras parece que se dan la mano unos a otros. Y tomando tus manos entre las mías, veo que están traspasadas por los clavos. Es precisamente en ellas donde sientes el dolor de ver tantos homicidios, traiciones y sacrilegios y todas las malas obras, que hace que se repitan los golpes de martillo, agrandando tus llagas y haciéndolas cada vez más crueles.
¡Cuánto te compadezco! Tú eres la verdadera Madre crucificada, tanto que ni siquiera tus pies quedan sin clavos; más aún, no solamente sientes que te los clavan, sino como que te los arrancan por tantos pasos inicuos y por las almas que se van al infierno, tras las cuales tú corres para que no se precipiten en las llamas infernales.
Crucificada Madre mía, mirándote, compadezco tus dolores, ¡son indescriptibles! Quisiera transformar todo mi ser en lengua, en voz, para compadecerte; pero ante tantos dolores, mis compasiones son nada; por eso, llamo a los ángeles, a la Sacrosanta Trinidad y les ruego que pongan a tu alrededor sus armonías, sus alegrías y sus bellezas, para endulzar y compadecer tus intensos dolores, para que te sostengan en sus brazos y te devuelvan todas tus penas convertidas en amor".
Fiat Divina Voluntad