Decía el escritor japonés Ryunosuke Satoro que individualmente somos una gota; juntos, un océano. Yo también lo creo.
En el contexto docente, sobre todo cuando se trataba de centros grandes, a veces pasaban días y días sin que uno se encontrara cara a cara con algunos compañeros o compañeras.
Hubo un momento en que me propuse que, al menos el día de su cumpleaños, haría lo que fuera por encontrarme con esa persona y desearle lo mejor. Me solía ayudar de tarjetas como las que siguen; siempre intentaba seleccionar alguna de las fotos que más valor tenía para mí. A casi todas les añadía una cita que previamente había archivado en la carpeta de "las preferidas", y que acababa de utilizar en alguna de mis creaciones; ésta solía ser de autores conocidos, salvo la de Navidad, que sí era escrita por mí.
Comparto unas cuantas de las tarjetas que he estado utilizando recientemente, casi todas con cita. Las que no, las he ido acompañando de mensajes personalizados. Hacen un total de 24. Esa cifra simboliza el compañerismo y la armonía.
¿La armonía? ¡Eso mismo! No en vano se ha demostrado que la autorrealización profesional —quiero pensar que el sueño de toda persona dedicada a la docencia— depende del nivel de innovación educativa que se esté implementando en el día a día; pero es que el nivel de innovación yace movido por el clima existente entre el profesorado. Así que todo cuanto se haga por mimar el clima grupal será poco.