A los pequeños les encantan los cuentos.
A los que son un poco más mayores les gusta sentirse importantes
Los trabajos escolares tienen una justificación más allá de la meramente académica.
Si juntamos estas tres afirmaciones y las agitamos en la coctelera de la escuela, podemos encontrarnos con una actividad como la que describimos a continuación:
Los de tercero de primaria hemos trabajado el cuento «el ratón de campo, el ratón de ciudad».
Partiendo del texto hemos redactado nuestro propio cuento.
Juntándolos todos los publicamos en un libro ilustrado.
Más tarde vamos a la clase de niños y niñas de cinco años.
Cada uno de tercero cuenta su cuento a uno de los pequeños.
Y todos contentos: los peques porque han tenido su cuento; los mayores porque han realizado una tarea importante.
Además les dejamos nuestro libro.