LABoratorio

Lo mismo inventamos una marca comercial como Delphiserva, la más importante conservera de delfines del mar muerto; que bautizamos un producto como la tartalenta, deliciosa tartaleta de hojaldre que se rellena a placer y se hornea durante tiempo y tiempo, sin importar que nos olvidemos de ella. Igual que nombramos nuevos deportes como el magdacesto, consistente en encestar papeles de magdalena en canastas pequeñas (también puede ser en papeleras); creamos nombres para especies vegetales absolutamente desconocidas hasta nuestros días como la camomila pepinilla vinagrensis, que puede tomarse en infusión o ideamos nuevas asignaturas como la educación para la espeluznancia o la morfo-fito (y fitipaldis)-zoología para que el próximo gobierno la incorpore al currículo.

Nuestra empresa creativa no tiene límites y así, mientras nos divertimos, no estudiamos analítica perversa sintagmensis.

Bueno, pues una variante de esto consiste en que unos proponen y otros inventan definiciones.