La vida útil de un artefacto es el tiempo de duración estimado que un objeto puede tener, cumpliendo correctamente con la función para el cual ha sido creado.
Destino de los artefactos después de su vida útil
Cuando dejamos de utilizar algún artefacto tecnológico que adquirimos, ya sea por obsoleto o porque se daño y no sabemos qué hacer con ellos, usualmente les damos el mismo tratamiento que a los residuos de origen doméstico, sin considerar que su ciclo de vida no puede terminar en la basura y que pueden resultar útiles en otros escenarios. Estos productos deben devolverse a sus fabricantes para que cada uno de los materiales que los componen sean aprovechados al máximo.
Los computadores, celulares, impresoras, baterías, pilas, bombillas, celulares, televisores, neveras, aires acondicionados entre otros que ya no utilizamos se convierten en residuos tecnológicos, los cuales están compuestos o hechos por materiales que pueden resultar tan valiosos como tóxicos. Algunos de estos componentes son el oro, la plata y el paladio, por ejemplo, los cuales pueden reciclarse y reutilizarse en la elaboración de nuevos aparatos, pero materiales como el plomo, el arsénico, el mercurio, el cromo y el níquel generan un grave impacto ambiental y efectos nocivos sobre la salud humana si no reciben un tratamiento adecuado después de su consumo que les permita ser reciclados de manera sostenible o apropiado.
Una ley internacional obliga a los fabricantes a establecer un sistema de recolección y gestión segura de los residuos de los productos tecnológicos que han puesto en el mercado. Los consumidores, por su parte, debemos entregar los aparatos que no usemos siguiendo las indicaciones del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. En el desarrollo de estas acciones, el Ministerio de Ambiente junto con diferentes empresas fabricantes e importadoras han implementado programas de devolución y recolección de medicamentos y fármacos vencidos, pilas, bombillas, baterías de plomo ácido, envases de plaguicidas, celulares, computadores, impresoras, bombillas, llantas y aceites usados.
Los productos son recolectados a través de mecanismos que, en muchas ocasiones, son impulsados por las empresas que los fabricaron. En algunos puntos de acopio como almacenes de cadena, farmacias e instituciones educativas han sido instalados contenedores en los que pueden ser depositados los aparatos eléctricos y electrónicos en desuso. Asimismo, se han desarrollado campañas y jornadas de recolección en conjuntos residenciales, colegios, instituciones públicas, empresas y universidades.
Una vez regresan a las empresas donde fueron creados, los aparatos son evaluados. En muchas ocasiones se reparan y reutilizan en programas como Computadores para Educar, impulsado por la Presidencia de la República. Si no son reparados, los productos son “desguazados”, esto significa que cada uno de los materiales es separado y reciclado de manera diferente.
Aprendizaje cooperativo: