EL CRISTIANO Y LA GUERRA

“Los primeros cristianos no sólo se negaron a alistarse en el ejército, sino que cuando alguien que ya era soldado aceptaba el cristianismo abandonaba su profesión a cualquier precio. Marcellus era un centurión en la legión lla­mada Trajana. Mientras ocupaba esta posición aceptó el cristianismo y como compartía la creencia de sus compañeros cristianos de que no le era permitido participar en la guerra, abandonó su cargo como dirigente de la legión declarando que se había convertido al cristiano y que no serviría ya más en el ejército. Fue puesto en la cárcel; pero permaneció fiel al cristianismo. ‘No es legal’, dijo, ‘que un cristiano porte armas por cualquier causa terrenal’ y como consecuencia de ello fue condenado a muerte. Casi inmediatamente después, Cassian, que era notario en la misma legión, abandonó su servicio. Firmemente sostuvo la posición de Marcellus y al igual que él fue entregado al verdugo. Martin, de quien tanto habla Sulpicius Severus, fue adiestrado en la profesión de las armas, la cual abandonó al aceptar el cristianismo. Con respecto a Julián el Apóstata, la única razón que encontró que haya dado para su conducta fue esta: ‘Soy cristiano y por lo tanto no puedo pelear’” (Jonathan Dymond, The Early Christians on the Subject of War, London 1823-24, Philadelfia 1892) [“Los Primeros Cristianos sobre el Tema de la Guerra”], Londres 1823-24, Filadelfia 1892).

“Maximiliano, según se relata en las Actas de Ruinart, fue llevado ante el tribunal para ser alistado como soldado. Cuando el procónsul le preguntó su nombre, Maximiliano contestó: ‘Soy cristiano y no puedo pelear.’ Sin embargo, se dio la orden de que fuese alistado, pero él se negó a prestar servicio diciendo que era cristiano. Inmediatamente se le informó que no había ninguna alternativa, o tomaba las armas o sería condenado a muerte. Pero su fidelidad no titubeó. ‘No puedo pelear’, dijo, ‘aunque muera.’ Se mantuvo firme a sus principios y fue entregado al verdugo” (Idem).

Una doctrina fundamental de la primitiva iglesia cristiana

“Estos no eran los sentimientos ni la conducta de personas aisladas que podían estar influenciadas por una opinión individual o por interpretaciones privadas sobre los deberes del cristianismo. Sus principios eran los principios de todo la corporación…. Lactantius, otro de los primeros cristianos, dijo claramente: ‘Nunca puede ser legal que un hombre justo vaya a la guerra.’ A finales del siglo II, Celsus, uno de los opositores del cristianismo, acusó a los cristianos de negarse a portar armas aún en caso de necesidad. Orígenes, el defensor de los cristianos, no intenta negar este hecho, sino que admite su rechazo y lo justifica, porque la guerra es ilegal. Aún después que el cris­tianismo se hubo extendido por casi todo el mundo conocido, Tertuliano, al hablar de una parte de los ejércitos romanos, que incluían más de un tercio de las legiones destacadas en Roma, nos informa claramente que ‘entre ellos no se encontraba ningún cristiano’” (Idem).

Abandonando el principio por la iglesia apos­tatada

“Es pues indiscutible que los cristianos que vivieron en una época más cercana a la de nuestro Salvador creían firmemente que Él prohibió la guerra de manera clara y precisa y profesaban abiertamente esta creencia por la cual estaban dispuestos, y así lo hicieron, a sacrificar sus bienes y sus vidas” (Idem).

Sin embargo, más tarde, los cristianos [nominales] se alistaron como sol­dados. ¿Cuándo? Cuando su fidelidad general al cristianismo mermó, cuando en otros aspectos violaron sus principios, cuando empezaron a ‘tergiversar’ y ‘falsificar’ su palabra, a ‘engañar’, cuando los ‘moralistas cristianos’ los convencieron que podían ‘sentarse a la mesa en un templo dedicado a los ídolos’, cuando los cristianos nominales aceptaron el sacerdocio idólatra. En otras palabras, se hicieron soldados cuando dejaron de ser cristianos.

“Sin embargo, no dejaron de ser fieles en forma repentina. Como cualquier otro tipo de corrupción, ésta se dio gradualmente. En los dos primeros siglos no se ha registrado que hubiese ningún soldado cristiano. En el tercer siglo, cuando el cristianismo estaba ya parcialmente corrompido, era común encon­trar soldados cristianos. Su número crecía en proporción al aumento de la prodigalidad, hasta que por fin, en el cuarto siglo, los cristianos [nominales] entraban al ejército sin titubear. Sin embargo, de vez en cuando se escuchaba la voz de algún anciano pastor de la iglesia que abogaba por la paz, pero a medida que estos hombres, uno tras otro dejaban este mundo, el principio: ‘la guerra es ilegal’ dejó de ser un principio de la iglesia [nominal]” (Idem).

Los primeros cristianos se negaron a entrar en las legiones porque la guerra era contraria a las enseñanzas del Señor. Pero después de tres siglos, la política los llevó a tal punto que abandonaron completamente su antigua posición. Toda la Edad Media da pruebas de cuán infieles se habían tornado a la fe de sus padres. Las guerras y matanzas sin fin de esos siglos y, si se me permite decirlo, hasta los acontecimientos de nuestra reluciente era son una prueba convincente del alejamiento definitivo de las doctrinas de la primitiva iglesia cristiana”. (Escrito de un Primer Ministro inglés sobre “Los Primeros Cristianos y la Guerra” publicado en: “Dresdner Neuesten Nachrichten” 14 de Junio, 1926).

La Iglesia Adventista advertida

“…El mundo es agitado por un espíritu de guerra” (The Review and Herald, 24 de Noviembre, 1904). “Cinco años más tarde, o sea, en el año 1909 los delegados reunidos en la Conferencia General fueron llamados solemne­mente a preparar sus corazones para las circunstancias terribles de lucha y opresión que pronto verían entre los pueblos de la tierra. El mensaje decía: ‘Muy pronto estallarán entre los pueblos luchas y tormentos de una manera tal como no os podéis imaginar ahora’ (Boletín de la Conferencia General, 1909, pág. 57). Cinco años más tarde estalló la gran guerra mundial... Junto a esta miseria entre los pueblos de esta tierra, nos es mostrado por el Espíritu de Profecía otro suceso que tendría lugar al mismo tiempo: “un gran movimiento de reforma entre el pueblo de Dios” (Extraído del Tratado: El Tiempo y La Obra, págs. 10, 11, publicado por la Conferencia General de la Iglesia Adventista después de la Primera Guerra Mundial).

Enceguecida por su apostasía Isaías 8:16; 2 Reyes 19:31.

En medio de la Iglesia Adventista la obra de reforma empezó con los pocos fieles que quedaron firmes en la tempestad, a pesar de que tanto el mensaje como los mensajeros fueron rechazados por la iglesia oficial.

“Entre los adventistas se realizó, después de estallar la guerra, una división. La mayoría quería que la doctrina quedara sin vigor durante la guerra; la otra parte, empero, exigió la santidad del sábado también durante este tiempo. Estas controversias llevaron a la exclusión de la iglesia de los defensores de la antigua fe” (Diario Koelnische Zeitung, edición vespertina, 21 de Sep­tiembre 1915).

Un Movimiento de Reforma

“Cuando la iglesia abandona estas palabras y habla las suyas propias pierde el poder de la Palabra que es la potencia de Dios que salva a todos los que en ella creen. Si esto pasa con los hombres, aunque afirmen ser la iglesia de Cristo o una parte de ella, entonces es tiempo para que los que están unidos a ella recuerden la advertencia: ‘... y a los tales evita’ (2 Tim. 3:5)” (Cita de la revista adventista de EE. UU., Christliche Hausfreund, 12 de Marzo, 1906).

“El amor, la verdad, la fe y todos los elementos esenciales de la verdadera iglesia de Dios quedan con aquellos que salieron del cuerpo que apostató de Dios y estos forman entonces la iglesia de Dios” (Publicado en la Revista Adventista de Norteamérica, 12 de Marzo, 1906).

Desviación dentro del pueblo adventista

“Los hermanos de América han podido estudiar el problema de la guerra, desde el principio, en sus distintas fases. Nosotros hemos tenido que encarar más o menos los mismos problemas que ustedes… en general nuestras pre­guntas eran las mismas que las de ustedes aquí… Ni bien comenzó la guerra en Europa, en América estudiamos cuidadosamente este tema.... Tomamos la posición que cada uno debía actuar de acuerdo a su conciencia en este asunto... Debemos autorizar a cada ciudadano a que tome su posición frente al gobierno de acuerdo con su propia conciencia.... Mientras nosotros no ten­gamos determinados límites y directivas declaradas con relación a nuestra posición ante el gobierno, se debe dejar que cada uno actúe de acuerdo a su conciencia. Los hermanos en América han sostenido el mismo punto de vista moderado y tolerante que tomaron nuestros hermanos en Europa. Hemos seguido el mismo curso que nuestros hermanos en Inglaterra, Francia y otros países” (Presidente de la Asociación General A. G. Daniells, en Friedensau, en Julio, 1920, en Protokoll der Verhandlung mit der Gegenbewegung [Protocolo de la tratativa con el Movimiento opositor], págs 33-38).

Los delegados de la Asociación del sur de Alemania se declaran de acuerdo con el punto de vista de la dirección de la obra referente al servicio militar en la guerra, reconociéndolo como un claro deber de los ciudadanos, según las autoridades instituidas por Dios, según el pasaje 1 Pedro 2:13, 14 y Rom. 13:4, 5, tienen el derecho de exigirlo. La Comisión de la Conferencia General tomó también en cuenta este punto de vista y en su sesión de noviembre de 1915, como respuesta a la consulta de los hermanos dirigentes de Europa, fijó su posición de la manera siguiente: ‘deja a los hermanos de los diversos países del mundo plena libertad de conformarse, en lo futuro, como hasta ahora, con las respectivas determinaciones legales’”. (Revista adventista alemana Zionswaechter, Hamburgo, 6 de Marzo, 1916; ver también Curierul Misionar Bucuresti Nr. 3. 1916. Rumania. Esta resolución fue aprobada y publicada en todos los congresos de Alemania).

Exclusión de los fieles

“Al principio de la guerra había miembros aislados como también en otras partes que por falta de sentimiento de solidaridad o por exageración del mismo no querían prestar servicio en la guerra. Estos comenzaron a difundir en la iglesia por palabra y por escrito sus escrúpulos de conciencia para seducir también a otros a hacer lo mismo. Fueron amonestados por la congregación, pero tuvieron que ser excluidos por aferrarse tenazmente a sus ideas y por poner en peligro la paz interior y exterior...” (E.G. pastor y jefe de la Asociación de la Misión de los Adventistas del Séptimo Sía de Württemberg, Alema­nia, “Stuttgarter Neues Tagblat” de 26 de Septiembre, 1918).

“Al comienzo de la guerra nuestra denominación se dividió en dos partes. Mientras que noventa y ocho por ciento de nuestra membrecía tomó la posición, basada en la Biblia, que era su deber de conciencia defender a la madre patria con armas y esto también en día sábado.... el dos por ciento, sin embargo, no se sometió a esta resolución unánime, y por lo tanto tuvieron que ser excluidos... Falsamente se llaman a sí mismos predicadores y adventistas, pero no lo son, son embusteros....” (Dresdener Neuesten Nachrichten, 12 de Abril, 1918).

Se necesitaba una reforma

“Dios está examinando y probando a su pueblo y muchos no soportarán la prueba de su carácter según el metro de Dios. Muchos deberán hacer una labor minuciosa para superar sus rasgos peculiares de carácter y aparecer sin mancha ni arruga, irreprochables ante Dios y los hombres. Muchos profesos observadores del sábado no beneficiarán en forma especial la causa de Dios o a la iglesia si no se reforman totalmente. Muchos observadores del sábado no son justos ante Dios en lo que se refiere a su posición política. No armoni­zan con la palabra de Dios o con el conjunto de los creyentes que observan el sábado. Sus puntos de vista no están de acuerdo con los principios de nuestra fe. Se ha dado suficiente luz para corregir a todos los que deseen ser corregi­dos. Todos los que todavía conservan sentimientos políticos que no están de acuerdo con el espíritu de la verdad, viven violando los principios del cielo. Por lo tanto, mientras permanezcan en ese estado no pueden poseer el espíritu de libertad y santidad” (Testimonios para la Iglesia, tomo 1, págs. 533, 534).

La mayor y más urgente necesidad entre nosotros es un reavivamiento de la verdadera santidad. Buscar esto debería ser nuestra primera labor… Se puede esperar un reavivamiento solamente como respuesta a la oración” (The Review and Herald, 22 de Marzo, 1887).

Dios llama a un reavivamiento y a una reforma espiritual. A menos que esto se dé, los que son tibios continuarán siendo cada vez más aborrecibles para el Señor hasta que Él se negará a reconocerlos como a sus hijos” (The Review and Herald, 25 de Febrero, 1902).

La esposa se ha tornado infiel

“Considerad fervientemente estas palabras. No diga nadie: ‘Eso no me atañe; soy un cristiano’. ¿Quién dice tal cosa, tú mismo o el que lee el corazón? El mayordomo infiel tenía solemnes responsabilidades que le habían sido confiadas; ante el mundo él aparece como un siervo de Cristo; pero ¡oh! ¡Cuán deplorable para él mismo, y para todos los que se relacionaron con él! ¡Es un mal siervo! Está poniendo en peligro los bienes de su señor. Está enseñando a las almas a pisotear la santa ley de Dios. Él llama a Cristo ‘mi Señor’. Sin embargo dice: ‘Mi Señor se tarda en venir’” (Testimonios para Ministros, pág. 241).

“He visto a nuestro Instructor señalar pretendidas vestiduras de justicia. Al desgarrarlas puso al descubierto la suciedad que cubrían. Luego me dijo: ‘¿No puedes ver de que manera pretenciosa han cubierto su inmundicia y la corrupción de su carácter? ‘¿Qué, pues, la ciudad fiel ha venido a ser una ramera?’ ¡La casa de mi Padre es hecha un lugar de comercio, un lugar de donde se han retirado la gloria y la presencia divinas! Por esta causa hay debilidad y falta la fuerza” (Testimonios Selectos, tomo 5, pág. 114).

El cable cortado

“La iglesia no es ahora el apartado y peculiar pueblo que era cuando los fuegos de la persecución estaban encendidos contra ella. ¡Cuán empañado está el oro! ¡Cuán transmutado el oro fino!” (Primeros Escritos, pág. 228).

“Pero, ¿cuál es el estado de los que profesan ser pueblo de Dios cuando se compara con el de la iglesia primitiva? ¿Dónde están el Espíritu y el poder de Dios que acompañaban entonces a la predicación del Evangelio? ¡Ay, ‘cómo se ha obscurecido el oro! ¡Cómo el buen oro se ha demudado!’ (Lam. 4: 1)” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 82)

Y tú Capernaún [los adventistas del séptimo día] que tenías la gran luz [como privilegio particular] serás arrojada al infierno. Pues si hubieran suce­dido en Sodoma los acontecimientos que sucedieron dentro de tus muros ella [Sodoma] todavía hoy existiría. Pero os digo: El juicio final les será más soportable a los sodomitas que a ti” (The Review and Herald, 1 de Agosto, 1893).

“Los hechos relacionados con la condición real del profeso pueblo de Dios hablan más elocuentemente que su profesión y dejan en evidencia que algún poder ha cortado la cuerda que los tenía anclados a la Roca Eterna y van a la deriva en el mar, sin mapa o compas” (The Review and Herald, 24 de Julio, 1888).

Pesado y hallado demasiado liviano Daniel 5:27.

“serán pesados en esta balanza del santuario; y si su carácter moral y su estado espiritual no corresponden a los beneficios y las bendiciones conferidos a ellos serán hallados faltos” (Testimonios para los Ministros, pág. 459).

“Si sus talentos no han aumentado, si su fruto no es perfecto ante Dios, si su luz se ha vuelto tinieblas, será ciertamente hallada falta” (Testimonios para la Iglesia, pág. 84).

Separación es la consigna

Dios llama a separase del mundo, ¿Obedecerás? ¿Saldrás de entre ellos y permanecerás separado y distinto a ellos? ‘Porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?’ No puedes mezclarte con los mundanos y participar de su espíritu y seguir su ejemplo y al mismo tiempo ser hijo de Dios. El Creador del universo se dirige a ti como un padre afectuoso. Si te separas del mundo y de sus afectos y permaneces libre de su contaminación, escapando a la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia, Dios será tu Padre, te adoptará en su familia y serás su heredero. En lugar del mundo, a cambio de una vida de obediencia, te dará el reino bajo todos los cielos. Te dará un eterno peso de gloria y una vida que es una eternidad duradera” (Testimonios para la Iglesia, tomo 2, pág. 44)

“Lo que han estado casi toda su vida controlados por un espíritu contrario al Espíritu de Dios... permanecerán muy pasivos cuando llegue para todos el tiempo de obrar decididamente. No quieren estar en ninguno de ambos lados. Estuvieron tanto tiempo en el poder de Satanás que parecen estar encegueci­dos y sin inclinación para defender la justicia. Si no toman un camino deter­minado hacia el lado injusto no es porque anhelan lo justo sino porque no se atreven a hacerlo. Dios no se deja burlar. En el tiempo de la lucha flameará la verdadera bandera; entonces los portaestandartes tendrán que ser constan­tes y manifestar su verdadera posición. Entonces será probada la utilidad de cada luchador individual que pelea en pro del bien” (Testimonios para la Iglesia, tomo 3, pág. 272).

“Muchos de los que oyen el mensaje –el mayor número– no dan crédito a la solemne amonestación. Muchos serán hallados desleales a los mandamientos de Dios, que son una prueba del carácter. Los siervos de Dios serán llamados entusiastas. Los ministros aconsejarán al pueblo a no escucharlos. Noé recibió el mismo trato cuando el Espíritu de Dios lo impulsaba a dar el mensaje, ora fuera que los hombres lo oyeran o lo olvidaran. Venga cuando viniere, el advenimiento de Cristo sorprenderá a los falsos maestros que dicen: ‘Paz y seguridad’; ‘todas las cosas permanecen así como, desde el principio’. Así dice la Palabra de la inspiración: ‘Vendrá sobre ellos destrucción de repente’. “El día de Dios vendrá como una trampa sobre los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Viene como el ladrón que merodea. ‘Si el padre de la familia supiese a cuál vela el ladrón había de venir, velaría, y no dejaría minar su casa’. La vigilancia habitual es nuestra única seguridad. Debemos estar siempre, listos, y ese día no nos sorprenderá como un ladrón” (Testimonios para los Ministros, págs. 236, 237).

Le agradaría más al Señor si los tibios que profesan ser religiosos nunca hubieran pronunciado su nombre. Son un peso continuo para aquellos que quieren seguir a Jesús fielmente. Son una piedra de tropiezo para los no creyentes y los ángeles malvados se llenan de gozo y reprochan sarcásticamente a los ángeles de Dios debido a su conducta deshonesta. Los tales son una maldición para la causa local y en el extranjero. Se acercan a Dios con sus labios, pero sus corazones están lejos de Él” (Testimonios para la Iglesia, tomo 1, pág. 188)

“El Testigo Verdadero declara: ‘Conozco tus obras.’ El corazón egoísta y codicioso será probado. Algunos no desean dedicar al Señor una pequeña porción de las ganancias de su tesoro terrenal. Retrocederían horrorizados si debieran hablar acerca de la ganancia principal. ¿Qué han sacrificado por Dios? Nada. Profesan creer que Jesús viene, pero sus obras niegan su fe. Todo individuo actuará según la fe que tiene. Profesos cristianos de corazón falso, Jesús conoce vuestras obras. Él aborrece vuestras ofrendas limitadas y vuestros sacrificios defectuosos” (Spiritual Gifts, tomo 2, págs. 237, 238).

"Yo estoy a tu puerta, y llamo; si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa y cenaré contigo." Ap 3:20 TLA

Dios los Bendiga

Jair Ochoa

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