Estamos en época de lamprea (Petromyzon marinus), uno de los peces más primitivos del planeta. Habita desde hace más de 400 millones de años sin haber sufrido apenas cambios. En 2006 científicos de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo y de la Universidad de Chicago encontraron un fósil de hace 360 millones de años.
Aunque además también es uno de los más curiosos, pues se trata de un pez que no tiene mandíbula (ignato), escamas ni espinas. Su cuerpo es cilíndrico como el de la anguila, aunque no tienen relación, y muy resbaladizo, y en lugar de espinas posee un cartílago que la recorre de un extremo a otro. La parte más llamativa de su anatomía es su boca, similar a una ventosa y llena de dientes en su interior, con la que se agarra a sus presas, peces y mamíferos marinos, para alimentarse chupándoles su sangre. Por ello se la conoce como El vampiro del mar.
Es una especie anádroma. Nace en los ríos en los que permanece hasta los 4-6 años, para migrar luego al mar donde vive unos años ,y de donde regresa cuando alcanza la madurez sexual para desovar y morir.
En la antigüedad ya se consumía. Los romanos la consideraban un manjar, como escribía Plinio en el siglo I: “Cayo Hirio prestó de su piscina, solamente para las cenas triunfales del César, seis mil lampreas, que no quiso vender ni cambiar por ninguna otra mercancía.” En Paseando por la historia podéis leer este relato donde se cuenta como además de ser uno de los pescados más valorados por los romanos, algunos las entrenaban para devorar carne humana, Historia de una cena.
Durante la Edad Media fue muy demandada por nobles y personas de poder, sobre todo en época de vigilia, pues su textura se parece más a la carne de ternera que a la de un pez. A Carlos V en su retiro de Yuste nunca le faltó cerveza, vino y todo tipo de comida, incluidas lampreas, uno de sus platos favoritos. El escritor y gastrónomo gallego Álvaro Cunqueiro afirmaba, basado en datos históricos, que la empanada que comen en una de las imágenes del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago estaba rellena de lamprea.
También habló de sus virtudes afrodisíacas y somníferas: “Pues bien, se admite que la lamprea es afrodisíaca, y se sospecha que ya lo entendían así los romanos, los máximos aficionados a la lamprea que haya habido jamás, aunque seguidos muy de cerca por gallegos, portugueses y bordeleses. Pero también se admite que la lamprea cocida, o mejor un como consomé de lamprea, es somnífero” .
En España se pesca de enero hasta abril en determinadas zonas de Asturias y Galicia, pudiendo encontrarse también en el Ebro, Guadiana y Guadalquivir. Donde más hay es en el curso bajo del Ulla y del Miño. En este último se pesca desde A Guarda, al final de la desembocadura, hasta el embalse de Frieira, ya en Orense. En las orillas del Miño hay una población especialmente unida a la lamprea, Arbo, conocida como Meca da lamprea. Se dice que aquí se pescan los mejores ejemplares porque estos tienen que luchar más para remontar las aguas del río hasta llegar allí, lo que hace que su carne sea más dura y firme. Desde los años sesenta en primavera celebran la famosa Fiesta de la Lamprea. En Padrón y en Pontecesures también se celebran fiestas dedicadas a la lamprea.
Para pescar la lamprea en Arbo usan las pesqueiras, muros oblicuos a la corriente del río, formados por piedras encajadas unas con otras entre los que se colocan los butrones (similares a las nasas) y de los que la lamprea no puede salir una vez que entra. Pertenecen a varias familias, quienes las usan determinados días en base a un derecho que se transmite de padres a hijos desde la propia Edad Media. Las más antiguas datan de la época de los romanos.
Gastronómicamente hablando la lamprea no deja indiferente a nadie, ya que el sabor de su carne es fuerte y duradero, por lo que generalmente o gusta o no gusta. Antes de cocinarla es necesario desangrarla, y luego se puede preparar de muchas maneras: cocida, guisada, en empanada, ahumada, rellena, etc…, aunque la forma más típica es prepararla a la bordelesa cocinándola en su propia sangre.
Como resumen valga lo que en “El libro de la cocina española, gastronomía e historia” de N. Luján y J. Perucho se dice de la lamprea que:”… es otra de las grandes joyas gastronómicas de Galicia, y su aprovechamiento, en cocina, nos viene del tiempo de los emperadores romanos, que la comían deleitándose con morosidad. Su aspecto es horrible y repugnante; pero su carne, exquisita, y la fibra de su contextura –que no su gusto- más parece carne de ternera que pescado”.
Y ya sabéis, si aún no la habéis probado ahora es un buen momento.