La pareja se convirtió en unas de las más admiradas de la época, sus constantes viajes eran un imán para los reporteros gráficos, quienes los perseguían por todas partes. Y entre los exquisitos regalos con los que la agasajaba su marido, se encontraban las mejores joyas.
El 28 de enero de 1908 una española de 17 años, sentada a lomo de un elefante lujosamente enjaezado, hace su entrada en una ciudad del norte de la India. El pueblo entero está en la calle rindiendo un cálido homenaje a la nueva princesa de tez tan blanca como las nieves del Himalaya. Así fue la boda de la andaluza Anita Delgado con el riquísimo Maharajá de Kaphurtala y así empezó una gran historia de amor y ambición alrededor de una joya.Que un personaje tan poderoso económicamente y de tanta influencia como Jagatjit Singh se enamorara de una casi analfabeta bailarina de danza española, como lo era Anita Delgado, es un hecho increíble y bien podría tratarse de un cuento de hadas a no ser porque los acontecimientos históricos así lo reflejan. Existen uniones como la de Rainiero de Mónaco con la actriz Grace Kelly o la de Felipe de Borbón con la periodista Letizia Ortiz, que pueden servir de ejemplos contemporáneos -ellos príncipes y ellas de procederes tan distintos como las artes escénicas o el periodismo-, pero no se pueden comparar dada la formación cultural de Grace o Letizia; en cambio, Anita se hizo reina solo por su gracia andaluza y su belleza según los cánones de la época (los rasgos agitanados, el cuerpo rellenito y el cabello negro, al igual que su tez morena, eran ingredientes más que suficientes para el gusto de un hindú, que aún sin ser de su raza sí la acercaba, eso sí, con un toque exótico).En los días históricos en que el rey Alfonso XIII se casaba con Victoria Eugenia de Battenberg y la nobleza de todo el mundo se daba cita en Madrid, uno de los personajes invitados quedó prendado de la joven bailarina malagueña. El Maharajá de Kapurthala, de 34 años, aunque le doblaba la edad, quiso conocerla, pero cuentan que ella no sólo lo rechazó sino que lo hizo con la vehemencia andaluza. Los acontecimientos se precipitaron y los invitados abandonaron aprisa la capital española debido al atentado terrorista sufrido contra los reyes en la calle Mayor. Jagatjit Singh no se quedó conforme con la respuesta y desde París insistió, pidiéndole en una carta que se casara con él. La joven andaluza viajó entonces a París y de ahí a la India, donde se casó.
El culto a las joyas
Creyéndose "divinos", los maharajás de la India hacían gala de una demostración extravagante de tesoros y posesiones que les hacía vivir en un mundo aparte. Todo, desde la pastilla de jabón más pequeña hasta los grandiosos palacios de mármol, todo era "hecho para el maharajá". Vivían de la tierra y de las inmensas fortunas familiares amasadas durante generaciones a costa de sus súbditos.
En la época del Raj británico, estos príncipes construyeron algunos de los palacios más espectaculares de la India, decorándolos con lo mejor de cada lugar. Los edificios atesoraban carísimas alfombras, delicada porcelana, piezas de jade verde transparente y ámbar rojo y cantidades de marfil. Cartier para las joyas, Louis Vuitton para los artículos de piel y Rolls Royce para los coches, se convirtieron en los proveedores reales favoritos. Sólo comían en vajillas de porcelana de Royal Worcester o Minton y bebían únicamente en cristalerías de Lalique o Baccarat.
Los maharajás fueron también famosos por la ostentación de sus joyas. Les rendían verdadero culto, que era en ellos de naturaleza casi religiosa, pues atribuían a las piedras preciosas una esencia mística provista de inmensos poderes. Algunas de esas piezas databan de la época de los mogoles, quienes las habían regalado a sus favoritas. Otras eran encargadas a las casas más importantes como Cartier, Boucheron, Van Cleef & Arpels y Harry Winston.
El Maharajá de Kapurthala era un hombre culto que hablaba seis lenguas y a quien entusiasmaba la historia. También era un francófilo declarado que sentía fascinación por todo lo francés, desde la literatura hasta el arte, la comida, la moda, las mujeres y la arquitectura. De alguna manera intentó imbuir a Kapurthala de la joie de vivre parisina. Por ejemplo, contrató a algunos de los mejores arquitectos franceses para que construyeran una réplica de Versailles -incluso el personal debía vestir con uniformes franceses del siglo XVII- y encargó a Cartier piezas de joyería que hoy son legendarias.Digna de una reinaEn 1909, Anita acudió con su esposo al palacio de las mujeres, en el centro de la ciudad, para asistir a la puja del cumpleaños, una de las ceremonias consideradas íntimas por la familia. Esa nueva imposición del rajá hizo que la guerra fuera abierta entre el peso de la tradición, que reclamaban sus mujeres, y la voluntad del soberano. La maharaní caminaba erguida, el porte altivo, vestida con un sari que le ocultaba parte del rostro y adornada con las joyas que le había ido regalando el rajá. Llevaba en la frente una espléndida esmeralda en forma de medialuna.
“Como todo se pega con la convivencia, a mí se me contagió la afición que tenía mi marido por esas chucherías y poco a poco me iba haciendo con un joyero de bonitas piezas”, escribiría en su diario. La esmeralda ha sido el último de los regalos, un capricho de Anita, que intuía que las joyas eran su única seguridad. Esta piedra su utilizaba para adornar al elefante más viejo de la cuadra de palacio, a modo de talismán protector, hasta que Anita, al asistir a su primer desfile, se fijó en ella. Iba cosida a un arnés de seda a la altura de los ojos y estaba rodeada de perlas. “Era una pena que un elefante luciese una esmeralda tan hermosa, así que se la pedí al rajá”.
Pero él pensaba que era demasiado grande y tosca para un adorno de mujer. Como quiera que Anita insistió tanto que el maharajá decidió regalársela el día que ella pudiese hablar bien el urdu. La joven se aplicó tanto que pasaba las tardes enteras estudiando en su alcoba. El día de su decimonoveno cumpleaños, el príncipe apareció en las habitaciones de la maharani muy temprano, seguido del viejo tesorero de palacio que portaba una gran bandeja de plata con un paquete. Dentro estaba la codiciada esmeralda.
La magnífica piedra era enorme y con los bordes engarzados en un fino marco de oro: tenía en las esquinas dos pequeños orificios. Con sumo cuidado, Anita le había hecho un boquetito y deslizado un hilillo dorado entre el engarce y la gema, a la altura de los dos ángulos de la luna. De ese modo, una vez peinada y oculto el hilo entre el cabello, la esmeralda resplandecería colgada sobre la frente como si verdaderamente fuese un tocado oriental hecho ex profeso. “Ya puedes decir que has conseguido la luna –le dijo el rajá-, aunque me ha costado trabajo dártela”.
Y es verdad, no había sido fácil. Quitarle la joya al elefante para dársela a Anita había supuesto un desafío a la tradición, un gesto que seguramente provocara cascadas de rumores. Pero lo había hecho adrede, para apoyar a su mujer, a sabiendas de que todo lo que hacía se escudriñaba y comentaba detalladamente en la corte. “¡El rajá le ha regalado la luna del elefante!”. La noticia no había tardado en extenderse. El mensaje subrepticio que conllevaba su decisión quería dejar bien sentado que era capaz de cualquier cosa por su mujer. Más que un regalo, había sido un acto político.Anita, discreta y presente a la vez, le siguió el juego. Para la puja del cumpleaños había cuidado su atuendo y su maquillaje con esmero. Quería estar resplandeciente, porque inconscientemente sabía que ése era su mejor argumento.El finalLa rani malagueña que fue bailarina y vivió durante años en la India dejando atrás su pasado humilde, terminó separándose de su maharajá, quien le prohibió volver su país de adopción y la separó de su hijo. Anita se instaló en París, donde residió en su lujoso apartamento de la Avenida Víctor Hugo y su vida se tornó díscola, viviendo en una sucesión continua de festejos. Años más tarde fue fotografiada con su amante y amigo Ginés Rodríguez, su secretario durante su estancia en la India. Luego de la guerra civil regresó a Madrid, donde fijó su residencia hasta que falleció el 7 de julio de 1962.
Cuarenta y cinco años después, en 2007, ocho magníficas piezas de joyería de estilo art-déco que habían pertenecido a la quinta esposa de Jagatjit Singh, Maharajá de Kapurthala, fueron subastadas en Christie’s. Según palabras de Amin Jaffer, director de Arte Asiático de la célebre casa de subastas, las piezas "unen el espléndido patrocinio indio con la mejor artesanía y diseño europeos". Lo que olvidó aclarar es que la medialuna de esmeralda que se encontraba entre ellas guardaba dentro de sí una triste historia de amor y ambición.
Un hermoso verde noruego
El aderezo de esmeraldas de Noruega es uno de los más bellos de Europa, con ese oscuro, intenso verde que evoca un bosque tropical. Su origen se remonta a Napoleón, con el diseño neo-clásico común para la época.
El propietario original habría sido la emperatriz Josefina y la heredó su nieta Amelia de Leuchtenberg, emperatriz de Brasil. Su hermana Josefina de Leuchtenberg, reina de Suecia –consorte de Oscar I-, la fue a ver a Portugal cuando estaba enferma y Amelia, le regaló la tiara y otras joyas, ya que su única hija había fallecido. De esta manera pasó a formar parte de las joyas de la Corona sueca.
La Reina Sofía de Suecia, de soltera Sofía de Nassau-Weilburg, esposa del rey Oscar II, usaba solo la tiara. En su época el collar tenía siete colgantes y no había pendientes. La princesa heredera Margarita, nacida Connaught, esposa del príncipe Gustavo Adolfo, llevó las esmeraldas de su suegra en la coronación de su primo el rey Jorge V del Reino Unido en 1911. El conjunto fue heredado después por el hijo menor de la reina, el príncipe Carlos, y usado por su esposa, la princesa Ingeborg, de soltera princesa de Dinamarca.
El conjunto de tiara, collar y broche llegó a Noruega como regalo a la princesa heredera Marta (hija de Oscar II de Suecia y esposa de Olav V de Noruega) de parte de sus padres por el nacimiento del heredero del trono, el futuro rey Harald. En aquel momento la princesa Marta recibió las joyas, todas menos uno de los pendientes, y las dos grandes esmeraldas en forma de lágrima fueron reemplazadas por diamantes madreselva y convertidos en pendientes.
Las esmeraldas griegas
Otro hermoso conjunto de verdes lo conforman las esmeraldas reales de Grecia. El aderezo se compone de una tiara de diamantes de gran tamaño con cinco esmeraldascabochon, un par de aretes de gota, un ramillete de corsage y cinco gotas pendientes desmontables. La Reina Ana María usa las gotas pendientes en una cadena de diamantes que heredó de su abuela, la reina Alejandrina de Dinamarca.Probablemente las esmeraldas llegaron a Grecia con la Gran Duquesa Olga Constantinova de Rusia, cuando se casó con el rey Jorge I, pues Rusia era una gran fuente de esmeraldas y los Romanov tenían muchas de las mejores gemas en su poder. La dote de la Gran Duquesa era un cargamento de joyas y piedras, entre las que llevó esmeraldas de distintas formas y tamaños.
Olga de Grecia aparece con sus esmeraldas en el kokoshnik, en el vestido y en el cuello.
La primera portadora conocida de estas piedras fue la Reina Isabel, nacida princesa de Rumania como hija de la Reina María. En la primera foto la reina llevaba una sola esmeraldacabochon, confeccionada entre hojas de diamante, comobandeau. Más tarde fue rehecha como otra bandeau, esta vez con dos otros cabochons, todo puesto en posición vertical sobre una hilera de diamantes collet. La tiara fue rehecha de nuevo, esta vez confeccionada entre diamantes de motivos con forma de E en un marco kokoshnik. La letra “E”, por supuesto, era por "Elizabeth", lo que la convertía y hacía coincidir el adorno de corsage en un diseño único.
Isabel devolvió la tiara y las esmeraldas cuando se separó del rey Jorge II. Éste se las dejó a su hermano el rey Pablo I. Cuando la reina Federica, nacida princesa de Hannover, lució la tiara, el ribete había sido retirado y la joya aumentó. La reina a menudo la usaba como la usaba como un collar, junto con la tiara de diamantes de su suegra, la reina Sofía, nacida princesa de Prusia.
La reina Federica, usando la tiara de collar, el broche y los pendientes
La reina Ana María ha usado las esmeraldas muchas veces, como las celebraciones Pahlavi en Persépolis, la boda de la princesa Alexandra Sayn-Berleburg-Sayn y la boda del príncipe heredero Frederik de Dinamarca.
Las esmeraldas Cambridge
La historia de estas esmeraldas se remonta a principios del siglo XIX, cuando el séptimo hijo del rey Jorge III de Gran Bretaña, Adolfo, Duque de Cambridge, se casó con la princesa Augusta de Hesse, en 1818. Los recién casados visitaron Alemania para su luna de miel y cuando se hallaban en Frankfurt, asistieron casualmente a una lotería para recaudar fondos para una causa benéfica
El príncipe Adolfo y la princesa Augusta adquirieron un billete de la lotería con el fin de ayudar a una causa digna y, para su total asombro, la princesa se convirtió en la afortunada ganadora del primer premio: una caja de 40 grandes esmeraldas. La pareja llegó a Inglaterra después de la luna de miel y la princesa se dedicó confeccionar con sus recientemente adquiridas esmeraldas una serie de diferentes piezas de joyería como collares, pendientes, colgantes…
Después de la muerte de la Duquesa de Cambridge, todas estas piezas de joyería y las esmeraldas sueltas fueron heredadas por su hija menor, la princesa María Adelaida, Duquesa de Teck, que se dice había incorporado algunas esmeraldas en un stomacher que había comprado previamente en Garrard. La Duquesa de Teck murió sin dejar testamento y sus joyas fueron divididas entre sus cuatro hijos. Uno de ellos era la reina María, la consorte del rey Jorge V.
Todas las esmeraldas fueron removidas de las piezas y dadas a su segundo hijo, Francisco. Luego de entregarle todas estas piedras a su amante, Francisco murió repentinamente a los 40 años. Después de su muerte, la reina María envió un emisario a la amante de Francisco, con una fuerte nota de advertencia exigiendo la devolución de las esmeraldas. Ella acató la orden y las esmeraldas que fueron originalmente propiedad de la Duquesa de Cambridge, fueron a parar así a las manos de la reina María. La colección de esmeraldas comenzó a ser conocida como las Esmeraldas Cambridge.Cuando el rey Jorge V ascendió al trono, también heredó los Diamantes Cullinan, consistente en seis grandes y 96 pequeños diamantes satélite, que originalmente eran un diamante en bruto de 3.106 quilates de peso (que por cierto se mantiene como el mayor diamante en bruto que se haya descubierto) presentado al rey Eduardo VII por el Gobierno de Transvaal en 1907. Así, además de las esmeraldas Cambridge, la reina María también poseía una amplia gama de diamantes de diferentes tamaños, cortes y formas, de la que podía elegir para la preparación de un set de joyería con ocasión de su coronación el 22 de junio de 1911 y su proclamación como Emperatriz de India el 12 de diciembre de 1911. Los joyeros de la Corona emplearían sus habilidades y experiencia adquirida a lo largo de los años, para elaborar una de las suites más exquisitas de joyería que jamás se haya creado en la historia de la monarquía británica, el ya conocido Cambridge y Nueva Delhi Durbar Parure.
La colección Aga Kahn
Descendiente directo de Mahoma a través de Fátima, hija del Profeta, el Aga Kahn era el Imán (líder espiritual o papa) de más de quince millones de musulmanes ismailíes. El Aga Kahn III era conocido en todo el mundo por su impactante riqueza, que se debía a sagaces inversiones de su fortuna heredada, y a cada una de sus cuatro esposas las cubrió de joyas. De la Begun Andrée, la tercera de ellas, era una deslumbrante tiara de diecinueve esmeraldas en forma de pera engarzadas en perlas y diamantes. La Begun había utilizado esta tiara, con un collar de esmeraldas de varias vueltas, para su presentación en la Corte de Buckingham en 1930.
A la muerte del Aga Kahn III en 1957, su nieto Karim heredó el Imanato y sus hijos Aly y Sadruddin compartirían la fortuna en joyas, un inmenso tesoro en anillos, gemelos, broches, prendedores y bastones con enormes diamantes, rubíes y zafiros. Sadruddin Kahn casó con la exótica Nina Dyer, ex baronesa von Thyssen, que poseía joyas valuadas en medio millón de dólares, entre ellas un anillo de diamante de 22 quilates y un collar de perlas negras único en el mundo.
En la primavera de 1965, seis años después de su divorcio, Nina (que había pasado a llamarse princesa Shirin, “Dulce”, en persa) se suicidó en París y sus joyas se subastaron por casi 2 millones de dólares. La estrella de esta subasta fue la increíble “Torlonia”, una esmeralda piramidal de 415 quilates que perteneció al príncipe Augusto Torlonia, de la centenaria familia romana, emparentada con los Sforza, los Colonna y los Civitella Cesi e inclusive con lazos en la familia real española. La esmeralda había sido grabada y montada por Cartier a un brazalete de brillantes.
El Collar Godman de Elizabeth II
El Collar Godman, exquisitamente trabajado con diez enormes esmeraldas y diamantes incrustados, fue un obsequio de las dos hermanas Godman a Elizabeth II. El nombre refiere al apellido de las dueñas originales, quienes permanecieron solteras y recibieron la joya en 1965 de manos de su padre Frederick Du Cann, un naturalista británico que adquirió el collar durante una estadía en Baviera a fines del siglo XIX.
ornamental en platino, esmeraldas y diamantes estab
Originalmente se dijo que había pertenecido a la emperatriz Josefina, primera consorte de Napoleón Bonaparte. Pero en este período la joyería tenía una ornamentación inspirada en el estilo clásico de la Antigua Grecia y Roma y el delicado trabajo
a diseñado con simétricos motivos florales. El uso del “lenguaje de las flores” en el diseño de la joyería fue muy popular durante el barroco, que comenzó a principios del siglo XVII y persistió en los períodos neoclásico y moderno. Sin embargo, en el neoclasicismo, los motivos florales y vegetales se combinaban con temas clásicos de la Antigüedad como vasos, urnas, corazones, estrellas, la luna creciente, palmetas, rosetas, arcos de cintas, todo diseñado en un alto nivel de simetría. Este detalle y el lenguaje floral son dos factores que podrían confirmar sus orígenes neoclásicos.
En la última década del siglo XIX, cuando el collar fue adquirido, Baviera era todavía un reino dirigido por la Casa de Wittelsbach (lo sería hasta su caída en 1918). La corte de Munich, centro de la monarquía de Baviera, rivalizaba con las cortes de París, Londres y Madrid en su extravagancia y despliegue de joyería en las ceremonias. Así que es muy posible que el Collar Godman perteneciera a uno de los monarcas Wittelsbach y fuera diseñado y confeccionado por joyeros establecidos en Munich.Años después de la muerte de Du Cann, las hermanas Godman se pusieron en contacto con el Lord Chambelán aduciendo que tenían una pieza de joyería de probable origen real y que quizá le interesara a la Reina. Luego de ser estudiada la joya por expertos y desestimado su origen, las hermanas decidieron igualmente obsequiársela a la soberana.
El "Cambridge & Delhi Durbar Parure"
La Reina María, consorte de George V, amaba más que nada su Cambridge and Delhi Durbar Parure, conjunto impresionante formado por las esmeraldas Cambridge: collar, tiara, quince esmeraldas sueltas, un peto o stomacher, un gran broche de esmeralda hindú y un par de grandes pendientes. El magnífico choker de esmeraldas y diamantes -que haría célebre la Princesa Diana al usarlo como bandeau en la frente en 1984- fue agregado más tarde, al igual que dos brazaletes, uno con tres esmeraldas y otro, rígido, con dos.
Origen de la palabra "parure" La palabra "parure" (pronunciado pah-RUR), que significa "adorno" o "aderezo" en francés, entró en uso en el siglo XVII en Europa para referirse a un conjunto de tres o más piezas de joyería haciendo juego y se hizo popular durante este período. Finalmente, el significado de la palabra se ha ampliado para incluir toda una vitrina o suite de joyas a juego.La propiedad de un "aderezo" se convirtió en un símbolo de estatus para la realeza y las clases más acomodadas. En el caso de la realeza un "aderezo" incluiría una diadema o tiara, bandeau o cinta para el pelo, peine, collar, brazaletes, anillos, pendientes, broche y peto. El emperador Napoleón prodigó tan costosos "aderezos" a su amada primera esposa Josefina y, más tarde, a su segunda esposa María Luisa, que ellas los usaban en funciones del Estado.
El nombre “Cambridge & Nueva Delhi Durbar Parure” Se refiere a una suite completa de joyas de esmeraldas, que ahora pertenece a la colección de joyas personales de la reina Isabel II y que heredó de su abuela paterna, la Reina María. Este aderezo fue confeccionado por los joyeros de la Corona con ocasión de la coronación del rey Jorge V y la reina María el 22 de junio de 1911 y su posterior proclamación como Emperador y Emperatriz de la India en un Durbar especial organizado para este fin en Delhi, el 12 de diciembre de ese mismo año.El nombre Cambridge deriva del duque de Cambridge, Adolfo, el séptimo hijo varón del rey Jorge III, quien junto con su esposa, la princesa Augusta de Hesse, eran los propietarios originales de las magníficas esmeraldas que fueron incorporadas a diferentes piezas del "aderezo". Al menos dos de las piezas en el "aderezo", un collar y un broche de esmeraldas fueron presentados por las esposas de los Maharajás de la India, las Maharanis, incluyendo la Maharani de Patiala. Así, el nombre de "Delhi Durbar Parure" parece haber sido inspirado por dos razones, una, el aderezo especialmente concebido y ejecutado en previsión del Durbar de Delhi y, además, pues algunas de las piezas del aderezo fueron recibidas como regalos por la reina María durante el Durbar.
Los componentes del aderezo La lista de las piezas que constituyen el Cambridge & Delhi Durbar Parure incluye: 1) La tiara Delhi Durbar 2) La gargantilla (choker) de esmeraldas Cambridge 3) Los pendientes de esmeraldas Cambridge 4) El collar Delhi Durbar 5) El broche Delhi Durbar 6) El peto de esmeraldas Cambridge
La tiara Delhi Durbar fue diseñada y realizada por los joyeros de la Corona, Garrard & Co., para la visita de la reina María a la India junto a su esposo el rey Jorge V, con ocasión del Durbar especial organizado en Nueva Delhi en diciembre de 1911, celebrando su coronación. Garrard también creó una corona especial para el rey, la Corona Imperial de India, ya que estaba prohibido por una antigua tradición real que las joyas de la Corona británica a abandonaran el Reino Unido. Así, la Corona Imperial de India fue creada a partir de los recursos personales del rey y era considerada como su propiedad personal.
La tiara Delhi Durbar
El statu quo prevalece hasta hoy y la Corona Imperial se considera parte de la colección personal de joyas de la reina, a pesar de que está en exhibición en la Torre de Londres. Tal vez la creación de la tiara Delhi Durbar con esmeraldas y diamantes que pertenecían personalmente a la reina María, podría haber sido provocada por estas antiguas restricciones reales y por lo tanto el Cambridge & Delhi Dunbar Parure también se considera hoy como propiedad personal de Isabel II.
Esta tiara se compone de un anillo de brillantes montado en oro y confeccionado en platino y dispuestos en un patrón de nomeolvides y liras. Cuando la corona fue realizada por primera vez en 1911, fue coronada con cinco de las quince esmeraldas Cambridge cabochon en forma de gota, las que surgían como puntas de la corona. Dos diamantes cortados del Cullinan de 1905 se incorporaron también en la tiara.
La reina María posteriormente eliminó las esmeraldas de la tiara y las incorporó en una nueva, que es hoy también propiedad personal de Isabel II. Los diamantes Cullinan también fueron removidos y convertidos en broches.
Nuevos usos de la Tiara Delhi Durbar
Tanto la Corona Imperial de India como la Tiara Delhi Durbar fueron usadas por el rey Jorge y la reina María, respectivamente, sólo en ocasión de la ceremonia del Durbar de Delhi, ya que fueron hechas específicamente para ese propósito. La Corona Imperial de India no ha sido usada por ningún soberano desde entonces. Asimismo, la Tiara Delhi Durbar no fue usada por la reina María después de 1911, aunque en 1947 la prestó a su nuera, la reina Isabel, consorte del rey Jorge VI, para una visita oficial a Sudáfrica. Esta fue la segunda ocasión que la Tiara Delhi Durbar fue usada por la Reina del Reino Unido.
A la muerte de la reina María en 1953, el Cambridge y Nueva Delhi Durbar Parure, incluyendo la Tiara Delhi Durbar, fue heredado por la Reina Madre, la reina Isabel, quien dio la suite de diamantes y esmeraldas a su hija, la nueva reina Isabel. Esta última usó en diferentes ocasiones algunas de las piezas de la suite, como el collar Delhi Durbar, el choker de esmeraldas Cambridge y los aretes, pero nunca había tenido la oportunidad de llevar la Tiara Delhi Durbar. De hecho, la pieza favorita de la reina de esta suite resultó ser el collar, al cual se la vio usándolo en muchas ocasiones.
La tiara, que no había sido usado por cualquier miembro de la familia real desde 1947, fue llevada de nuevo por tercera vez cuando Camilla, la Duquesa de Cornwall la usó para el banquete de Estado celebrado en el Palacio de Buckingham en octubre de 2005, en honor del Rey y la Reina de Noruega. Esta fue la primera vez que la duquesa de Cornwall usó una tiara para una función de Estado, y había sido cedido a ella por la reina Isabel II para la ocasión. De este modo la histórica Tiara Delhi Durbar está de vuelta en el centro de atención después de un lapso de casi 60 años. La tiara se mostró sin embargo en dos ocasiones antes de ésta: en junio de 1988, durante una exposición de Joyería Real en la casa de subastas Christie's y otra vez en 2001 en una exposición de tiaras en el Victoria and Albert Museum.La gargantilla de esmeraldas Cambridge La gargantilla –o “choker”- original, diseñada y elaborada por Garrard & Co., se creó con 16 esmeraldas Cambridge haciendo juego con el collar y el brazalete. Sin embargo, en la década de 1920, a petición de la reina María, Garrards remodeló el choker, en una pieza de estilo Art Dèco con 14 esmeraldas y brillantes montados en platino.La gargantilla tiene como pieza central la mayor esmeralda cabochon oval con otras tres grandes esmeraldas cabochon de igual forma e igual medida, espaciadas a cada lado a la misma distancia. Las esmeraldas más pequeñas, siete en total, se sitúan entre dos grandes esmeraldas en algún lugar del centro.Por lo tanto hay siete esmeraldas más grandes y siete pequeñas colocadas simétricamente en la gargantilla: un total de 14 esmeraldas. Cada una de las piedras grandes está rodeada de una sola capa octogonal de brillantes redondos. Las áreas en el medio de la zona octogonal son rectangulares, con la esmeralda pequeña flanqueada por dos diamantes más pequeños en el centro y una doble capa de pequeñas esmeraldas redondeadas talla brillante en ambos lados.
Esta joya, así como otras piezas valiosas de la colección real, fueron otorgadas como regalo a Lady Diana Spencer en el momento de su matrimonio con el Príncipe de Gales. La Princesa inicialmente usó el Cambridge Emerald Choker con el propósito para el que fue diseñado, pero más tarde llevó la gargantilla como una cinta sobre la frente, primero en un evento de caridad en Melbourne, en 1984, y de nuevo en 1988 en un evento también en Australia.
La princesa Diana pudo conservar las joyas otorgadas por la Reina después de su divorcio, con la condición de que no podían ser prestadas o vendidas. Sin embargo, después de su muerte, las piezas fueron devueltas a la Su Majestad.
Los pendientes de esmeraldas Cambridge
Cada pendiente está confeccionado con una sola gran esmeralda cabochon rodeada por una hilera de pequeños brillantes redondos. Isabel II, cuya pieza favorita es el Collar Delhi Durbar, por lo general lleva éste haciendo juego con los pendientes de esmeraldas Cambridge, como revela la mayoría de las fotografías que muestran a la reina en distintas ocasiones formales.
El collar Delhi Durbar
La pieza fue un regalo de las Maharanis de la India, las consortes de los Maharajás, a la reina María, cuando visitó la India en 1911 con el rey Jorge V para asistir al Durbar de Nueva Delhi. El collar consistía en ocho esmeraldas cabochon rodeadas de diamantes, situadas en dos cadenas de pequeños diamantes, con un gran diamante entre cada esmeralda. Esmeraldas de similar tamaño y forma se colocan en posiciones simétricas en el collar.
Originalmente un pendiente desmontable con una esmeralda en forma de pera fue adjuntado a la pieza central de esmeralda del collar. Posteriormente, la misma reina María agregó un diamante marquesa de 11.5 quilates, el Cullinan VI, que fue un regalo personal de Edward VII a la Reina Alexandra. Ambas piedras quedaron colgando de un pendiente de longitud desigual.
Cuando la reina Isabel II heredó el aderezo en 1953, una de las piezas que más ha usado es este collar, como cuando se encontró con Nelson Mandela y con el Rey Juan Carlos de España.
El broche Delhi DurbarOtro regalo a la reina María en el Durbar de Delhi de 1911, por las Maharanis de la India, fue un broche de esmeralda hexagonal grabada con una rosa en el frente y un diseño de follaje en el reverso. La esmeralda se encuentra rodeada por una capa de brillantes redondos, con cuatro grandes brillantes redondos colocados en cuatro puntos fuera de la capa alrededor de los diamantes, correspondiendo a los ejes vertical y horizontal del hexágono. El broche de esmeraldas hexagonal fue heredado también por Isabel II, pero nunca ha sido vista luciéndolo.
Un peto o stomach
El peto –o stomacher- de esmeraldas Cambridge
er es un panel triangular decorado que se ubica en la apertura frontal de un corpiño femenino.Una pieza de joyería decorativa fijada a él también era conocida como stomacher. La Reina Mary, así como la Duquesa de Teck, su madre, apreciaban los grandes stomachers. El peto de esmeraldas era
ciertamente la pieza central de este aderezo: consta de seis grand
es esmeraldas cabochoncolocadas en forma de un motivo floral, con diamantes incorporados. Las esmeraldas estaban rodeadas de pequeños brillantes redondos y el centro del peto estaba ocupado por un gran diamante en forma de pera. Como la moda cambió, los stomachers se hicieron menos populares y fueron partidos en broches más pequeños (la soberana actual nunca ha usado el peto, salvo los tres broches que se sacan de él).