La Corte es un término aplicable a la Casa extendida de todos aquellos quienes regularmente atienden un gobernante o una figura central (rey, emperador o en algunos períodos un noble importante). Las cortes más grandes incluyen miles de individuos, cientos de funcionarios o sirvientes en permanente servicio del gobernante y otros cientos de no funcionarios asistiendo con la esperanza de un beneficio político o financiero, o meramente para participar de la vida social y el entretenimiento.
Hora del juego en una fiesta en la corte de Luis XVTanto como era el centro de la vida política, la Corte marcaba los dictámenes de la moda y a menudo desarrollaba antes que en ningún otro lugar las tendencias literarias, musicales y artísticas. Las cortes se encuentran en todas las altas culturas monárquicas, aunque se sabe relativamente poco sobre ciertas vidas cortesanas, como la precolombina, por ejemplo.Una Casa real es la más alta manifestación de la vida cortesana. Un regente o virrey puede sostener una corte durante la minoría o ausencia de un gobernante hereditario, e incluso un jefe de Estado electo puede desarrollar un entorno parecido a una corte de asesores y “compañeros” no oficiales y elegidos entre sus relaciones personales o políticas.Esta posición de entorno personal elevado a un estatus semi-oficial puede haber tenido su origen en el séquito de Alejandro el Grande, basado en convenciones persas. La palabra francesa compagnon, su derivación en inglés companion, “compañero” o “acompañante”, literalmente connota un partícipe del pan en la mesa, y en realidad la corte es una extensión de la casa de un gran personaje. Con miembros de la casa y burócratas de la administración convertidos en superposición de personal, ya es factible hablar de una “corte”, ya fuere en la Persia Aqueménida, la China Ming, la Sicilia Normanda, el Papado antes de 1870 o el Imperio Austro-Húngaro. Un grupo de individuos dependientes del patronazgo de una gran figura forma parte del sistema de clientela que es discutido como “vasallaje”.
El embajador de Siam y su séquito se presentan ante Luis XIV en VersaillesA lo largo de la historia, los gobernantes han diferido enormemente en gustos e intereses, así como en habilidades políticas y situaciones constitucionales. De acuerdo a esto, algunos fundaron elaboradas cortes con base en nuevos palacios, solo para tener a sus sucesores retirados en remotos castillos o prácticos centros administrativos.Etiqueta y jerarquía florecen en marcos cortesanos altamente estructurados y pueden dejar una huella conservadora a través de generaciones.
Asia Este
Las cortes de los emperadores chinos estaban entre las más grandes y complejas de todas, con la dinastía Manchú ocupando la entera Ciudad Prohibida y otras partes de Pekín.
En el primer milenio, los japoneses desarrollaron una corte exquisitamente refinada que jugó un rol extremadamente importante en su cultura.
Europa Medieval
Luego del colapso del Imperio Romano en Occidente, una verdadera cultura cortesana puede ser reconocida en el séquito de Teodorico El Grande, Rey de los Ostrogodos y en la corte de Carlomagno. En el Oriente romano, una brillante corte continuó rodeando los emperadores bizantinos.
Cortes locales proliferaron en las fragmentadas ciudades-Estado de la Europa medieval y permanecieron durante los primeros tiempos de la era moderna en Alemania e Italia. Estas cortes se hicieron conocidas por la intriga y las políticas de poder; algunas también alcanzaron prominencia como centros de cultura y mecenazgo colectivo de arte. En la España medieval (Castilla), fueron creadas cortes provinciales en las que la nobleza menor y la burguesía se aliaron para crear un sistema que se opusiera a la monarquía en varias cuestiones políticas. Fueron llamadas “las Cortes de Castilla”. Estas cortes son la raíz del actual Congreso y el Senado español.
Alcuin presentando documentos descubiertos por sus monjes a Carlomagno y su corte
En Europa Occidental, la consolidación de poder de magnates locales y de reyes en centros administrativos fijos desde mediados del siglo XIII llevó a la creación de una distinta cultura de corte que fue el centro del mecenazgo intelectual y artístico, rival del alto clero. Además de este rol, estaba la cúspide de una rudimentaria burocracia política que provocaba rivalidad en las cortes de condes y duques. La dinámica de la jerarquía soldó las culturas cortesanas.
María de Molina presenta a su hijo Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295Como las funciones político-ejecutivas generalmente se trasladaron a bases más democráticas, las cortes de la nobleza han visto sus funciones reducidas una vez más a las de una casa noble, concentrándose en el servicio personal al jefe de la casa, el ceremonial y tal vez algunas funciones residuales de asesoría política. Si el celo republicano ha desterrado la otrora gobernante nobleza de un área geográfica, las cortes pueden sobrevivir en el exilio.Las cortes de los CalifatosEn el mundo islámico, las cortes reales han jugado un rol importante en las dinastías desde España a la India. Los cuatro grandes califatos tuvieron cortes sofisticadas; esto permitió a Córdoba, El Cairo y Bagdad (sedes de los Omeyas, Fatimíes y Abásidas) convertirse en las más grandes y culturalmente desarrolladas ciudades de su época, lo que atrajo a la gente talentosa de todos los ámbitos de la vida –músicos, cantantes, poetas, científicos- a buscar empleo en la corte, bajo el patrocinio de burócratas de élite, emires y sultanes. El otro Califato fue el Otomano, que empleaba la cultura de su corte para estabilizar un imperio habitado por enormes poblaciones no-islámicas en tres continentes. Todo, desde Argelia a los Balcanes y Yemen, estaba controlado por la corte en Estambul.
Suleimán, Sha de Persia de la dinastía Safávida, y sus cortesanosSe podría esperar que los califatos de un mundo islámico líder tuvieran cortes, pero también lo hicieron muchos otros imperios regionales, tales como los Mogoles de la India e incluso sus ancestros Timúridas, Samánidas y Safávidas de Asia Central y los Shas de Persia.Las cortes reales en el mundo islámico fueron desarrolladas principalmente por los gobernantes, pero hubo excepciones en importantes familias de la élite como los Barmécidas de Persia y los Nizams de Hyderabad, en India, quienes establecieron sus propias cortes menores, lo que les permitía fomentar las artes y mejorar el imperio incluso si el rey gobernante era inútil. Todas las cortes islámicas tuvieron dos cosas en común: ayudaban a estabilizar la política y la sociedad de los imperios y también albergaban soborno y manipulación.Oficiales de la Corte
Los funcionarios y oficiales de la corte o portadores de cargos (un determinado tipo de cortesano) obtenían sus posiciones y retenían sus títulos a partir de sus deberes originales en la Casa real o imperial. Con el tiempo tales deberes se convirtieron en arcaicos, pero los títulos sobrevivieron envolviendo los fantasmas de esas funciones, que generalmente se remontaban a los días en que la casa noble tenía preocupaciones prácticas y mundanas, movía los hilos de la alta política y latía en la cultura de moda. Cada uno de esos nombramientos cortesanos tenía su propia historia.
Bufones en la corte de la Emperatriz Anna IvanovnaEn el temprano periodo medieval, cuando una casa real, ducal o noble había establecido su corte, la mayoría de los funcionarios que ocupaban las tradicionales posiciones tenían deberes domésticos o militares; los más cercanos asesores del monarca eran aquellos que servían en su Casa. Sin embargo, con el paso del tiempo, la mayoría de esas posiciones se convirtieron en hereditarias, y su rol en el desenvolvimiento de la casa fue gradualmente erosionado.En Inglaterra, por ejemplo, el Lord Gran Chambelán (Lord Great Chamberlain) y el Conde Mariscal (Earl Marshal) eran originalmente responsables de la casa real y de los establos reales, respectivamente; no obstante, a partir de la tardía Edad Media, sus roles se convirtieron en honorarios y sus lugares en la casa fueron ocupados por el Lord Chambelán (Lord Chamberlain) y el Encargado de los Caballos (Master of the Horse).
Hoy, muchos títulos cortesanos sobreviven en aquellas monarquías que retienen cortes reales. Ejemplos de ello incluyen el Mayordomo Mayor, el Chambelán, el Canciller, el Encargado de los Establos o las Caballerizas, el Secretario Privado, el Senescal, el Condestable (más tarde Alto Condestable o Lord High Constable en Inglaterra y Escocia), el Mariscal, el Sargento-de-Armas y el Guardián (Steward).
Uno de los criterios del concepto de Norbert Elias sobre una sociedad de corte es que ésta existía en el espacio geográfico. Debido a que la palabra alemana hof, es decir, patio cerrado, se puede aplicar a una granja rural con edificios y muros formando el perímetro, también ha sido utilizada para el asiento palaciego de una corte. Así, hof o “corte” puede ser transferido a la construcción en sí. Por ejemplo, la gran residencia de Hampton Court, Támesis arriba de Londres, era el palacio donde Thomas Wolsey mantuvo su corte como cardenal católico (construido a partir del ideal italiano para un palacio cardenalicio) hasta su caída y su confiscación por parte de Enrique VIII. Entre 1689 y 1694 fue sede de la corte de Guillermo y María de Inglaterra. Aunque el palacio fue construido alrededor de dos cortes principales, el edificio en sí ya no es asiento de una corte en el sentido que hablamos aquí. Lo mismo sucede con la estructura actual de la corte inglesa: los embajadores extranjeros en el Reino Unido siguen siendo acreditados ante la Corte de Saint James y cortesanos de la Corona todavía tienen oficinas en el Palacio de St James, pero la Reina mantiene su corte en Buckingham Palace, que también es su residencia particular en Londres.
La sede de la corte
Gentilhombre saluda a Luis XIV en Fontainebleau
La Gran Galería de Wolsey en Hampton CourtAntiguos centros de poder han sido:* Castilla, reino cristiano medieval en el centro de la actual España. * Alhambra, en Granada, asiento de la última dinastía musulmana en España. * La Ciudad Prohibida, el complejo palaciego imperial amurallado en Pekín. * El Castillo Wawel, en Cracovia, y el Castillo Real, en Varsovia. * Sansouci, en Postdam, cerca de Berlín. * Urbino, sede del ducado del mismo nombre en las Marcas. * El Fuerte Rojo, fortaleza palaciega de los emperadores mogoles en Delhi.Y ya hemos hablado de estas esplendorosas cortes europeas:
· Hofburg
El Sacro Emperador Romano Germánico (en alemán: Römisch-Deutscher Kaiser) es el término usado por los historiadores para referirse a un gobernante medieval que, como rey alemán, había recibido además el título de "Emperador de los Romanos" por el Papa y, después del siglo XVI, era el monarca elegido para regir el Sacro Imperio Romano Germánico (más tarde llamadoSacro Imperio Romano de la nación alemana).
Aunque el término sacrum (es decir, "santo") en relación con el Imperio Romano medieval no apareció hasta 1157 con Federico I Barbarroja, Otón I es considerado el primer emperador del Sacro Imperio Romano desde el Reino de Alemania, a pesar de que el rey Carlomagno, de la Dinastía Carolingia, fue el primero en recibir del Papa la coronación como Emperador de los Romanos. Carlos V fue el último emperador del Sacro Imperio Romano en ser coronado por el Papa. El último emperador electo, Francisco II de Habsburgo, abdicó en 1806 durante las Guerras Napoleónicas y vio la disolución final del Imperio.
Quaternionenadler, un águila del Sacro Imperio que muestra los escudos de los estados miembros por rango.El título imperial El significado del título imperial fue establecido en la coronación como emperador de Carlomagno por el papa León III el 25 de diciembre del año 800. Este acto no fundó un nuevo imperio, sino que el Papa otorgaba al rey de los francos la posición de defensor de la Iglesia, su representante militar.La creación de un territorio imperial se llevó a cabo asociando el título de emperador con los reinos de Alemania e Italia (y Borgoña desde 1033). El 13 de febrero de 962, el papa Juan XII y el rey de Germania Otón I, emperador recién coronado, signaron el Diploma Ottonianum, que confirmaba las donaciones de Pipino (756) y Carlomagno (774) y la Constitutio Romana de 824, de modo que vinculaba el imperio carolingio con el germánico.
De esta forma no se describía como Imperator Romanorum, sino de una forma más modesta como Imperator Romanum gubernans Imperium (Emperador que gobierna el Imperio Romano), en aras de ser reconocido por el verdadero sucesor del Imperio Romano, esto es, elbasileus bizantino.
Carlomagno asumió el título de Imperator Augustus Romanum gubernans Imperium o tambiénserenissimus Augustus a Deo coronatus, magnus pacificus Imperator Romanorum gubernans Imperium ("serenísimo Augusto, coronado por Dios, grande y pacífico emperador, que rige el Imperio Romano"). Así, los elementos de "Sacro" y "Romano" se constituyeron en el título imperial. La palabra Sacro nunca se había utilizado como parte de ese título en los documentos oficiales. La palabra Romano era un reflejo del principio translatio imperii(transferencia de gobierno), que consideraba a los (Germánicos) Sacros Emperadores Romanos como los herederos del título de emperador del Imperio Romano de Occidente, un título que quedó sin reclamar en Occidente después de la muerte de Julio Nepote en 480.
Otón I fue Rey de Alemania (936–973) y Emperador del Sacro Imperio Romano (962–973)
El 25 de diciembre de 800, en San Pedro de Roma, Carlomagno fue coronado emperador por el Papa León IIIEl 13 de enero de 812, Carlomagno y el emperador Miguel I firman la paz. A cambio de renunciar a Venecia, Istria, Liburnia y Dalmacia, el emperador franco es reconocido comobasileus, que los occidentales tradujeron como emperador. A partir de entonces, los emperadores bizantinos se denominaron Basileus ton Romaion (Βασιλεύς των Ρωμαίων), considerándose en una situación superior al occidental, como verdaderos herederos de los romanos.Los sucesores de Carlomagno no asumieron tampoco el título de Emperador Romano, sino el de Imperator Augustus, como Luis I (Hludovicus divina ordinante providentia imperator augustus), Carlos II (Karolus, ejusdem Dei omnipotensis misericordia omnipotenis imperator augustus), Carlos III (Karolus ejusdem Dei misericordia omnipotenis imperator augustus), Otón II (Otto divina favente clementia imperator augustus).A partir de Otón III, los emperadores se denominaron Romanorum imperator augustus. Puesto que la madre de Teófano era una princesa bizantina y reconocía la desigualdad entre el título debasileus (del emperador germano) y el de basileus romanion (del emperador bizantino), añadió la palabra romanorum en su titulación para elevar la categoría de su hijo el emperador, frente al emperador bizantino Basilio II, que no era pariente suyo. Los emperadores subsiguientes siguieron mencionando su carácter romano para afirmar la supremacía de su posición cesaropapista frente a la hierocracia papal.
Después de que Carlomagno fuera coronado emperador por el Papa, sus sucesores mantuvieron el título hasta la muerte de Berenguer I de Italia en 924. Ningún Papa nombró a un nuevo emperador hasta Otón el Grande (912-973). Otto is considered the first Holy Roman Emperor. Otón es considerado el primer emperador del Sacro Imperio. Bajo este monarca y sus sucesores, gran parte del antiguo reino carolingio de Francia Oriental se convirtió en el Sacro Imperio Romano Germánico. Los príncipes alemanes elegían a uno de sus pares como Rey de los Germanos, después de lo cual sería coronado como emperador por el Papa. Después de la coronación de Carlos V, los emperadores sucesivos eran legalmente emperadores-electosdebido a la falta de la coronación pontificia, pero en todos los efectos prácticos se les llamaba simplemente emperadores.
Carlos II el CalvoSirva como ejemplo Otón III (Otto divina favente clementia romanorum imperator augustus), Enrique IV (Heinricus divina favente clementia tercius Romanorum imperator augustus), Federico I (Fredericus divina favente clementia Romanorum imperator augustus), Federico II (Fridericus secundus divina favente clementia Romanorum imperator semper augustus), Luis IV (Ludovicus Dei gratia Romanorum imperator et semper augustus), Carlos IV (Karolus quartus divina favente clementia Romanorum imperator semper augustus).Dada la imposibilidad de ser coronado en Roma, el 4 de febrero de 1508, el papa Julio II, reconoció a Maximiliano I como emperador electo. De este modo, los siguientes emperadores se intitularon Electus Romanorum Imperator Semper Augustus, como Fernando I (Ferdinand von Gottes Gnaden, erwählter Römischer Kaiser, zu allen Zeiten Mehrer des Reiches), Rodolfo II (Rvdolphvs secvndvs divina favente clementia electus Romanorum Imperator, semper Augustus), Leopoldo I (Leopoldus Dei gratia electus Romanorum Imperator semper Augustus; Leopoldvs, Divina favente Clementia Electus Romanorum Imperator semper Augustus), Carlos VI (Carolus Sextus, Divina favente clementia, Electus Romanorum Imperator semper Augustus), Francisco II (Wir Franz der Zweite, von Gottes Gnaden erwählter römischer Kaiser zu allen Zeiten Mehrer des Reichs). De hecho, este reconocimiento se hizo automático en Maximiliano II, Rodolfo II, Fernando III, José I y José II, que habían sido coronados como Rey de romanos en vida de los emperadores.
POTENTISSIMVS. MAXIMVS. ET. INVICTISSIMVS. CAESAR. MAXIMILIANVS
El título de Emperador (Imperator) trajo consigo un importante papel como protector de la Iglesia Católica. Como el poder del papado creció durante la Edad Media, los Papas y emperadores entraron en conflicto sobre la administración de la Iglesia. El conocido y amargo conflicto fue la Querella de las Investiduras desarrollada durante el siglo XI entre el Sacro Emperador Enrique IV y el Papa Gregorio VII.
Enea Silvio Piccolomini, Papa Pío II, presenta al emperador Friedrich III la princesa Eleonora de PortugalElección imperial La intervención indispensable del Papa en otorgar la corona imperial surge a partir de la segunda coronación de Luis en 816, y de la segunda coronación de Lotario en 823. Desde entonces un emperador sólo podía ser tal por su coronación por el Papa. Durante la época carolingia, el Romano Pontífice coronaba a aquel candidato que podía defenderle y protegerle de las incursiones de los sarracenos y los magiares.Las elecciones significaban que el reinado de Alemania era sólo parcialmente hereditario, a diferencia de la realeza de Francia, aunque la soberanía permanecía con frecuencia en una dinastía hasta que no había más sucesores masculinos. Algunos estudiosos sugieren que la tarea de las elecciones era realmente resolver los conflictos sólo cuando el gobierno dinástico no estaba claro.Tras las dobles elecciones de 1198, 1257 y 1314, y la asunción por parte del papado de poder aprobar y legitimar a un determinado candidato, se apreció la necesidad de fijar un procedimiento para la elección del emperador sin intervención papal. En la declaración de Rhens (1338), se proclamó como una antigua costumbre imperial la validez de una elección por mayoría y que el rey de romanos electo asumiría el poder inmediatamente, sin requerirse la aprobación papal; esta declaración se estableció en la subsiguiente Dieta de Francfort como una ley imperial.
Escudo de armas representando los siete electores originales con la figura alegórica de Germania
Finalmente, en la Dieta de Nuremberg, Carlos IV promulgó la Bula de Oro de 1356, que estableció y fijó el procedimiento de elección imperial. En 1356 los siete príncipes electores eran los arzobispos de Maguncia, Tréveris y Colonia, el Rey de Bohemia, el Conde Palatino del Rin, el Duque de Sajonia y el margrave de Brandeburgo. Desde 1621 hasta 1801 hubo modificaciones en el Colegio Electoral hasta que en 1803 se crearon cuatro nuevos electorados para Wurtemberg, Baden, Hesse-Kassel y Salzburgo (que nunca votaron).
El aspirante a la coronación imperial era elegido por los príncipes alemanes como Rey de Romanos, ya fuere en vida del emperador o en interregno; y una vez coronado como Rey de romanos en Alemania, debía ir a Roma a ser coronado por el Papa como emperador. Dadas las dificultades internas en el propio Imperio, el viaje se demoraba durante años, e incluso hubo Reyes de Romanos que no fueron coronados emperadores a lo largo de su reinado.
Desde el siglo XVI, si el candidato futuro era elegido en vida del emperador reinante, se le elegía y coronaba como Rey de Romanos y a la muerte de su antecesor pasaba automáticamente a ser emperador electo; pero si el candidato a emperador era elegido en interregno, entonces era coronado días después a su elección como emperador electo.
Enrique VIII de Inglaterra y el emperador Carlos V con el Papa León X (1520)
Después de 1438, los Reyes fueron de la Casa de Habsburgo y Habsburgo-Lorena, con la breve excepción de un Wittelsbach, Carlos VII. Maximiliano I (Emperador desde 1508 hasta 1519) y sus sucesores ya no viajaron a Roma para ser coronados como Emperador por el Papa. Por lo tanto, técnicamente no podrían reclamar el título de Emperador de los Romanos, pero fueron simplemente "Emperador electo de los Romanos", como Maximiliano se auto-denominó en 1508 con la aprobación papal. Este título fue utilizado de hecho (Erwählter Römischer Kaiser), pero fue olvidado que la palabra "erwählt" (elegir) era una restricción. De todos sus sucesores, sólo Carlos V, el sucesor inmediato, recibió la coronación pontificia. Antes de esa fecha en 1530, fue también llamado Emperador-electo.
La Nobleza en el imperio carolingio
Los grupos de familias carolingias por un lado y la base territorial de su influencia por otro son los elementos esenciales de la estructura social. La aristocracia carolingia y las fuentes de poder (alta administración civil y eclesiástica) eran provistas por las grandes familias que eran francas por nacimiento o adopción.
Clovis I (466-511), primer Rey de los Francos Serán, por ejemplo, los Pandolfos y Sinocolfos de ascendencia lombarda o los Suniario, Sunifredo, Wilfredo en las marcas pirenaicas. Incluso, pueblos vencidos tras una larga resistencia -caso de los alamanos o sajones- facilitarán en la segunda o tercera generación, fieles vasallos al Estado franco. De entre las grandes familias surgirán, precisamente, algunas de las fuerzas regeneradoras una vez agotado el linaje de los carolingios: el caso de los Capetos, condes de París, o de los otónidas, duques de Sajonia, son los más ilustrativos aunque no los únicos.Se ha discutido ampliamente si bajo los carolingios -a diferencia del período merovingio- las grandes familias integraron una verdadera nobleza en el sentido actual del término, es decir, nobleza de sangre. Siguiendo distintas pistas puede verificarse la existencia de familias poseedoras de grandes riquezas territoriales que transmiten de generación en generación. A la cabeza figuran, desde luego, los mayordomos de palacio, especialmente los de la dinastía pipínida. Pero se encuentran también otros poderosos linajes: los Welf de Baviera, los Bosón, Unroh, Rorgon, etc.
Hugo Capeto es coronado rey (986)Los grandes linajes suelen tener una fuerza mayor en algunas zonas: los carolingios en el valle del Mosa, lugar donde se encontraban algunas de las más importantes residencias reales; los duques de Baviera, alrededor de Weingart y Altdorf. A los bienes raíces -en forma de villas, fundamentalmente- se añaden con frecuencia los procedentes de las abadías cuyas rentas percibe con frecuencia un señor (el abad laico) como premio a los servicios prestados a la familia real.Este poder económico que las grandes familias tienen para servir a la monarquía carolingia acaba volviéndose contra ella. En efecto, por concesión real, el gran propietario dispone con frecuencia de un medio para sustraerse a la actuación del poder central: la inmunidad. Por ella se prohibía a los agentes de la autoridad real entrar en tierras inmunes a recaudar impuestos o a ejercer funciones coactivas. De hecho, el señor provisto de privilegio de inmunidad ejerce sobre sus tierras las funciones asignadas al conde en su distrito y aunque se comprometiera a guardar fidelidad al rey éste acaba siendo un poder demasiado lejano y, desde la disolución del Imperio carolingio, extremadamente debilitado como para imponer su autoridad a la multitud de poderes locales.
La fortuna territorial era la base del poder de los grandes linajesEl trasiego de miembros de la aristocracia carolingia entre las distintas zonas del imperio a fin de ejercer funciones de gobierno facilitó el contacto entre las grandes familias y su franquización. Personas de la alta aristocracia regional entroncaron con la familia real: Hildegarda, descendiente de los duques nacionales de los alamanes casó con Carlomagno; Judith, de la familia de los Welf de Baviera, con Luis el Piadoso.Pero los enlaces familiares no eran el único medio de potenciar la solidaridad de las capas aristocráticas. Contaban -o al menos se pretendía que contaran- los lazos de fidelidad vasallática.Se acostumbra a responsabilizar a Carlos Martel de la multiplicación del número de vasallos en la Galia Franca. Al distribuirles tierras -procedentes muchas veces de bienes eclesiásticos- el Mayordomo de Palacio pretendía garantizar su fidelidad y, a su vez, proveerles de medios para que se dotaran de un equipo de guerra completo. Esta política de reparto de beneficios entre los vasallos se prosiguió bajo los monarcas carolingios haciéndose más intensa a medida que avanzaba el siglo IX.
Judith de Baviera (805-843), 2ª esposa de Luis el Piadoso, Sacro Emperador Romano y Rey de los Francos
En las filas del vasallaje se fueron integrando tanto los agentes de la autoridad real (condes, duques, marqueses) como gran número de hombres libres que, ante la inseguridad de los tiempos, encontraron, como mejor solución el subordinarse al monarca o a un gran señor. Entrar en la casta de los guerreros acaba convirtiéndose en el objetivo de muchos. El propio Carlomagno potenció una clase especial, la de los vasallos reales (vassi dominici) a fin de tener un amortiguante entre el poder central y los grandes señores.
A lo largo de los siglos IX y X los vasallos reales apoyaron a los reyes contra los potentados locales aunque también fueron en más de una ocasión neutralizados por éstos. Desde los tiempos de Luis el Piadoso, en efecto, las grandes familias, a imitación de los monarcas, aspiran a crear sus propios sistemas de vasallaje. A fines del siglo IX nos encontramos, así, con una pluralidad y multiplicidad de compromisos vasalláticos que tejen sobre Europa una tupida y a veces contradictoria red de fidelidades.
El emperador Carlomagno (742-814). Sobre su cabeza aparece el águila alemana y la flor de lis francesa
El juramento de fidelidad y los mecanismos vasalláticos fueron utilizados por Carlomagno como medios para suplir la debilidad del aparato administrativo. Demostraron a la postre su insuficiencia para contener la desintegración del Estado franco legado por el restaurador del Imperio. En el 877, por un capitular promulgado por Carlos el Calvo en Quierzy-sur-Oise, se daba conformidad cuasi-oficial a una costumbre ya muy extendida: el carácter hereditario que los vasallos daban a sus beneficios.
Los lazos de vasallaje reforzaron la solidaridad entre los miembros de las capas dirigentes frente a los no privilegiados que quedaban fuera de sus mecanismos y, pese al carácter anárquico que en ocasiones podían adquirir, sirvieron en más de una ocasión para impedir que el Estado se disolviera por completo.
La Nobleza: Títulos de victoria
Un título de victoria es un título honorífico otorgado a un comandante militar exitoso para conmemorar la derrota de una nación enemiga. Esta práctica fue usada primariamente en la Antigua Roma y aún hoy es mayormente asociada con los romanos, pero también fue adoptado como práctica por muchos imperios modernos, especialmente el Napoleónico, el Británico y el Ruso.
Antigua Roma
Los títulos de victoria eran considerados como lo que es en latín el cognomina(segundo nombre) y eran usualmente el nombre del enemigo derrotado por el comandante. Así, nombres como Africanus (“el Africano”), Creticus (“el Cretense”) o Germanicus (“el Germano”), aparentemente fuera de lugar para los ardientemente patrióticos romanos, son de hecho expresiones de la superioridad de Roma sobre esos pueblos. Algunos de estos títulos eran considerados como hereditarios.
La práctica de este sistema de premios estaba firmemente establecida entre la República de Roma. El más famoso recipiendario de un título de victoria republicano fue Publius Cornelius Scipio, quien, por sus grandes victorias en la Segunda Guerra Púnica, fue premiado por el Senado romano con el título “Africanus” y así es conocido en la Historia: Scipio Africanus. Su nieto adoptivo Scipio Aemilianus Africanus recibió el mismo título luego de la Tercera Guerra Púnica y es conocido como “Scipio Africanus el Joven”.En el Imperio Romano, la práctica continuó, aunque enmendada por algunos emperadores que deseaban enfatizar la totalidad de sus victorias agregando al título el término Maximus (“el Más Grande”). Así, por ejemplo, Germanicus Maximus significaba “el Más Grande Germano”. Este gusto creció hasta ser vulgar para los estándares modernos, con grandiosas acumulaciones de títulos parcialmente ficticios.Época Medieval
Después de la caída de Roma, la práctica continuó de manera notablemente modificada con Carlomagno, y de una manera similar con Edward I de Inglaterra.
El primer emperador carolingio de los Francos se autodenominaba Dominator Saxonorum ("Dominador de los Sajones ") después de subordinar por la fuerza al último gr
an pueblo pagano del imperio, de allí en adelante transformado en un Ducado vástago, esto es, bajo su propia dinastía ducal pero vasallo del Sacro Emperador Romano.Edward I de Inglaterra era tratado como "Hammer of the Scots” (Scottorum malleus), algo así como el “Martillo de los Escoceses”. Fue un rey que adquirió protagonismo histórico al conquistar extensos territorios de Gales y por estar cerca de conseguir lo mismo en Escocia.Época ModernaMás tarde, el término sería nuevamente aplicado a títulos otorgados en conmemoración de una gran victoria militar, pero ahora en la guisa de un título aristocrático feudal, a menudo hereditario, pero solo en apariencia: no se requería un feudo, de hecho, eran concedidos al principal de una batalla donde el monarca simplemente no tenía autoridad constitucional para otorgar nada válidamente en virtud del derecho local.Esta nueva forma era incluso más específica que la práctica romana. En lugar de nombrar al enemigo –que podía ser repetitivo-, vinculaba el nombre de la batalla, situación que era única la mayoría de las veces y daba al título mayor exclusividad. Otro nivel de protección estaba disponible por el nombramiento de un lugar cercano, como “Austerlitz”, el cual Napoleón declaró que sonaba mejor que la alternativa.
Imperio Ruso
Los títulos de victoria fueron populares en el Imperio ruso en el período entre Catalina la Grande y Nicolás I. Cuando en 1707 Alexander Menshikov ocupó Ingria (Izhora) en Suecia durante la Gran Guerra del Norte, el zar Pedro I lo designó oficialmente como Príncipe Izhorsky.
1775 — Chesmensky para el Conde Aleksey Orlov por su victoria en la batalla naval de Chesma;
1783 — Su Serena Alteza Príncipe Tavrichesky para Grigori Potemkin por su anexión de Crimea y Nueva Rusia (Táurida, el antiguo nombre griego del área);
1813 — Su Serena Alteza Príncipe Smolensky para Mikhail Kutuzov por su derrota de Napoleón en Krasnoi, cerca de Smolensk, durante la invasión napoleónica a Rusia;
1831 —Su Serena Alteza Príncipe Varshavsky para Paskevich por haber tomado Varsovia durante el Levantamiento de Noviembre (1830-1831)
El Príncipe Izhorsky
Otros títulos rusos, otorgados a veces por campañas completas antes que batallas específicas, fueron:
El Príncipe SmolenskyPrimer Imperio FrancésNapoleón I Bonaparte fue fundador de una dinastía y único gobernante de Francia como premier Empire, manteniendo dos veces –con la excepción del período que estuvo en Elba- el protocolario rango de Emperador. Bonaparte debía su éxito, tanto su ascenso personal como el crecimiento de su imperio, sobre todo a su excelencia militar, por lo que es altamente sorpresivo que concediera los más grandes honores a sus generales, principalmente el importante número que fue elevado al supremo rango militar de maréchal (mariscal).El renacimiento del título de victoria original, creado por una victoria específica, era una forma ideal y todos los titulares fueron victoriosos mariscales.Los más altos de estos títulos eran cuatro Principados nominales, en la mayoría de los casos otorgados como una “promoción” a los portadores de títulos de victoria ducales:
Mariscal Davout, Príncipe de Eckmühl – 1809
Mariscal Masséna, Príncipe de Essling – 1810
Mariscal Ney, Príncipe de la Moskowa - 1813 (Batalla de la Moskowa es el nombre francés para la Batalla de Borodino)
Mariscal Berthier, Príncipe de Wagram – 1809
El Príncipe de la Moskowa y Duque de ElchingenSiguientes en rango venían diez ducados:Mariscal Ney, duque de Elchingen – 1808Mariscal Lefebvre, duque de Dantzig – 1807Mariscal Junot, duque de Abrantès – 1808Mariscal Davout, duque de Auerstaedt – 1808Mariscal Augereau, duque de Castiglione – 1808Mariscal Lannes, duque de Montebello – 1808
Mariscal Marmont, duque de Raguse – 1808
Mariscal Masséna, duque de Rivoli – 1808
Mariscal Kellermann, duque de Valmy – 1808
Mariscal Suchet, duque de Albufera – 1813
Segundo Imperio Francés
Aunque Napoleón III nunca se acercó al genio militar de su predecesor, e incluso es recordado por sus derrotas, amaba vincularse en numerosos aspectos del Primer Imperio, así que no sólo revivió muchas de sus instituciones y restableció los títulos que Napoleón I había otorgado, sino que creó algunos nuevos.
Probablemente por falta de memorables hazañas militares, estos incluían sólo dos títulos de victoria, ambos de rango ducal:
Malakoff (por la Guerra de Crimea) para el Mariscal Pélissier en 1856
Magenta (por la Campaña de Italia) para el Mariscal MacMahon en 1859
El Duque de Magenta
La Alianza entre el Trono y el Altar
En la Edad Media, el hombre se hallaba inmerso en una época cristo-céntrica, en la que los Padres de la Iglesia se encargaban de transmitir al mundo la concepción de una sociedad cristiana universal.
La Cristiandad estaba sometida a dos poderes: el religioso, que era la Iglesia de Roma, encabezada por el Papa, y el secular, que era representado por un líder, el emperador o el monarca del país cristiano más importante. Para la Iglesia era necesario que el soberano fuese ungido, para que, como rey por la gracia de Dios, promoviese la justicia y la paz en la Cristiandad. De esta manera la Iglesia, como guardiana de la fe, se apoyaba en los reyes y los ungía para que guiasen a la Humanidad hacia su redención.
La Cristiandad como conjunto de países cristianos nació en el siglo IV, cuando el emperador converso Constantino hizo de ella la religión oficial del Estado y en el 325 convocó el primer concilio ecuménico, el de Nicea, presidido por el papa Silvestre I y al que asistieron representantes de todo el mundo civilizado. Entre los pueblos bárbaros fue el reino de los francos el primero que se cristianizó, al convertirse su rey Clovis (o Clodoveo) en el 496, le siguió el reino visigodo de Hispania en el 587. Con San Benito de Nursia la Cristiandad cobró realidad en el siglo VI, desarrollándose un tejido de monasterios en los que se preservó la fe, se transmitió la cultura clásica y se evangelizó de nuevo Europa, incluso mucho más allá del antiguo Imperio Romano.
En los siglos XII y XIII se alcanzó el apogeo de la Cristiandad. Fue un período de plenitud, de altos ideales y de inesperados prodigios, en el que la conquista de Jerusalén y el establecimiento de un reino y varios principados en Tierra Santa provocó un desbordamiento de alegría piadosa y una revitalización de la fe.
En aquella Europa existían monarcas fieles al Papa que se convirtieron en el brazo secular de la Iglesia Católica, en el marco de una permanente “alianza entre el trono y el altar”, a diferencia de los díscolos emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, que habían dejado de ser defensores de la Santa Sede. Al rey que recogió esta función protectora, para hacer sobrevivir el ideal profundo del Imperio, se le dio el título de Cristianísimo, como en el caso de los Capetos de Francia, o sencillamente Católico, como se calificó a los primeros reyes de la España unificada.Los líderes cristianos de la realeza de Europa entre los siglos VIII y XVI se suceden durante treinta generaciones de diferentes dinastías: siete son Carolingios, cuatro Sajones, diez Capetos, cinco Valois, tres Habsburgos y los primeros reyes de la España unificada. Pero todos pertenecen a un solo linaje que desciende del enlace entre la Casa real de David en Occidente y la estirpe cristiana de Carlomagno. A lo largo de este período destacan cuatro soberanos como grandes protectores de la Iglesia, defensores de la Cristiandad en el exterior por medio de las armas y en el interior por la difusión de la fe: el carolingio Carlomagno, el sajón Otón III, el Capeto San Luis y el Habsburgo Carlos V.
De los emperadores a los reyes
En el año 800, el Papa León III coronó a Carlomagno, rey de los francos, como emperador de los romanos y líder secular de la Cristiandad, el que pasaba a sustituir en Occidente al emperador de los bizantinos o romano-orientales. Entonces, la Cristiandad pasó a replegarse a Europa occidental, en Roma y en Aix-la-Chapelle.
Los emperadores carolingios son:- Pepín “el Breve”, Rey de los francos (742-768)- Carlomagno, Emperador ( 742-814)- Luis I “el Piadoso”, Emperador (778-840)- Lotario I, Emperador (799-855)- Luis II, Emperador (828-875)- Carlos III “el Gordo”, Rey de Francia, Emperador (839-887)- Arnulph I, Rey de Alemania, Emperador (863-899)Emperador Carlomagno
En la segunda mitad del siglo IX, la institución imperial se encontraba ya en crisis, a la vez que el propio linaje carolingio se deshacía en luchas fratricidas. En cambio, emergían poderosos los Robertinos en Francia y los Sajones en Alemania. Ante ello, el Papa de Roma, que no podía ampararse en los cada vez más débiles carolingios, comenzó a recurrir a estas familias para la defensa de los intereses pontificios en particular y cristianos en general.
Los emperadores sajones son:- Enrique I “el Pajarero”, Rey de Alemania, Emperador (875-936)- Otón I, Rey de Alemania, Emperador (912-973)- Otón II, Rey de Alemania, Emperador (953-983)- Otón III, Rey de Alemania, Emperador (… -1002)Otón III de Alemania
Otón III aunó en su personalidad la orientación de los dos Imperios, el Occidente y el Oriente: su fin era reunir los distintos países para constituir un imperio universal fundado en el orden cristiano. Pero al morir sin hijos en plena juventud, se registra un cambio de dinastía. Esto no implica una ruptura del linaje elegido: en los Capetos franceses convergen las tres ramas principales de la estirpe davídico-carolingia, por lo que se consideran los sucesores suyos con prioridad sobre otros descendientes, siendo Francia entonces la hija predilecta de la Iglesia.
Los reyes Capetos franceses son:
- Roberto II “el Piadoso”, Rey de Francia (972-1031)- Enrique I, Rey de Francia (1005-1060)- Felipe I, Rey de Francia (1052-1108)- Luis VI, Rey de Francia (1077-1137)- Luis VII, Rey de Francia (1120-1180)- Felipe II “Augusto”, Rey de Francia (1165-1223)- Luis VIII, Rey de Francia (1187-1226)- Luis IX, Rey de Francia (1215-1270)- Felipe III, Rey de Francia (1245-1285)- Felipe IV “el Hermoso”, Rey de Francia (1268-1314)
San Luis de Francia
El cruel enfrentamiento de Felipe IV con el Papa Bonifacio VIII hasta la muerte del Pontífice, así como la destrucción de la Orden del Temple durante su reinado, convierte al monarca francés en maldito y provoca la extinción de la dinastía en 1328. Entonces se produce el advenimiento de los Valois, rama segundogénita de los Capetos y la preferencia divina se traslada al nuevo rey elegido, su sobrino Felipe VI, hijo de Carlos de Francia, conde de Valois.
Los reyes Valois son los siguientes:- Felipe VI, Rey de Francia (1293-1350)- Juan II “el Bueno”, Rey de Francia (1319-1364)- Carlos V “el Sabio”, Rey de Francia (1338-1380)- Carlos VI “el Loco”, Rey de Francia (1368-1422)- Carlos VII, Rey de Francia (1403-1461)Felipe VI de Francia
El abandono por parte de Luis XI, hijo y sucesor de Carlos VII, de los valores morales y de los principios en que se habían fundamentado los Capetos y los Valois, provocó su rechazo como rey elegido para liderar la Cristiandad. La Santa Sede se volvió hacia el nuevo Reino de España, concediendo a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla el título de Católicos, con lo que se les reconocía como brazo secular de la Iglesia romana en agradecimiento a la recuperación de la totalidad de España para el cristianismo y a la obra evangelizadora española que se iniciaba en América.
Los últimos monarcas elegidos son:- Los “Reyes Católicos” de España,· Fernando de Aragón (1452-1516)· Isabel de Castilla (1451-1504)- Maximiliano I de Austria, Emperador (1459-1519)
- Felipe II, Rey de España (1527-1598)
Felipe II de España