DE SAN JULIÁN DE BANZO A SAN MARTÍN DE LA VAL D'ONSERA.

Décimo quinta Salida Senderista del Año 2023.

DE SAN JULIÁN DE BANZO A SAN MARTÍN DE LA VAL D'ONSERA.

Realizada el domingo, 17 de Septiembre. 

9 Km y 720 m de Desnivel de Dificultad Media.

Tres personas se presentaron a las 7:00 en la puerta calle de la Estación Central de Autobuses para participar en la salida programada para la travesía pirenaica que va del embalse de La Sarra al Arriel Alto. Dado el régimen de lluvias torrenciales previsto para la zona de los Pirineos centrales se propuso adelantar la escapada organizada con fecha de 1º de Octubre consistente en cubrir el recorrido que va de San Julián de Banzo a la ermita de San Martín de la Val d'Onsera en la Sierra de Guara, de modo que al efectuar la permuta de la travesía del 17 de septiembre por la siguiente en el calendario senderista del 1º de Octubre, trasladando la que va de la Sarra al Arriel Alto a esa fecha, no sólo se cumplía la programación de contenidos sino que no se alteraban éstos.

Se adoptó esta opción y los tres participantes con Fefi como conductora, más Loreto y Pascal, salieron hacia la Sierra de Guara donde el tiempo atmosférico respetó la iniciativa de los senderistas que llegaron por el desvio de la N-240 que va de Huesca a Barbastro, a Loporzano y de ahí por comarcal a San Julián de Banzo, desde donde iniciarían la marcha a pie a las 10:30.

El camino los llevó cuesta arriba al monte por cuya base discurre el barranco al que bajaron para efectuar por su lecho de piedra fina flanqueado por roca viva y profusa vegetación de boj un tramo de más de un Km, después del cual desviaron a otro secundario que afluía en él, lo que suponía ganar en altitud progresiva. Abandonaron este ramal y se internaron por un bosque mixto cerrado formado por encinas y robles, dando un salto diferencial importante en cota de altura. Esta asombrosa masa forestal en perfecto estado de conservación. El sendero de flanco rocoso ascendía por un sendero alfombrado de hojas secas seguía un recorrido oscurecido por la densa masa forestal hasta la fuente de la Puerta del Cierzo.

Una placa memora por el finado montañero de Barluenga adosada al muro del farallón detiene la atención de los senderistas. Allí el desvío por el Paso de la Viñeta queda en desuso por arriesgado y deteriorado. Optan por el que circunvala el monte en lazadas que zigzaguean hasta encumbrarlos al collado de San Salvador de más de 1.100 m, desde donde la contemplación de las ciclópeas formaciones calizas de redondeados perfiles anonada a los visitantes. El cordal sobre el que se sustentan divide las aguas que vierten, por un lado, hacia el fragoroso barranco del que proceden, y por el otro a las abismales fauces del desfiladero de San Martín en cuyo más recóndito seno subsiste el cenobio.

El acceso a ese profundo abismo fluvio-kárstico es tortuoso. Mitiga esa atormentada condición que pone rebuscadas dificultades al acceso del santuario de la Val, un descenso con sirgas que serpentea por la vertiginosa ladera calcárea. Hollado el fondo de esa indescriptible encrucijada, los exploradores no se detienen en su cauce aun habiendo tocado fondo. Han de remontar hasta la cabecera del colosal enclave donde los pétreos muros abruman la mirada y el estado de ánimo. Donde un mundo insólito sólo apto para los que con templanza conjugan el entusiasmo por el descubrimiento con el control de las emociones de todo signo. El impactante reducto conforma y confirma al final de un abismo al que no llega la luz del sol. Una cascada de 30 m en caída libre hace que sus aguas se pulvericen por su camino antes de tocar el suelo.

El sobrecogedor desfiladero aísla y protege de la civilización un cenobio que recibe y transmite una fuerza telúrica que los visitantes captan anulando el discurso de la mente. El impacto que ejerce la ermita rupestre y su entorno sobre el ánimo del denodado explorador es palpable o impalpable en función del estado receptivo. Un rincón sin salida éste, el de San Martín, mágico y magnético, evocador, solitario y místico. Esta reliquia del pasado se remonta en su origen a la época visigótica. En el año 1075 fue un lugar de culto masculino que en el siglo XII pasó a ser de signo opuesto.

Lugar de leyenda que fue visitado por Pedro IV. Devoto de este sacro recinto medieval, acudió en demanda de sucesor varonil de su tercer matrimonio, el que contrajera con doña Leonor. Caminaron ambos anduvieron a pies descalzos desde su palacio de Pedrola. En la Val d'Onsera hicieron una novena y por intercesión de San Martín de Tours les nació un hijo al que le pusieron por nombre Martín.

Impregnados de energía, los osados buscadores tomaron el sendero de retorno bajo el vuelo majestuoso de los buitres que dejaban a su paso un perceptible zumbido por fricción de sus alas con el aire. Llegaron a la base de estacionamiento a las 15:45 después de cinco horas y cuarto de camino por los sombríos bosques de robles y encinas, barrancos y laderas.