DE MORATA DE JALÓN A RICLA.

Vigésimo primera Salida Senderista del Año 2023 

DE MORATA DE JALÓN A RICLA 

Realizada el domingo, 10 de Diciembre - 12 Km (previstos) y 230 de Desnivel de Baja Dificultad 

Un equipo de cinco personas se juntó en la Plaza Mayor de Morata de Jalón a las 8:30 para acometer la travesía que había de llevarles a Ricla en tres horas aproximadamente. Y decimos equipo por el carácter colaborador de sus miembros, especialmente del guía local acompañante, Manuel, que condujo al grupo por tan interesantes lugares. 

Los cuatro senderistas provenientes de Zaragoza se habían concitado en la puerta calle de la estación Central de Autobuses y salieron hacia la A-2 a las 7:30 en el coche de Pilar al que subieron Ricardo, Lucía y Pascal para llegar a destino a las 8:20. Manuel Mercado, como buen cicerone, explicó in situ, a grandes rasgos, el contexto socio-económico del fastuoso palacio del Conde de Morata, en la época, siglo XVI, y el barroco posterior, en que se construyó. 

De allí salió el grupo hacia el puente, de atrevido diseño, sobre el río Jalón, enclave precedido de un peirón reformado. La osada construcción en piedra caliza del puente de un solo ojo amplio de unos veinte metros de amplitud supera en técnica al medieval, de aguas abajo, en Épila. El de Morata soportó en su momento, como innecesaria y arriesgada prueba de fuego, el paso de una retrocarga de 25 Tm. 

El experto acompañante siguió un derrotero, distinto al de cualquier excursionista, por trochas apenas reconocibles mientras comentaba en dirección al viejo y semiderruido castillo de Chodes que se aferra, enhiesta su torre y los buitres que la coronan, sobre un elevado risco. En la vegetación de este tramo inicial predomina el romero, ahora en flor blanca, lila y rosa, en tres variedades.  Olivares, algunos improductivos a causa del cambio climático, otros arruinados y abandonados. Fajas de tierra que fueron viñedos arrancados por las disposiciones y las conveniencias de la C.E.E. 

De la peculiar orografía, destacaba el Sillón del Rey. Más adelante los muros calizos de escalada con algunas de las vías de escalada más populares ajustadas al Diedro, en que uno de los senderistas en su tiempo se midió. Buena parte del recorrido se adentra en los sotos del río que cambia de arriba abajo tanto la perspectiva como el paisaje vegetal. Los senderistas se sumergen en un manto verde cuyo libro se abre por páginas, dicho sea no sólo en sentido figurado sino también en el textual, de especies que se muestran al paso de los visitantes. Esto es, si de jalonar aquella marcha por el río Jalón se trataba, he te ahí que, para ilustrar mejor el entorno botánico, éste se ambienta con paneles y soportes de cada especie informando acerca de las propiedades de cada planta. 

Manuel comenta como una enciclopedia viviente, multitud de temas vinculados al espacio que estudiamos. Se analizaron las causas de los traslados trashumantes de las colmenas apícolas a Levante donde las abejas libarán el polen de la flor del azahar. Si el río parece crecido por sus 8 m cúbicos que aloja por segundo, qué sería en 1920 cuando sus aguas anegaron el túnel del tren que perfora la montaña. Habló también de los 5.000 trabajadores y artificieros que construyeron el ferrocarril en 1850, y los disturbios anarcosindicalistas provocados en Zaragoza al quedarse en paro una vez acabadas las obras, consecuencia de cuyas revueltas fueron tres muertos. Se optó para evitar otros desencadenantes trasladar a los reivindicadores a las obras férreas de Extremadura. 

En el meandro de La Viuda, encrucijada geológica de difícil maniobra donde se aúnan el túnel viario, el río, y los farallones cársticos, el líder acercó al grupo a la necrópolis tardorromana que fue tristemente vandalizada, de las tumbas y pertrechos funerarios expoliados, apenas se ha podido recuperar ajuar alguno. Un bosque de álamos emergente del estrecho margen fluvial que le separa de los desplomes rocosos confiere una singular belleza invernal al tramo que media entre el meandro y el largo túnel de 600 m que han de atravesar los expedicionarios linterna en mano. 

A la salida de aquél dos importantes hitos marcan el camino, un acerado viaducto ferroviario sobre el mismo río donde el Aranda al que ha confluido el Isuela, se junta con el Jalón, que, a su vez fue desviado por obras de ingenio estratégico y ferroviario. Las aguas rebullen caudalosas bajo el férreo armazón metálico al que raudos pies ponen pronto en distancia para llegar a una acequia canalizada entre el cañaveral y la roca madre, y a su vez suspendida sobre una vega a la que resulta difícil asomarse. 

A estos dos eventos, añádanse, superada la prueba, remontarse a una loma donde la plantación de melocotoneros prima sobre el fértil suelo. Alcanzado el camino que serpentea entre la línea férrea y los invernaderos de los planteristas, ya se vislumbra Ricla y su señera torre mudéjar, que no tardarán más de 30 minutos en visitar. A las 12:00 aprovechando que don Hilario oficia Misa, entran en el templo para poder contemplar el interior barroco de la Iglesia de la Asunción. 

Si el tren que había de trasladar al grupo de Ricla a Morata pasa las 17:15, mejor ponerse en marcha de regreso desandando el camino que esperar cinco horas más. Así que ni cortos ni perezosos, se ponen en marcha buscando la ruta no siempre fácil de identificar. Caracolean unas veces, retroceden otras por el Camino del Jabacín, indagan el acceso a la Peña agujereada, de modo que suman Kms hasta duplicar los previstos, eso sí, concluyendo orgullosos todos de sentirse unidos y de su apuesta felizmente resuelta en virtud de su paciente y proactiva actitud de servicio.