DE RUESTA A SANGÜESA POR EL CAMINO DE SANTIAGO.

Décima Salida Senderista y Cuarta Cultural del Año 2024

DE RUESTA A SANGÜESA POR EL CAMINO DE SANTIAGO

(A pie desde Undués de Lerda, 11 Km ida y 95 de Desnivel de Escasa Dificultad)

 

Realizada el domingo, 12 de Mayo

Cinco senderistas acudieron a esta convocatoria concerniente a la travesía anunciada. A las 7:00 salieron de la puerta de la Estación Central de Autobuses en el coche conducido por Fefi, Lucía, Mª Luz, Diego y Pascal, hacia la carretera de Castejón de Valdejasa y Cinco Villas, de modo que por Ejea, Sos y Navardún llegaron a Ruesta, la comunidad más septentrional de las Cinco Villas, a las 10:20. Visitaron el enclave rural abandonado a causa de la pérdida de sus haciendas que sufrieron los vecinos víctimas de que sus fértiles tierras fueran anegadas por las aguas del embalse de Yesa.

El enclave respira un aire fantasmal. Las dos torres prismáticas del castillo se alzan sobre un incierto mundo de ruinas, casas invadidas por la vegetación como si de un paraje camboyano, el Angkor Vat, sometido por la selva se tratara. Esa soledad del abandono de la España vacía, en esta ocasión de un vacío forzado, provocado por ordenamientos incontestables. Se intenta recuperar para los visitantes un entorno gratificante que no impedirá el trauma. Un trasiego de operarios al servicio de los sindicatos brujulea y reconstruyen ¡Tajo no les falta! Ya dispone este lugar de Albergue de Peregrinos, Casa de la Cultura y bar. En los grandes muros proclamas gráficas invocan pro empática solidaridad.

El quinteto de marras trató de explorar las ribereñas inmediaciones sin llegar a la orilla del pantano. Optaron los senderistas modificar el plan inicial y decidieron recorrer la media etapa que desde Ruesta llega a Undués de Lerda, en vez de acudir ahí automovilizados para caminar desde Undués hasta Sangüesa. Salieron a pie, pues, de Ruesta por el Camino de Santiago a las 10:30 y a la vera del camino antiguo, de neto sabor bucólico, encontraron la singular ermita de Santiago de pura factura románica. Atravesaron el río por un puente de madera desde el que se divisaba el despoblado a modo de balconada que se asoma sobre una cornisa de vegetación.

El sendero tupido de matorrales pronto pierde su encanto natural que acompañaba a los peregrinos de décadas anteriores y abandona la nostalgia al margen de un ancho camino que si bien flirtea con un envidiable bosque de pinos salpicados de majuelos, enebros y bojes, terminará después de alcanzar cierta altitud en lomas que ondean abiertas a la diáfana luz de un día soleado de estimulante brisa. El nuevo tramo se apunta a su favor un inefable tapiz cromático de flores blancas de las margaritas, gualdas de las aliagas, azul cobalto de innominadas plantas, tomillos en eclosión y ababoles en pudorosos y aireados arreboles. Todo un deleite para los sentidos en fragancias abonadas a una bien acreditada biodiversidad.

El camino convertido al fin en un tobogán de sube y baja, de exigente peaje que se blanquea en forma de sudoroso esfuerzo por lo que cuestan las cuestas permite atisbar cambios en un horizonte que se dilata ad infinitum. Hacia el mediodía la escasa civilización que se acerca, pasada la montaraz página saturada de coníferas y arbustivo monte bajo, lo hace a modo de ovinos apriscos y escasos campos de cultivo. Undués de Lerda y la sombra que proyecten sus muros protegerán de la lacerante radiación solar que aguijonea la epidermis de los desprotegidos caminantes. Sólo una cincuentena de almas lo habitan, si bien los forasteros se hacen notar más que los propios del lugar a escasos metros de la provincial vecindad de Navarra.

Un atractivo y típico caserío pavimentado de primorosas viviendas de piedra bien conservadas. Un antiguo palacio se rehabilitó como albergue de peregrinos, pero es la iglesia de San Martín de Tours construida en 1592, la que atesora un magnífico retablo que fue encargado al escultor navarro Adrián Almándoz en 1609. Restauradas las fuerzas de los ameritados senderistas jacobeos bajo la sombra protectora de un copudo almez en la plaza a la que da su puerta el templo parroquial, retomaron el camino de regreso que sumó un total, según precisan los contadores de científico diseño, 27'8 Km entre la ida y la vuelta, y un desnivel acumulado de más de + 750 m. (Ruesta--> Undués de Lerda -->Ruesta). Bajo la pérgola verdeante del bar de Ruesta refrescarían sus glotis los amigos del Camino para celebrar la culminación de su osadía andante antes de partir para la ciudad a las 18:20, poniendo así el colofón de esta décima salida del año en curso.