Literaturas Centroeuropeas

Seccion mantenida:Alvaro Morales y Paola Miranda

HISTORIA:

La cultura centroeuropea es la que florece en los territorios que estuvieron supeditados a la antigua monarquía austro-húngara y a la República Polaco-lituana, desaparecida a finales del siglo XVIII. Ateniéndonos a esta definición, nos percatamos de que para hablar de las “literaturas pedorras” tendríamos que abarcar las siguientes literaturas nacionales: la austríaca, la checa, la eslovaca, la húngara, la polaca, la lituana, la letona, la estonia, la ucraniana, la serbia, la croata, la eslovena, la bosniaca, la macedonia, la búlgara, la rumana y la del norte de Italia, cada una de las cuales cuenta con un número nutrido de obras correspondientes a diferentes épocas, así como con numerosas antologías y trabajos críticos.

Los primeros grandes autores renacentistas y barrocos

Jan Kochanowski, en Polonia (1530-1584), llamado “padre de la poesía polaca”, es autor de una obra poética renacentista de alto nivel marcada por una profunda erudición clásica

En Hungría surge la figura de Miklós Zrinyi (1664), quien en su obra El peligro de Sziget, al describir el heroísmo de una fortaleza húngara reducida durante el asedio del feroz enemigo turco, quería incitar a sus compatriotas a luchar contra el invasor otomano.

Es precisamente en la época barroca cuando la literatura austriaca alcanza su momento de mayor esplendor, especialmente en el teatro. Franz Giliparzer consigue un estilo muy original uniendo variados elementos dramáticos. Destacan las comedias de Stranitzki, Raimund y Nestroy.

El auge poético del Romanticismo

Tras la época de la Ilustración, que no tuvo una realización particularmente notable en esta zona, el Romanticismo supuso un nuevo auge de la producción literaria. En Polonia, despojada de su entidad de estado independiente, aparecen los tres grandes poetas nacionales, llamados por la crítica del país “profetas de la nación”: Adam Mickiewicz, Juliusz Slowacki y Zygmunt Krasinski.

Realismo histórico y costumbrista

El autor más destacado de la narrativa histórica es el polaco Henryk Sienkiewicz, cuya novela Quo Vadis (llevada varias veces a la pantalla) le lleva a convertirse en 1905 en el primer premio Nobel centroeuropeo.

Las últimas décadas

Hay que destacar a poetas y escritores checos conocidos internacionalmente, como Bohumil Hrabal, Vaclav Havel, el cada vez más afrancesado Milan Kundera y el premio Nobel 1984, Jaroslav Seifert; los poetas polacos galardonados con el premio Nobel, Czeslaw Milosz (en 1980) y Wislawa Szymborska (en 1996); los austriacos Ransmayr, Jelinek, Marianne Fritz, Erich Hackl y Josef Winkler; los húngaros exiliados después de 1956: Lajos Zilahy y Sándor Márai, y el primer premio Nobel húngaro Imre Kertesz (en 2002). También el italiano Claudio Magris, de Trieste, y muchos otros literatos presentes en todos los países de la zona.


CRONOGRAMA


Rasgos y características:

Es precisamente en la época barroca cuando Franz Giliparzer consigue un estilo muy original uniendo variados elementos dramáticos. Tras la época de la Ilustración, que no tuvo una realización particularmente notable en esta zona, el Romanticismo supuso un nuevo auge de la producción literaria.Hacia finales del siglo XIX, pasado ya el entusiasmo romántico y en los albores del Modernismo, encontramos un extraordinario auge de la novela histórica y del realismo costumbrista, inspirados en las novelas de Walter Scott, en el realismo de Balzac

Kafka recurre al subjetivismo, al simbolismo y a la poética de la pesadilla para situar al lector en un clima de profunda angustia existencial, mientras que Hasek, al crear a su entrañable protagonista, el soldado del ejército austro-húngaro Svejk, sin duda uno de los personajes más representativos de las letras centroeuropeas, combate el absolutismo de la maquinaria estatal a través de la sátira.

Los escritores centroeuropeos de hoy, al igual que los de ayer, siguen mostrando un talante particular, caracterizado por una indefinible pero palpable poética centroeuropea en la cual se mezclan motivos y actitudes: la rebelión contra la opresión política y social, la autoironía, un aire místico judaico o cristiano, cierta tendencia a la exploración del pasado histórico y un carácter aparentemente localista pero que explora cuestiones éticas, sociales y psicológicas universales.

Las próximas décadas mostrarán si la cultura centroeuropea, abierta a un intercambio mucho más libre y dinámico con occidente en la época de una cada vez más exacerbada comercialización y globalización, será capaz de preservar los rasgos característicos que constituyen su compleja y única idiosincrasia.

Literatura húngara antigua y medieval

Durante la Edad Media y hasta bien entrado el Renacimiento la principal lengua de escritura en Hungría era el latín

La literatura del Renacimiento floreció en Hungría bajo el reinado de Matías Corvino (1458–1490). Janus Pannonius, aunque escribió en latín, está considerado como una de las principales figuras de la literatura húngara, por ser el único poeta humanista significativo. También durante el reinado de Matías Corvino se fundó la primera imprenta de Hungría

La poesía de Balassi presenta influencias medievales, y sus poemas pueden clasificarse en tres secciones: poesía amorosa, poesía de guerra y poesía religiosa.

En el ámbito de la literatura religiosa, la obra más importante de esta época es la traducción de la Biblia realizada por Gáspár Károli

Ilustración y reforma lingüística,La literatura de esta época abunda en memorias e introsecciones, la publicación de libros aumentó significativamente, pese a la existencia de censura política y religiosa

La literatura en checo está dividida en diversos periodos temporales: la Edad Media; el Periodo husita; los años de la recatolización y el Barroco; la Ilustración y el Despertar checo del siglo XIX; las vanguardias de Entreguerras; los años del Comunismo y de la Primavera de Praga; y finalmente el periodo postcomunista de la República Checa. La literatura y cultura checa ha tenido un papel principal en las dos últimas ocasiones en las que la sociedad checa vivió bajo la opresión y las actividades políticas no eran posibles. En ambas ocasiones, a principios del siglo XIX y de nuevo en la década de 1960, los checos emplearon sus esfuerzos literarios y culturales para crear una libertad política y establecer una nación segura y políticamente consciente

AUTORES Y OBRAS:

Jan Kochanowski , (1530 – 22 de agosto de 1584) fue un gran poeta, traductor y escritor del Renacimiento y el Humanismo en Polonia, quien estableció modelos poéticos que llevarían al lenguaje literario polaco a su plenitud. Se le considera normalmente como el mayor poeta polaco del período anterior al siglo XIX.Perteneció al movimiento renacimiento.Sus primeros poemas fueron escritos en Latín.La Concordia (Zgoda),1564,, de carácter político; El sátiro (Satyr), 1567,crítica de las discordias religiosas, y El ajedrez (Szachy), 1567. El gracioso El doctor español (O doktorze hiszpanie), (homenaje de afecto al célebre Pedro Ruiz De Moros, profesor en la Academia de Cracovia), que forma parte de la obra Epigramas (Fraszki), 1585 consta de breves poemas satíricos o amorosos que reflejan la vida en la corte.

Alexander Lernet-Holenia, El estandarte. La novela más destacada de este importante escritor austriaco (1897-1976) aborda un tema muy sugestivo en la literatura centroeuropea: la caída del Imperio austro-húngaro. El autor centra toda la acción en plena Primera Guerra Mundial, con un protagonista que se debate entre las obligaciones y tradiciones de su cargo militar y el amor romántico por una joven dama de la corte.

Angel Wagenstein, El Pentateuco de Isaac. El autor es un conocido cineasta búlgaro nacido en el seno de una familia sefardí en 1922. La vida de los judíos centroeuropeos el tema de sus principales libros, entre los que también destacan Adiós, Shanghái y Lejos de Toledo. Esta novela cuenta la vida del judío Itzik Blumenfeld, desgraciado testigo de la historia de Centroeuropea. Nació en una aldea de Galitzia; vio cómo se desmembraba el Imperio Austro-húngaro; vivió como soldado la Segunda Guerra Mundial; estuvo en un campo de concentración alemán y años después en el gulag soviético.

Miklós Bánffy, Los días contados. Magnífico novelón del siglo XIX, escrito en el XX, sobre la situación política y social de una Hungría convulsa y por los estertores del imperio Austro-Húngaro. La perspectiva está tomada desde la vida de la nobleza y la alta burguesía de aquel país, que parece presentir y esquivar su catástrofe a base de una actividad volcada en las cacerías, viajes, fiestas, casinos, amoríos, duelos de honor y presencia en la política parlamentaria.

Sándor Márai, El último encuentro. Novela que tiene una estructura que este autor húngaro, exiliado en Estados Unidos hasta su muerte, suele repetir con frecuencia: el enfrentamiento dialéctico entre varios personajes, sobre los que planea un conflicto que debe superarse en un momento dado.

Lajos Zihaly, El ángel del odio. Esta novela es un homenaje a la Hungría natal del autor, víctima tanto del nazismo como del comunismo. A través de la vida del protagonista, Mihály Ursi, astrónomo, idealista, emparentado, al casarse, con una de las familias de mayor rango del país, se narra la historia magiar desde 1939 a 1950, con abundantes referencias a los decenios anteriores y a otros momentos del pasado. Los hechos están muy bien contados, en un ambiente de tensión, de guerra, de lucha en la clandestinidad, de grandes cambios en la vida social y cultural

Selección de texto

Los días contados

" En el viejo simón iba sentado un joven, recostado cómodamente. Era Bálint Abády, un hombre delgado, de estatura mediana. Llevaba un guardapolvo de seda largo, abrochado hasta la barbilla. Se había quitado el sombrero, un sombrero de fieltro de ala ancha que se había puesto de moda tras la guerra de los bóers. Los rayos del sol le daban un brillo bermejo a su cabello ondulado, rubio oscuro.

A pesar del color de su pelo y de sus ojos claros, tenía los rasgos propios de un oriental. Tenía la frente fuerte, algo inclinada hacia atrás, los pómulos muy marcados y los ojos achinados.

No venía de las carreras sino de la estación de tren, e iba a Vársiklód, a casa de Jeno Laczók, donde habría una gran fiesta con baile después de la competición.

Había llegado desde Dénestornya a las tres. Había viajado en tren, aunque su madre le había ofrecido una carroza; el joven había notado por su tono de voz que, si bien se la había ofrecido con cariño, no le gustaba que viajara con sus amados caballos, tan queridos que habían sido criados en la vieja y famosa yeguada, como si fueran sus hijos. Abády sabía cuánto le preocupaba a su madre que sus animales pudieran agotarse, resfriarse o sufrir en desconocidos establos la maldad de otros caballos. Por eso, conociendo la verdadera voluntad de su madre, le dijo que prefería coger el tren vespertino, pues sería demasiado ir de un tirón desde Dénestornya hasta el prado de San Jorge —donde se celebraba la competición—, unos cincuenta kilómetros más allá de Marosvásárhely, y volver después a la ciudad para ir a casa de los Laczók —diez o quince kilómetros más— teniendo que desenganchar los caballos y darles pienso en alguna posada; por ello pensó que no merecía la pena, y que haría mejor cogiendo el tren de la tarde. Así llegaría temprano y coincidiría con los políticos, a los que quería conocer y consultar unas cuantas cosas.

—Bueno, hijo, si así lo prefieres —dijo la madre aliviada cuando rechazó su oferta—, pero ya sabes que te los ofrezco con gusto.

Ahora iba en un simón que se dirigía lentamente hacia Vársiklód entre tintineos. En realidad era agradable avanzar despacio por el camino real, largo y desierto, y ver cómo se levantaba el polvo y flotaba tras el carruaje como un velo, sentirlo volar indeciso sobre los prados ya segados donde las vacas rumiaban entre los rebrotes y miraban embobadas el traqueteo del coche. Era bonito avanzar silenciosamente, disfrutar de la sensación de que después de tantos años volvía a estar en casa, en Transilvania, y acercarse poco a poco al lugar donde se reunirían sus viejos conocidos. "

El ultimo encuentro

" Uno acepta el mundo, poco a poco, y muere. Comprende la maravilla y la razón de las acciones humanas. El lenguaje simbólico del inconsciente... porque las personas se comunican por símbolos, ¿te has dado cuenta?, como si hablaran un idioma extraño, chino o algo así, cuando hablan de cosas importantes, como si hablaran un idioma que luego hay que traducir al idioma de la realidad. No saben nada de sí mismas. Sólo hablan de sus deseos, y tratan desesperada e inconscientemente de esconder, de disimular. La vida se vuelve casi interesante cuando ya has aprendido las mentiras de los demás, y empiezas a disfrutar observándolos, viendo que siempre dicen otra cosa de lo que piensan, de lo que quieren en verdad... Sí, un día llega la aceptación de la verdad, y eso significa la vejez y la muerte. Pero entonces tampoco esto duele ya. Krisztina me engañó, ¡Qué frase más estúpida!... Y me engañó precisamente contigo, ¡qué rebeldía más miserable! Sí, es así, no me mires tan sorprendido: de verdad me da lástima. Más tarde, cuando me enteré de muchas cosas y lo comprendí y lo acepté todo (porque el tiempo trajo a la isla de mi soledad algunos restos, algunas señales significativas de aquel naufragio), empecé a sentir piedad al mirar al pasado, y al veros a vosotros dos, rebeldes miserables, mi esposa y mi amigo, dos personas que se rebelaban contra mí, atemorizadas y con remordimientos, consumidas por la pasión, que habían sellado un pacto de vida o muerte contra mí. "

El ángel del odio (fragmento)


" Extraña, extraña fue aquella noche de verano.

Un ángel de odio batía su tambor en el cielo. A las ocho de la noche el catafalco estaba dispuesto en el vestíbulo de palacio, donde durante toda la noche fue velado por lacayos ataviados con las suntuosas libreas de los Dukay. Innumerables coronas recubrían los muros. Sobre un almohadón de terciopelo yacían las condecoraciones papales, el collar del Toisón de Oro, la Corona de Hierro de primera clase, la Gran Cruz de la Orden del Papa, la legión de Honor francesa, en total unas dieciséis condecoraciones. Al día siguiente, a primera hora de la mañana, el público comenzó a acudir. Todos contemplaban el rostro de papá como si fuese el de un Tutankamón húngaro bajo una máscara de oro, el difunto faraón de una exótica belleza viril, con sus riquezas, rango, alegría y frivolidad. Supongo que contemplaban también su vida, como si hubiese transcurrido veloz, montada en una carroza engarzada de joyas, tirada por ocho caballos, o bien como si recordase un cañón de museo, un objeto pasado de moda que ya no se fabrica en los talleres del siglo XX.

Por la noche acompañamos el féretro a Ararat. El castillo estaba dispuesto con toda su pompa funeraria. el día 3, domingo, por la mañana, se dijo una misa de difuntos en la capilla del castillo, oficiada por tío Zsigmond. en el vasto patio en forma de U se reunieron más de mil personas, en completo silencio.

Parecía que hasta las fuentes quisieran superarse a sí mismas para la ocasión. los chorros se elevaban de forma inusitada y caían formando un irisado polvillo de agua bajo la luz del sol.

Nosotros, los familiares, esperábamos en el gran salón rojo, que estaba iluminado por esa luz verde-oro que reluce en el dorso de algunos escarabajos. Las ramas del venerable nogal silvestre filtraban la luz, que penetraba por los ventanales, bañando no sólo los marcos de los cuadros, sino también los zapatos de Kristina y la punta de la nariz episcopal de tío Zsigmond. Te cuento estos detalles para que puedas juzgar lo irreal que me parecía todo lo que me rodeaba. La casa en la que yo había nacido y crecido me resultaba, después de haber vivido unos años en Nueva York, totalmente extraña. Debido a la gran profundidad de la habitación y a la antigüedad de los muebles y pinturas, el ambiente evocaba el de una corte principesca en Florencia, o el de los grandes castillos del Loira en los días anteriores a la revolución Francesa, o quizá, aun más, el del Tiers État post-napoleónico, lo cual, mientras viví aquí jamás había detectado. Mamá estaba de pie en el centro de la habitación, con su habitual porte regio. A su derecha se hallaban Kristina y Zia, totalmente cubiertas con tupidos velos de luto. Sólo sus rostros permanecían al descubierto. "

FOTOGRAFÍA DEL 11 DE SEPTIEMBRE

Saltaron hacia abajo desde los pisos en llamas:

uno, dos, todavía unos cuantos

más arriba, más abajo.

La fotografía los mantuvo con vida,

y ahora los conserva

sobre la tierra, hacia la tierra.

Todos siguen siendo un todo

con un rostro individual

y con la sangre escondida.

Hay suficiente tiempo

para que revolotee el cabello

y de los bolsillos caigan

llaves, algunas monedas.

Siguen ahí, al alcance del aire,

en el marco de espacios

que justo se acaban de abrir.

Sólo dos cosas puedo hacer por ellos:

describir ese vuelo

y no decir la última palabra.

Vietnam

Mujer, ¿cómo te llamas? -No sé.

¿Cuándo naciste, de dónde eres? -No sé.

¿Por qué cavaste esta madriguera? -No sé.

¿Desde cuándo te escondes? -No sé.

¿Por qué me mordiste el dedo cordial? -No sé.

¿Sabes que no te vamos a hacer nada? -No sé.

¿A favor de quién estás? -No sé.

Estamos en guerra, tienes que elegir. -No sé.

¿Existe todavía tu aldea? -No sé.

¿Éstos son tus hijos? -Sí.

GALERÍA MULTIMEDIA

https://youtu.be/Dv0MLW9uhzY La metamorfosis resumen


https://youtu.be/LvmbHbp1uUA El ultimo encuentro