Literatura de los E.E.U.U.

Sección mantenida por: Irene y Victoria Brun Pérez

HISTORIA:

La literatura de Estados Unidos comenzó con los mitos, leyendas, cuentos y poemas líricos que las culturas indígenas trasmitían de boca en boca (siempre en forma de canciones).

La tradición oral de los norteamericanos nativos es muy variada.

LITERATURA ESTADOUNIDENSE. Lengua escandinava.

“El primer Día de Acción de Gracias, en 1621”, por J.L.G. Ferris, describe a los antiguos colonizadores de Norteamérica y a los norteamericanos nativos festejando una abundante cosecha.

Por cortesía de la Biblioteca del Congreso.resplandece una profunda veneración a la naturaleza, concebida como la madre material y espiritual. La naturaleza vive y está dotada de fuerzas espirituales; los protagonistas pueden ser animales o plantas y a menudo son las figuras totémicas de ciertas tribus, grupos o individuos.

La aportación de los indígenas a Estados Unidos es mayor de lo que a menudo se supone. Entre los centenares de vocablos nativos incorporados al inglés cotidiano de ese país figuran: “canoa”, “tabaco”, “patata”, “mocasín”, “moose” (alce), “persimmon” (níspero), “raccoon” (mapache), “tomahawk” (hacha) y “tótem”.


El primer registro europeo de exploraciones en América fue escrito en una lengua escandinava. La Vinland Sage(La epopeya de Vinland) relata en noruego antiguo cómo el aventurero Leif Eriksson y un puñado de escandinavos errantes se asentaron brevemente en un lugar de la costa nororiental de América —tal vez en Nueva Escocia, Canadá— en la primera década del siglo XI.

Sin embargo, el primer contacto conocido y sostenido entre el continente americano y el resto del mundo comenzó con el famoso viaje de un explorador italiano, Cristóbal Colón, auspiciado por la reina Isabel de España. En el diario que incluyó en su “Epístola”, publicada en 1493, Colón relata el dramatismo del viaje.

Los primeros intentos de colonización realizados por los ingleses fueron un desastre. Establecieron su primera colonia en 1585 en Roanoke, frente a la costa de Carolina del Norte, pero todos los colonizadores desaparecieron. La segunda colonia fue más duradera: Jamestown, fundada en 1607, soportó el hambre, la brutalidad y el mal gobierno. Empero, la literatura de la época describe a Norteamérica en tonos luminosos, como la tierra de la riqueza y la oportunidad. Los relatos acerca de las colonizaciones adquirieron renombre mundial.

En el siglo XVII, piratas, aventureros y exploradores abrieron el camino a una segunda oleada de colonizadores permanentes que trajeron a sus esposas, sus hijos, sus aperos agrícolas y sus herramientas de artesanos. La antigua literatura de las exploraciones consiste en diarios, cartas, relatos de viaje, bitácoras de navegación e informes de los exploradores a sus patrocinadores. En virtud de que, a la postre, Inglaterra tomó posesión de las colonias que iniciaron lo que hoy es Estados Unidos, la literatura colonial más conocida y comentada está en inglés.

No es probable que en toda la historia del mundo haya existido otro grupo de colonizadores con un nivel intelectual tan alto como los puritanos, de origen inglés y holandés en su mayoría. Entre 1630 y 1690 hubo el mismo número de graduados universitarios en Nueva Inglaterra y en la madre patria. Los puritanos, que se superaban por su propio esfuerzo y a menudo eran autodidactas, deseaban educarse para entender y cumplir la voluntad de Dios, al tiempo que fundaban sus colonias en toda Nueva Inglaterra.

El estilo puritano admitía enormes variantes: desde la compleja poesía metafísica hasta diarios domésticos y textos de historia sagrada de aplastante pedantería. Cualquiera que fuese el estilo o el género, ciertos temas eran constantes. La vida se concebía como una prueba en la que el fracaso se pagaba con la condenación eterna y el fuego del infierno, mientras que el éxito conducía a la beatitud celestial. El mundo era la palestra donde luchaban sin cesar las fuerzas de Dios y las huestes de Satanás, un enemigo formidable que usaba múltiples disfraces.

Por largo tiempo, los especialistas han señalado el vínculo entre puritanismo y capitalismo: ambos se basan en la ambición, el trabajo arduo y la firme determinación de tener éxito. Aun cuando, en términos estrictamente teológicos, los puritanos no podían saber si serían “salvados” y estarían entre los elegidos para entrar al cielo, tendían a suponer que el éxito terrenal era un signo que distinguía a los elegidos. No sólo se aspiraba a la riqueza y el prestigio social por sí mismos, sino como una grata confirmación de salud espiritual y una promesa de vida eterna.

Además, el concepto de la buena administración de los dones concedidos por Dios fue un acicate para el éxito. Los puritanos sentían que al buscar su propia prosperidad y el bienestar de su comunidad, daban también cumplimiento a los planes de Dios. El gran modelo literario, de creencias y de conductas, era la Biblia en una traducción autorizada al inglés. Para los puritanos, la autoridad de la Biblia provenía de su gran antigüedad.Cuando el siglo XVII cedió el sitio al XVIII, el dogmatismo religioso perdió fuerza en forma gradual, a pesar de los severos y esporádicos esfuerzos de los puritanos por contener aquella oleada de tolerancia. El espíritu de tolerancia y libertad religiosa que se propagó poco a poco a las colonias de Norteamérica se estableció primero en Rhode Island y en Pennsylvania, sede de los cuáqueros.

Los humanistas y tolerantes cuáqueros, “los amigos”, como

se les conocía, creían que el carácter sagrado de la conciencia

individual era la fuente misma del orden social y la moral. La fe esencial de los cuáqueros en el amor y la fraternidad universales los hizo profundamente democráticos y contrarios a la autoridad religiosa dogmática. Expulsados de la austera Massachusetts, que temía su influencia, fundaron en 1681 la próspera colonia de Pennsylvania, encabezados por William

CRONOGRAMA:(aparte)


RASGOS Y CARACTERÍSTICAS:


Las principales características de la literatura del primer período trascendentalista de EEUU son:

·La simbolización: los objetos que describe la obra literaria se convierten en símbolos, es decir, adquieren significados diferentes al que les es propio.

·La visión lírica de la realidad: el sujeto que interpreta la realidad debe adoptar una visión lírica, es decir, subjetiva individual.

· La penetración psicológica: la conciencia del individuo es una fuente de interpretación de la realidad.

· La admiración por la naturaleza: la naturaleza es la fuente de las experiencias más significativas para el individuo.

· La sencillez expresiva: presenta un estilo sobrio, mesurado y elemental, es la clave que revela los secretos del universo lírico.


-Una segunda etapa de la literatura norteamericana del siglo XIX está marcada por la realidad. La prosperidad material provocará el surgimiento de una literatura de tono más descriptivo y moderado.

Algunas características de este segundo período son:

· Afán de verosimilitud: la obra literaria persigue crear la mayor impresión de realidad posible. Por esta razón la descripción de los ambientes y de los rasgos físicos de los personajes es minuciosa, detallada.

·Exaltación de lo cotidiano: lo cotidiano adquiere un gran valor. Los personajes se definen en función sus actividades diarias.


SELECCIÓN DE TEXTOS:(modificar)

Existieron grandes clásicos de la literatura en EEUU.

Edgar Allan Poe. El gato negro

No espero ni pido que nadie crea el extraño aunque simple relato que voy a escribir. Estaría completamente loco si lo esperase, pues mis sentidos rechazan su evidencia. Pero no estoy loco, y sé perfectamente que esto no es un sueño. Mañana voy a morir, y quiero de alguna forma aliviar mi alma. Mi intención inmediata consiste en poner de manifiesto simple y llanamente y sin comentarios una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de estos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. Pero no voy a explicarlos. Si para mí han sido horribles, para otros resultarán menos espantosos que barroques. En el futuro, quizá aparezca alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes, una inteligencia más tranquila, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias que voy a describir con miedo una simple sucesión de causas y efectos naturales. (...)

Herman Melville.- Moby Dick

"Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lloviznoso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondría me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustituto de la pistola y la bala. Catón se arroja sobre su espada, haciendo aspavientos filosóficos; yo me embarco pacíficamente. No hay en ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra, y en más o menos grado, sentimientos análogos a los míos respecto del océano. "

“Me parece que lo que llaman mi sombra aquí en la tierra es mi verdadera sustancia. Yo pienso que, al observar las cosas de manera espiritual, nos parecemos mucho a las ostras mirando el sol desde el mar y creyendo que la densa Me celebro y me canto a mí mismo agua es la más fina de las atmósferas. Yo creo que mi cuerpo no es nada más que la escoria de mi mejor ser. De hecho, que se lleven mi cuerpo, quienquiera que vaya a hacerlo, digo, ése no soy yo.”

“WAKEFIELD” DE NATHANIEL HAWTHORNE

“Me imagino también que, al mirar atrás, esos veinte años parecerían apenas más largos que la semana a que Wakefield li­mitara en un principio su ausencia. Consideraba la aventura tan sólo como un interludio en la corriente principal de su vida. Cuando, poco más tarde, juzgase oportuno entrar de nuevo a su salón, su esposa batiría palmas al ver ante sí al señor Wakefield, ya entrado en años. ¡Ah, gran error! Si el tiempo aguardase a que acabáramos con nuestras locuras preferidas, seguiríamos siendo jóvenes, todos nosotros, hasta el Día del Juicio.

Una tarde, en el vigésimo año a partir de su desaparición, Wakefield da su paseo de costumbre hacia la vivienda que to­davía considera suya. Es un atardecer ventoso de otoño, con frecuentes aguaceros que golpean el pavimento y cesan antes de que nadie consiga abrir el paraguas. Al detenerse cerca de la casa, Wakefield advierte, en las ventanas de la sala del segundo piso, el rojo resplandor, el brillo y los destellos caprichosos de un agradable fuego. La sombra fantástica de la buena señora Wakefield se proyecta en el cielo raso. El gorro, la nariz y la barbilla, junto con el amplio talle, forman una admirable cari­catura que baila, impulsada por las llamas que suben y bajan, con regocijo casi excesivo para la sombra de una viuda de edad respetable. En ese momento vuelve a caer la lluvia y una ráfaga impertinente la arroja contra la cara y el pecho de Wakefield, que se siente traspasado por el frío otoñal. ¿Se quedará aquí, empapado y temblando, cuando en su propia chimenea arde un buen fuego para calentarlo, y su propia esposa correrá a traerle la bata gris y demás ropas de andar por casa, que sin duda ha guardado cuidadosamente en el armario del dormito­rio conyugal? ¡No! Wakefield no es tan tonto. Sube los escalo­nes pesadamente, pues los veinte años transcurridos desde que los bajara le han endurecido las piernas, aunque él no lo sabe. ¡Espera, Wakefield! ¿Quieres ir al único hogar que te queda? ¡Baja entonces a la tumba! Se abre la puerta. Al entrar Wake­field a la casa, en una última mirada, reconocemos en su rostro la sonrisa astuta, precursora de la pequeña broma que desde hace tanto tiempo le ha estado gastando a su esposa. ¡Qué im­placablemente se ha burlado de la pobre mujer! ¡Bueno, que Wakefield descanse bien esta noche!

Mark Twain. "Las cartas de Satán desde la Tierra"

Cada humano de la Tierra posee algo de inteligencia en mayor o menor grado, pero, tenga el cerebro que tenga, está orgulloso de tenerlo. Y todo humano saca pecho cuando se le nombra a los majestuosos jefes intelectuales de su raza, cuyas espléndidas hazañas adora oír contar. Como tienen la misma sangre, al honrarse a sí mismos le han honrado a él. "¡Mirad de lo que es capaz la mente del humano!", exclama. Entonces recita la lista de los humanos ilustres de todos los tiempos, repasando las literaturas imperecederas que han dado al mundo, los ingenios mecánicos que han inventado, las glorias con las que han ornado la ciencia y el arte. Ante ellos se descubre como ante los mismísimos monarcas, rindiéndoles el más profundo homenaje, el más sincero que puede dar su jubiloso corazón, exaltando así el intelecto sobre todas las cosas del mundo, entronizándolo bajo la bóveda de los cielos en una supremacía inalcanzable. ¡Y entonces se inventa un cielo que no tiene ni un ápice de intelectualidad por ninguna parte!

¿No os parece extraño, curioso, desconcertante? Pues es tal y como os digo, por increíble que parezca. Este humano, un sincero adorador del intelecto pródigo en premiar sus poderosos servicios aquí en la Tierra, ha inventado una Religión y un Cielo que no rinden el menor homenaje al intelecto, desprovisto de toda distinción o grandeza. De hecho, ni siquiera lo mencionan.

A estas alturas habréis notado que el Cielo está pensado y construido con un plan muy concreto, de tal modo que contiene en escrupuloso detalle todas y cada una de las cosas imaginables que le resultan repugnantes al ser humano ¡y ni una sola de las que le gustan!

Colmillo Blanco .Jack London

Se echó en la nieve, al lado de su presa. Vigilaba aquel juego de vida y de muerte que se desarrollaba delante de sí: el lince que trataba de comer, y el puerco espín de no ser comido.

Pasó una hora y nada ocurría. La bola espinoza bien podía ser una piedra. El lince se había petrificado. El Tuerto parecía haber muerto. Sin embargo, los tres animales nunca habían estado tan vivos como en esa ocasión.

Me celebro y me canto a mí mismo WALT WHITMAN

Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,

porque lo que yo tengo lo tienes tú

y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.

Vago…… e invito a vagar a mi alma.

Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra

par ver cómo crece la hierba del estío.

Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,

de esta tierra y de estos vientos.

Me engendraron padres que nacieron aquí,

de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,

de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también. …

A través de mi brotan voces prohibidas,

voces del sexo y del apetito,

voces veladas y yo aparto el velo

voces indecentes, clarificadas,

transfiguradas por mí.

Cubro mis labios con la mano,

Me conservo tan puro en las entrañas

como en la cabeza y el corazón,

La cópula no es para mí más vergonzosa

que la muerte.

Yo creo en la carne y en los apetitos,

Ver, oír, tocar, son milagros,

y cada parte de mí es un milagro.



AUTORES Y OBRAS:

AUTORES:

EDGAR ALLAN POE: (Boston, 1809- Baltimore, 1849) Poeta, cuentista y crítico estadounidense. Sus padres, actores de teatro itinerantes, murieron cuando él era todavía un niño. Edgar Allan Poe fue educado por John Allan, un acaudalado hombre de negocios de Richmond, y de 1815 a 1820 vivió con éste y su esposa en el Reino Unido, donde comenzó su educación.

Es el primer gran escritor del siglo. Tanto sus teorías sobre la literatura como sus poemas (el más famoso es El cuervo) sientan las bases de la poesía moderna partiendo de ciertas nociones del Romanticismo, e influyeron enormemente en la poesía europea de finales de siglo.

Su fama se debe a sus extraordinarios relatos, que también influirán en los cultivadores del género en los siglos XIX y XX. Sus cuentos combinan una tendencia hacia lo fantástico con la exactitud realista y la intriga de la trama. Gracias a algunos de ellos (La carta robada, El escarabajo de oro, Los crímenes de la calle Morgue) se le considera el fundador del género policiaco; en otros alcanza la maestría en el género del misterio y el terror (El corazón delator, La verdad sobre el caso del señor Valdemar, La caída de la Casa Usher). Es también autor de una novela, Las aventuras de Arthur Gordon Pym, que narra la historia -a veces truculenta- de un viaje en barco por el Atlántico.



HERMAN MELVILLE: (Nueva York, 1819 - 1891) es uno de los mejores escritores del siglo XIX. Sus primeras obras tratan sobre temas marineros, como Typee o Blusón blanco. Su gran creación, Moby Dick, es una de las grandes novelas de todos los tiempos. Narra la obsesiva persecución de una ballena asesina por el capitán Ahab hasta el desastre final. La trama se convierte en una metáfora del afán del hombre, heroico y soberbio a la vez, por vencer a la naturaleza o al mal, según se interprete a la misteriosa ballena.

Melville destaca también en la narrativa corta, con tres grandes títulos: Bartleby el escribiente, relato sobre un oficinista que anticipa los temas e inquietudes del escritor checo Franz Kafka; Benito Cereno, de angustiosa intriga, y Billy Budd, sobre la injusta muerte de un joven marinero.


NATHANIEL HAWTHORNE: (Salem, E.U. 1804-Plymouth, 1864) retrata en sus obras la severa sociedad puritana de Nueva Inglaterra y explora en ellas el tema del pecado y el mal. Sus principales obras son La letra escarlata, ambientada en la vida de los primeros colonos, o La casa de las siete torres, de tono fantástico. Lo sobrenatural también caracteriza sus cuentos.


MARK TWAIN: (Florida, E.U, 1835- Redding1910), seudónimo de Samuel Langhorne Clemens, es el novelista más importante de este período. Su narrativa se aleja de las preocupaciones esteticistas, y proporciona espontaneidad a la prosa de su generación, a través del tratamiento de temas cotidianos. Su espíritu satírico y su visión pesimista del ser humano se aplican tanto al pasado (Un yanqui en la corte del rey Arturo) como a la actualidad (El hombre que corrompió a Hadleyburg).

Sus mejores novelas son Las aventuras de Tom Sawyer y su continuación, aún mejor, Las aventuras de Huckleberry Finn. Las andanzas picarescas de sus jóvenes protagonistas reflejan, desde su aparente sencillez, tanto los problemas sociales raciales de la sociedad norteamericana como algunos aspectos profundos de la naturaleza humana.


JACK LONDON: (San Francisco, 1876- Glen Ellen, 1916) es un narrador realista de estilo ágil y directo. En sus novelas y cuentos exalta la fuerza y la bondad del estado natural del hombre, deteriorado por la civilización. La naturaleza, el paisaje y los animales configuran su universo narrativo. Escribió relatos de aventuras inspirados en recuerdos personales, entre los que sobresalen La llamada de la selva, Colmillo blanco (las dos ambientadas en Alaska), El lobo de mar y Martin Eden.


WALT WHITMAN: (1819-1892) aportó un aire renovador a la poesía con la libertad métrica de sus versos y la recuperación de la realidad como materia lírica. Es autor de un único libro, Hojas de hierba. Sus largos poemas, escritos en vigorosos versos, cantan al individualismo, a la democracia, a la libertad y a la sensualidad.

GALERÍA MULTIMEDIA:( modificar y añadir más imágenes)

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Dibujos inspirados en la vida de Moby Dick