Cesare Pavese

Simplicidad

El solitario –quien ha estado en prisión- vuelve a su encierro

cada vez que muerde un pedazo de pan.

En prisión soñaba con una liebre que huía

sobre la tierra invernal. En la niebla de invierno

el solitario vive tras los muros del camino, bebiendo

agua fría y mordiendo su pedazo de pan.

 

Uno cree que después renacerá la vida,

que la respiración se calma, que regresa el invierno

con el olor del vino en el caliente hostal,

y el buen fuego, el establo y la cena. Uno cree,

finalmente, que se está dentro, uno cree. Si sale afuera una tarde,

y a la liebre la han apresado y la cocinan caliente

los otros, alegres. Desearía mirarla a través de la vitrina.

 

El solitario intenta entrar para beber una copa

cuando él mismo se congela, y contempla su vino:

el color humeante, el sabor pesado.

Muerde su pedazo de pan, que sabía a liebre

en prisión, pero que ahora no sabe a pan

ni a nada. Y el vino sólo sabe a niebla.

 

El solitario piensa en ese campo, contento

de saberlo ya arado. En la sala desierta

en voz baja se pone a cantar. Vuelve a ver

a lo largo del cerco el mechón de la zarza desnuda

que en agosto fue verde. Da un silbido a su perra.

Y aparece la liebre y ya no tiene frío.

Cesare Pavese en Trabajar cansa (Lavorare stanca) [1936]

Trad. Mario Bojórquez