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El pensamiento (I) Pensar (II) Inteligencia y Sentimiento Pensar (III) Consideraciones Pensar (IV) Silencio
PRÁCTICA
SILENCIO, QUIETUD DE LA MENTE
MUNDO FÍSICO, PSICOLÓGICO, CONSCIENTE
Vivimos en el mundo físico, espacio
Paralelamente vivimos en el mundo psicológico, tiempo
continuamente estamos interactuando con el pasado, recuerdo
y con el futuro, imaginación
Percepción, pensamientos, sentimientos, deseos....
son los movimientos que realizamos en el mundo psicológico
Tenemos la posibilidad de vivir en el Mundo de la Consciencia.
Para ello tenemos que permanecer "quietos" en el mundo psicológico
¿Cómo parar, silenciar, dejar quieta la mente o mundo psicológico?
El sistema psicológico, o mente, está realizando, continuamente, tres procesos:
1) recepción o percepción (de datos, información, afectos..., del exterior -mundo físico- y del interior -mundo psicológico-),
2) asociación o pensamiento (incluyendo en estos los sentimientos y deseos)
3) y resolución, que es doble, disposición de acción y ejecución de un estado de ánimo.
Cuando conocemos el funcionamiento de la mente o sistema psicológico,
advertimos que únicamente puede realizar un movimiento a la vez.
Los procesos 1 y 2 se alternan, no pueden ejecutarse al mismo tiempo,
o bien percibimos
o bien pensamos (aunque el paso de uno a otro es muy rápido).
Esta característica la podemos utilizar para "parar el pensamiento"
y con ello dejar quieto el movimiento de la mente
lo que a la vez nos permite entrar en el Mundo de la Consciencia
¿CÓMO PARAR EL PENSAMIENTO?
El pensamiento se reproduce por propio impulso,
no tenemos que accionarlo,
no tenemos que dar la orden de que comience,
él lo hace sin nuestra participación y aun a pesar de nuestra oposición.
Pero cuando fijamos nuestra "mirada consciente" sobre él,
se detiene,
desaparece,
se aquieta momentáneamente.
Aprovecharemos esta característica
para iniciarnos en el silencio consciente y voluntario.
Nótese que este silencio “sí” exige de nuestra participación:
tenemos que poner en funcionamiento la atención,
de modo voluntario,
tenemos que ejecutar nuestra opción de querer,
nuestro acción consciente.
Para realizar esta práctica,
al menos en los primeros días,
preferentemente,
buscaremos un lugar y hora adecuados,
en la medida de lo posible,
que nada ni nadie pueda interrumpir o perturbar.
LA PRÁCTICA
Haz una separación entre ti y tu mente la cual verás como una pantalla.
Enfoca la pantalla mental y pregúntate,
¿QUÉ ESTOY PENSANDO AHORA?
Mantén el enfoque sobre tu pantalla
sintiendo la pregunta que hiciste como un eco,
reiterado,
un eco que va perdiendo intensidad.
Luego vuelves a la pregunta,
más alta de tono,
con más fuerza.
Cuando preguntes has de sentir con todo tu ser lo que has preguntado.
Oír el eco no significa repetir una y otra vez la frase
“¿Qué estoy pensando ahora (-en este instante-) ?”,
sino sentir el concepto,
lo que hay detrás de la palabra;
en la resonancia del eco no hay verbalización,
no hay palabra,
solo el alma de la pregunta,
la esencia de lo preguntado.
Observar cómo tras realizar la pregunta
“nada responde”,
nada se mueve,
no hay pensamiento,
no hay nada.
A medida que repitas una y otra vez
el ciclo de pregunta y eco,
esa inexistencia de respuesta,
de no-pensamiento,
de nada,
se va traduciendo en un “sentir el silencio”,
cada vez más intenso,
cada vez con más cuerpo, forma y peso.
El silencio es denso, tiene su propio sonido, su propia nota.
En realidad el silencio lo abarca todo
pues las palabras,
los sonidos,
los pensamientos,
no son más que elevaciones de ondas
que vuelven a caer a su primitivo estado.
Surgir y caer de olas que son absorbidas por la inmensidad del mar,
que desaparecen tal y como surgieron,
de la nada a la nada,
del silencio al silencio.
En la respuesta a la pregunta,
¿qué estoy pensando ahora?,
en ese acto,
acaece el silencio.
En el eco de la pregunta,
en la resonancia,
en la esencia,
en el alma de la misma encuentras la respuesta.
Siente el silencio,
mastícalo,
escúchalo,
vívelo.
No busques otra cosa,
no esperes nada,
solo sentirlo,
bañarte en él.
No te olvides de ti mismo,
del observador,
del testigo que ve.
No te olvides de la pantalla mental sobre la que proyectas tu mirada,
no te olvides que tu y la pantalla sois dos cosas distintas,
diferenciadas.
El ejercicio es muy simple y sencillo:
tu,
la pantalla,
la pregunta,
el eco con su resonancia descendente
y la respuesta con su reverberación ascendente.
Cuando vayas sintiendo el silencio
con más y más intensidad
puedes ir distanciando la pregunta
y alargando la resonancia del eco.
A medida que se intensifique la densidad de la respuesta,
del silencio,
comenzarás a sentirte contenido dentro de él,
desaparecerá la pregunta,
la pantalla
y tu mismo.
Pasarás de la resonancia de la pregunta
a la reverberación de la respuesta;
ya sólo hay silencio,
todo es silencio.
Siente que te llena,
que te envuelve,
que ya no eres tu y el silencio sino que no hay otra cosa que él:
un silencio profundo,
o que tu,
quieto,
calmo,
en completa armonía.
La práctica de este ejercicio en lugar aislado, en situación especial, no será el único campo para activar el silencio sino un modo transitorio. Su lugar está en la vida, practicar, sentir, situarse en el silencio en cualquier lugar y circunstancia.
Resumen:
1) Enfoca la pantalla mental y preguntarme ¿qué pensamiento hay ahora activo?
2) Para hacer silencio utiliza línea que te conecte a "ti" con la "pantalla mental" (pensamiento).
3) Diferénciate, a ti mismo de la pantalla mental, sois dos entes distintos, separados.
4) La pregunta se hará elevada de tono, con intensidad. Dejará un eco, una resonancia que irá disminuyendo, perdiendo intensidad.
5) No hay respuesta a la pregunta, no hay pensamiento, surge el silencio.
6) En el eco no hay que verbalizar la pregunta sino sentir el alma, la esencia de la misma.
7) La respuesta es el silencio, con reverberación ascendente, cada vez más intenso, más sentido.
8) Irá desapareciendo la pregunta. Queda el eco de la misma y la reverberación de la respuesta.
9) Los diversos elementos se van unificando, tu, la pantalla, la pregunta. Sólo queda la resonancia del eco de la pregunta y la reverberación de la respuesta, el silencio.
10) Al fin te ves envuelto por el silencio, contenido en él, eres silencio, calma, quietud, armonía.
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Situarse en el Silencio "consciente"
Desarrollar el estado de paz, de calma, de quietud (sin yo, sin forma)
OBSERVAR la Mente
Observar el movimiento que hay en la Mente (de una sola mirada)
¿Dónde está, qué hace, qué sucede en ella?
Mantenerse alerta, al acecho, en vigilancia
(estado de ánimo en el que se encuentra,
emociones que se activan,
pensamientos que surgen,
actitudes, intereses, deseos, preferencias... que brotan...),
sin dormirse, sin ser absorbido, arrastrado, engullido por ellos
Seguir, conscientemente, los movimientos,
las olas que surgen,
las ráfagas de viento que cruzan,
los entes que pasan por ella
Sólo observar, no detenerse en ellos.
Verlos desde fuera, separados, como si de algo ajeno y exterior se tratara
En un momento dado nos daremos cuenta que mientras hay observación no hay movimiento
Mientras se mantenga fija la atención "consciente" (observación)
el movimiento (emoción, pensar, deseo...) está detenido
En ese momento se revelará el Silencio consciente, le veremos frente a nosotros, en nosotros.
La Consciencia se ha manifestado.
Ya no se está. Ello ES.
SABOREAR el silencio, vivirlo, ser silencio
Sentir la quietud de la Mente
Estar consciente de ESE silencio
Degustar, saborear,
llenarse de la vibración de nuestro silencio interno.
Vivirlo
SITUARSE en la calma, estado de serenidad, abismo de tranquilidad, completo silencio
Tras observar el movimiento,
degustando el silencio,
sentimos la calma, la quietud, la paz de lo que ES
Las olas siguen agitándose,
nada perturba ,
en completa serenidad,
en perfecto silencio
Ni una brizna se mueve.
Todo es quietud,
sosiego,
inmensa tranquilidad
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Actualizado: 00:01 22/03/2013