Rutinas Catálogo Utilidad Inventariar Más comunes
El Sistema Psicológico - Almacén
LAS RUTINAS (III)
Para comprender este tema es recomendable previamente, Las Rutinas (I)
Acción de las rutinas, para qué sirven:
-Adquisición regular de los mismos alimentos o energías
Así como la base para el mantenimiento del Cuerpo físico es "comer",
regulado desde el instinto de seguridad,
la base de la Mente psicológica, también lo es.
Comer es lo más importante, lo esencial, lo ineludible, lo inaplazable.
Cuerpo y Mente, no comen cualquier cosa,
demandan las energías necesarias para su particular constitución.
Según su morfología requerirán unos u otros tipos de alimento.
La Mente es, por naturaleza, conservadora.
El gasto de energías que hace es siempre el mismo,
el requerimiento por tanto siempre el mismo.
Las rutinas aseguran la provisión de alimentos en el ciclo gasto-demanda.
Ellas hacen que cada persona tenga confeccionado su propio menú,
repite los mismos alimentos.
El proceso de alimentación psicológica nos condiciona a coger siempre la misma parte de la impresión, y sólo esa parte (esa parte es la que contiene la energía que rutinariamente precisa la máquina), la misma parte de la realidad (recepción),
el mismo proceso asociativo de pensamiento y sentimiento (asociación)
y los mismos estados de ánimo (resolución).
Repetimos una y otra vez porque siempre hay demanda de las mismas energías que nuestra constitución mental necesita.
La ejecución de una rutina nos produce complacencia, satisfacción.
Como todo acto de comer.
-Con nuestras rutinas deformamos impresión, conocimiento, realidad.
Las rutinas actúan como filtro, como gafas artificiales.
Acomodamos el mundo a nosotros, a nuestra particular "realidad" o visión de la realidad.
En la recepción (entrada-boca del sistema)
cogemos la parte de la impresión que se adapta a nuestro recipiente mental.
Ni la pequeña parte de impresión recibida nos llega cual es,
sino modificada por rutinas.
En la asociación (proceso-digestión del sistema)
transformamos, readaptamos -decodificamos y recodificamos-,
los alimentos en función de nuestras necesidades.
En la resolución (asimilación de lo que entró y se digirió en el sistema)
quedan sintetizados los alimentos que la Mente demandó.
La Mente, por naturaleza, es estática, no cambiante, condiciona a realizar siempre las mismas rutinas.
Las rutinas impiden que la Mente cambie; queda estancada, inmóvil, invariable.
-No nos mueve la razón, ni la verdad, ni una voluntad libre.
La necesidad de alimentos o energías es lo que nos mueve
y esto es canalizado por medio de las rutinas.
Queda descartado que nos mueva la "razón" o la "verdad", o una "voluntad libre".
Todo lo condiciona "esa" esencial e ineludible necesidad.
Todo los procesos que generamos, que genera la Mente,
-estamos constantemente identificados, pegados, unidos a Ella-
tanto al percibir, ejecutar pensamientos, manifestarse sentimientos, hablar, hacer, desear..., la misma acción del ego, de los actores que participan en el teatro, todo, todo queda plegado a la acción de las rutinas.
Ellas son la voluntad del quídam, el gobernador, el amo indiscutible.
-Las rutinas trazan el camino de nuestra vida.
La delimitan, la restringen a unas lindes perfectamente marcadas.
Nadie puede dar pasos fuera de su propio camino, marcado desde la infancia.
Sólo en contadísimas ocasiones,
debido a un acontecimiento extremadamente grave,
las lindes se rompen un poco y permiten rectificar algo el camino.
En el área de las rutinas tenemos grabado el condicionamiento cultural y social.
Lo que se puede y debe hacer y lo que no,
lo que es bueno y lo que es malo,
lo que se come y lo que no se come (plantas, animales, insectos...)
...
-La Mente vive segura en lo viejo
Una de las condiciones para ampliar la Mente es sesgar algunas rutinas.
Sin esto, lo nuevo, no estará al alcance de nosotros
y estaremos condicionados a vivir siempre en lo viejo,
en lo repetitivo,
en lo de siempre.
Vivir en lo viejo da sensación de seguridad.
Todo lo nuevo pone en jaque la seguridad,
el punto de confort de la Mente.
El ego es incapaz de salir de su tela de araña,
de las rutinas en las que se mueve y que le dan "seguridad"
Si careciéramos de rutinas (hábitos, asociaciones y actitudes fijas, gustos…)
no existiría el ego
Sin ego las rutinas no podrían utilizarse,
sin rutinas no haría falta el ego.
Llevamos con nosotros las rutinas viejas, ante personas, situaciones..., nuevas.
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Actualizado: 18:10 - 04.6.2013
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