Constantino I
Busto de la estatua colosal de Constantino en la Basílica Nova de Roma (Museos Capitolinos).
Reinado
25 de julio de 306 – 29 de octubre de 312 (Occidente)
29 de octubre de 312 – 19 de septiembre de 324 (Augusto de Occidente sin disputa)
19 de septiembre de 324 – 22 de mayo de 337 (emperador del imperio unificado)
Predecesor
Sucesor
Constantino II, Constancio II y Constante
Información personal
Nombre completo
Flavius Valerius Constantinus
Nacimiento
27 de febrero de c. 2721
Naissus (moderna Niš), Moesia Superior (hoy Serbia)
Fallecimiento
22 de mayo de 3371
Nicomedia (moderna Izmit), Bitinia y Ponto (hoy Turquía)
Sepultura
Iglesia de los Santos Apóstoles
Familia
Dinastía
Padre
Madre
Consorte
Hijos
Constantina, Helena, Crispo, Constantino II, Constancio II y Constante
Flavio Valerio Constantino (en latín: Flavius Valerius Constantinus; Naissus, 27 de febrero de c. 272-Nicomedia, Bitinia y Ponto, 22 de mayo de 337) fue emperador romano desde su proclamación por sus tropas el 25 de julio de 306, y gobernó un Imperio romano en constante crecimiento hasta su muerte. Se le conoce también como Constantino I, Constantino el Grande o, en la Iglesia ortodoxa, las Iglesias ortodoxas orientales y la Iglesia católica bizantina griega, como San Constantino.
Fue el primer emperador en detener la persecución de los cristianos y dar libertad de culto al cristianismo, junto con todas las demás religiones en el Imperio romano, con el Edicto de Milán en 313. Constantino es conocido también por haber refundado la ciudad de Bizancio (actual Estambul, en Turquía), llamándola «Nueva Roma» o Constantinopla (Constantini-polis; la ciudad de Constantino). Facilitó la convocatoria del Primer Concilio de Nicea en 325, que produjo la declaración de la creencia cristiana conocida como el Credo de Nicea. Se considera que esto fue esencial para la expansión de esta religión, y los historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesarea hasta nuestros días, lo presentan como el primer emperador cristiano, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en su lecho de muerte, tras un largo catecumenado.
Estatua de Constantino en York, ciudad donde fue proclamado emperador
Constantino nació en Naissus (la actual ciudad de Niš, Serbia), hijo de Constancio I, y su primera esposa Helena. En 292 el padre de Constantino se casó, en segundas nupcias, con Flavia Maximiana Teodora, hija del emperador romano de occidente Maximiano. Teodora daría a Constantino seis hermanastros.
Al principio del siglo iv, el imperio estaba gobernado por una tetrarquía: dos augustos, Diocleciano y Maximiano, y dos césares, Galerio y Constancio I, compartían el poder. El joven Constantino sirvió en la corte de Diocleciano en Nicomedia tras el nombramiento de su padre como uno de los dos césares de la Tetrarquía en 293.
Imperio romano en 311
El año 305 marcó el final de la primera tetrarquía con la renuncia de los dos augustos Diocleciano y Maximiano. De esta forma los dos césares accedieron a la categoría de augusto y dos oficiales ilirios fueron nombrados nuevos césares. La segunda tetrarquía quedaba así formada: Constancio I y Valerio Severo, como augusto y césar respectivamente, en occidente y Galerio y Maximino Daya en la parte oriental del imperio.
Sin embargo, Constancio cayó enfermo durante una expedición contra los pictos en Caledonia, muriendo el 25 de julio de 306. Su hijo Constantino se encontraba junto a él en su lecho de muerte en Eboracum (actual ciudad de York, Inglaterra), en la Britania romana, donde su leal general Chroco, de ascendencia alemana, y las tropas leales a la memoria de su padre le proclamaron augusto (emperador), lo que fue aceptado rápidamente en Britania y Galia, pero rechazado en Hispania. Simultáneamente, el césar occidental Valerio Severo, o Severo II, era proclamado augusto por Galerio. Ese mismo año el pueblo de Roma nombra emperador a Majencio, hijo del anterior tetrarca Maximiano. Este último regresa también a la escena política reclamando el título de augusto.
Comienza así un período de 20 años de conflicto que culminará con la asunción del poder absoluto por Constantino el Grande. De este primer grupo de contendientes el primero en caer fue Severo traicionado por sus tropas; mientras que por su parte Constantino y Maximiano concertaban una alianza. Al final del año 307 había 4 augustos: Constantino, Majencio, Maximiano y Galerio y un solo césar, Maximino Daya.
A pesar de la mediación de Diocleciano, al final del año 310 la situación era aún más confusa con siete augustos: Constantino, Majencio, Maximiano, Galerio, Maximino, Licinio —al que había introducido en la pugna Diocleciano— y Domicio Alejandro, vicario de África y autoproclamado augusto.
En este entorno convulso comenzaron a desaparecer candidatos: Domicio Alejandro fue asesinado por orden de Majencio; Maximiano se suicidó asediado por Constantino y Galerio falleció por causas naturales.
Finalmente, Majencio fue relegado por los tres augustos restantes y finalmente vencido por Constantino en la batalla del Puente Milvio, en las afueras de Roma, el 28 de octubre de 312. Una nueva alianza entre Constantino y Licinio selló el destino de Maximino, quien se suicidó tras ser vencido por Licinio en la batalla de Tzirallum, en el año 313.
A partir de este punto, el imperio quedaba dividido entre Licinio en oriente, y Constantino en occidente. Tras los enfrentamientos iniciales, ambos firmaron la paz en Serdica en 317. Durante este período ambos nombraron césares según su conveniencia, entre los miembros de su familia y círculo de confianza. En el año 324, después de sitiar Bizancio y vencer a la armada de Licinio en la batalla del Helesponto, Constantino logró derrotar definitivamente a las fuerzas licinianas en Crisópolis.
Constantino representa el nacimiento de la monarquía absoluta y hereditaria. Durante su reinado se introdujeron importantes cambios que afectaron a todos los ámbitos de la sociedad del bajo imperio. Reformó la corte, las leyes y la estructura del ejército. Constantino trasladó la capitalidad del imperio a Bizancio a la que cambió el nombre por Constantinopla. Falleció, por enfermedad en 337, 31 años después de haber sido nombrado emperador en Britania. Al final de su vida y solamente antes de morir se bautizó para morir como un cristiano.
San Constantino
Mosaico representando a Constantino I el Grande en Hagia Sofía, Estambul
Información personal
Nombre de nacimiento
Flavius Valerius Aurelius Constantinus
Nacimiento
27 de febrero de 272
Fallecimiento
22 de mayo de 337
Religión
religión de la Antigua Roma (antes del año 312) y Cristianismo (después del año 312)
Información profesional
Información religiosa
Festividad
21 de mayo, junto a Santa Elena de Constantinopla (Iglesia ortodoxa)
Atributos
In hoc signo vinces, Lábaro (Crismón)
Venerado en
Iglesia ortodoxa, Iglesias ortodoxas orientales, Comunión Anglicana, Iglesia luterana e Iglesias católicas orientales
Títulos y
reconocimientos
Seguramente, Constantino sea más conocido por ser el primer emperador romano que autorizó el culto cristiano. Los historiadores cristianos desde Lactancio se decantan por un Constantino que adopta el cristianismo como sustituto del paganismo oficial romano. El historiador y filósofo Voltaire, no obstante, aseguró que «Constantino no era cristiano» y «no sabía qué partido tomar ni a quién perseguir».
Después de estudiar el incremento del número de cristianos entre los siglos I a III, el sociólogo Rodney Stark sugirió que el edicto de Milán no fue la causa del triunfo del cristianismo, sino una respuesta astuta de Constantino frente al crecimiento exponencial del número de cristianos en el Imperio romano, que habría pasado de aproximadamente 40 000 (0,07 % de la población del Imperio) en el año 150 a casi 6 300 000 (10,5 %) en el año 300. Muchos historiadores actuales rechazan la conversión de Constantino al cristianismo y cuestionan la narrativa apologética de Eusebio de Cesarea y Lactancio.
Su reinado llegó a ser un momento crucial en la historia del cristianismo, en la cual Constantino no sería bautizado hasta hallarse en su lecho de muerte. Constantino es llamado, por su importancia, el «decimotercer apóstol» en las Iglesias orientales.
Su relación con el cristianismo fue difícil, ya que fue educado en la adoración del dios Sol (Sol Invictus), cuyo símbolo portaba y cuyo culto estaba asociado oficialmente al del emperador.
Su conversión, de acuerdo con Eusebio de Cesarea en su Vita Constantini, fue el resultado inmediato de un presagio antes de su victoria en la batalla del Puente Milvio, el 28 de octubre de 312. Tras esta visión, Constantino modificó el estandarte imperial —el Lábaro— para marchar a la batalla bajo el signo cristiano del crismón. La visión de Constantino ha sido relatada de maneras diferentes, según Eusebio: en primer lugar, "dijo que alrededor del mediodía, cuando el día ya comenzaba a declinar, vio con sus propios ojos el trofeo de una cruz de luz en los cielos, sobre el sol, y con la inscripción: «In hoc signo vinces» («Con este signo vencerás»). Tan pronto anocheció, "mientras dormía, el Cristo de Dios se le apareció con la misma señal que había visto en los cielos, y le ordenó que asemejara esa señal que había visto en los cielos, y que la usara como protección en todos los combates contra sus enemigos". La señal, de acuerdo con Lactancio y Eusebio, fueron las letras griegas (Χ) atravesada por la letra (Ρ) para formar ☧, que representa las dos primeras letras del nombre de Cristo en griego ΧΡΙΣΤΟΣ.1415 Constantino la mandó pintar de inmediato en los escudos de su ejército, comenzó la batalla y venció a Majencio. Se dice que tras estas visiones y por el resultado militar de la batalla del Puente Milvio, Constantino se convirtió de inmediato al cristianismo.
Se piensa que la influencia de su familia fue en parte la causa de su adopción del cristianismo. Se dice de su madre Helena que probablemente naciera en una familia cristiana, aunque no se sabe prácticamente nada de su entorno, exceptuando que su madre era hija de un mesonero y que su padre fue un exitoso soldado, una carrera que excluía la práctica abierta del cristianismo pues el culto contemporáneo de los soldados era el mitraísmo (adoración de Mitra). Se sabe, por otra parte, que Helena realizó en sus últimos años numerosas peregrinaciones. (Véase: Fiesta de las Cruces.) Sin embargo, no todos los historiadores están de acuerdo con la conversión de Constantino y explican su acercamiento a los cristianos, entre otras razones, por la necesidad política de conseguir apoyos, sobre todo en los territorios orientales, ante sus aspiraciones de convertirse en emperador de Oriente y reunificar el imperio bajo su único mandato.
Poco después de la batalla del Puente Milvio, Constantino entregó al papa Silvestre I un palacio romano que había pertenecido a Diocleciano y anteriormente a la familia patricia de los Plaucios Lateranos, con el encargo de construir una basílica de culto cristiano. El nuevo edificio se construyó sobre los cuarteles de la guardia pretoriana de Majencio, los Équites singulares, convirtiéndose en sede catedralicia bajo la advocación del Salvador, substituida ésta más tarde por la de San Juan. Actualmente se la conoce como Basílica de San Juan de Letrán. En 324 el emperador hizo construir otra basílica en Roma, en el lugar donde según la tradición cristiana martirizaron a San Pedro: la Colina Vaticana, que actualmente acoge a la Basílica de San Pedro. En el 326, apoyó financieramente la construcción de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.
En febrero del año 313, y probablemente aconsejado por el obispo de Córdoba Osio, Constantino se reunió con Licinio en Milán, donde promulgaron el Edicto de Milán, declarando que se permitiese a los cristianos seguir la fe de su elección.16 Con ello, se retiraron las sanciones por profesar el cristianismo, bajo las cuales muchos cristianos habían sido martirizados, y se devolvieron las propiedades confiscadas a la Iglesia. El edicto no solo protegió de la persecución religiosa a los cristianos, sino que sirvió también para las demás religiones, permitiendo que cualquier persona pudiese adorar a la divinidad que eligiese. Un edicto similar ya se había emitido en el año 311 por Galerio, entonces emperador, primero entre sus iguales, de la tetrarquía. El edicto de Galerio concedía a los cristianos el derecho a practicar su religión, pero no a recuperar los bienes confiscados. El Edicto de Milán incluía varias cláusulas que establecían que todas las iglesias confiscadas durante la persecución de Diocleciano serían devueltas, así como otras disposiciones sobre los anteriormente perseguidos cristianos. Sin embargo, lo cierto es que, a partir de ese momento, el cristianismo pasa a adquirir el estatus de religión privilegiada y se inician las persecuciones a las demás religiones.
Tras el edicto se abrieron nuevas vías de expansión para los cristianos, incluyendo el derecho a competir con los paganos en el tradicional cursus honorum para las altas magistraturas del gobierno, otorgándose privilegios al clero así como la exención de ciertos impuestos; también ganaron una mayor aceptación dentro de la sociedad civil en general. Se permitió la construcción de nuevas iglesias y los dirigentes cristianos alcanzaron una mayor importancia. Como muestra de ello, los obispos cristianos adoptaron unas posturas agresivas en temas públicos que nunca antes se habían visto en otras religiones.
Por otra parte, Constantino posiblemente conservó el título de pontifex maximus hasta su muerte, un título que los emperadores romanos ostentaban desde Augusto como jefes de la antigua religión romana hasta que Graciano el Joven (375–383) renunció al título. Según los escritores cristianos, Constantino finalmente se declararía a sí mismo cristiano cuando tenía más de cuarenta años, escribiendo a los cristianos para dejarles claro que creía que debía su éxito a la protección del Dios cristiano.
Constantino tampoco patrocinaría únicamente al cristianismo. Después de obtener la victoria en la batalla del Puente Milvio (312), mandó erigir un arco triunfal, el Arco de Constantino, construido en el 315 para celebrarlo. El arco, que está decorado con imágenes de la Victoria con trofeos y sacrificios a dioses como Apolo, Diana y Hércules, no contiene ningún simbolismo cristiano.
Follis: moneda de Constantino con una representación del Sol Invictus y la inscripción SOLI INVICTO COMITI, c. 315
En el 321, Constantino legisló que el venerable domingo debería ser un día de descanso para todos los ciudadanos, que durante este día los jueces no podrían dictar sentencia ni se podría trabajar en las ciudades. Las monedas todavía llevarían los símbolos de culto al sol (Sol Invictus) hasta el 324. Incluso después de que los dioses paganos hubiesen desaparecido de las monedas, los símbolos cristianos aparecían sólo como atributos personales de Constantino entre sus manos o en su lábaro: Ji (Χ) atravesado por la letra Ro (Ρ) para formar ☧ que representa las dos primeras letras del nombre de Cristo en griego ΧΡΙΣΤΟΣ.
Constantino, siguiendo una extendida costumbre de la época, no fue bautizado hasta cerca de su muerte en 337, cuando eligió para que le administrara este sacramento al obispo arriano Eusebio de Nicomedia, quien, a pesar de ser aliado de Arrio, aún era el obispo de la región. Eusebio era también amigo íntimo de la hermana de Constantino, lo que probablemente asegurara su vuelta desde el exilio.
Aunque el cristianismo no se convertiría en religión oficial del Imperio hasta el final de aquel siglo (un paso que daría Teodosio en el 380 con el Edicto de Tesalónica), Constantino dio un gran poder a los cristianos, una buena posición social y económica a su organización, concedió privilegios e hizo importantes donaciones a la Iglesia, apoyando la construcción de templos y dando preferencia a los cristianos como colaboradores personales.
Icono donde aparece Constantino presidiendo el Primer Concilio de Nicea (325) y teniendo anacrónicamente el texto del Símbolo niceno constantinopolitano en la forma adoptada en el Primer Concilio de Constantinopla (381) con el inicial πιστεύομεν (creemos) sustituido por πιστεύω (creo), como en la liturgia
Como resultado de todo esto, las controversias de la Iglesia, que habían existido entre los cristianos desde mediados del siglo ii, eran ahora aventadas en público, y frecuentemente de una forma violenta. Constantino consideraba que era su deber como emperador, designado por Dios para ello, calmar los desórdenes religiosos, y por ello convocó el Primer Concilio de Nicea (20 de mayo al 25 de julio de 325) para terminar con algunos de los problemas doctrinales que infectaban la Iglesia de los primeros siglos, especialmente el arrianismo.
Durante las discusiones de carácter teológico en el consejo de Nicea, por el análisis de las cartas escritas por Constantino, se evidencia una gran carencia de formación teológica, y los estudiosos descartan la posibilidad de que él pudiese haber influido en la doctrina de la Iglesia debido justamente a este desconocimiento en teología. Muchos se preguntan por qué el papa Silvestre I no asistió a dicho concilio, siendo el más indicado para presidirlo, motivos poderosos debieron ser los que le sujetasen en Roma porque lo que sí sabemos es que, aparte de Osio de Córdoba, el papa envió en su representación a dos delegados papales: Vito y Vicencio, que actuaron en su nombre. El papa no solo asumió como suyo todo lo salido del concilio sino que se convirtió en uno de sus principales valedores. A pesar de ello algunos críticos creen que Constantino establecía una nueva religión, transfiriendo a ésta ornamentos paganos que les eran propios a los gentiles, adoptados y santificados por la Iglesia, que no afectaban ni alteraban la esencia doctrinal y enseñanzas cristianas de la Iglesia. De todos modos, él inauguró el concilio vestido imponentemente, dio un discurso inicial ataviado con telas y accesorios de oro, para demostrar justamente el poderío del Imperio por un lado, y el apoyo e interés al concilio desde el estado, por el otro. El estado proveyó de comida y alojamiento, e incluso de transporte, a los obispos que convergieron a Nicea para el concilio. Por otro lado, si bien habían existido concilios antes que el de Nicea, este fue el primer concilio ecuménico (universal), con la participación de alrededor de 300 obispos, la mayoría de habla griega, lo cual representó una minoría ya que en todo el territorio del Imperio había cerca de 1000 obispos. La importancia del mismo reside en la formulación del Credo Niceno, redactado en griego, no en latín, que esencialmente permanece inalterado en su mensaje 1700 años después, y en establecer la idea de la relación estado-iglesia que permitiría la expansión del cristianismo con una vitalidad inédita.
En 333 publicó un edicto en el que mandaba llamar porfirianos a los arrianos con el objeto de difamarlos y, además, ordenaba la quema de los escritos de Arrio, amenazando con la pena de muerte para quienes conservaran en su poder algún libro de este y no lo entregaran a las llamas.
En sus últimos años de vida también ejerció como predicador, dando sus propios sermones en el palacio ante su corte y los invitados del pueblo. Sus sermones pregonaban al principio la armonía, aunque gradualmente se volvieron más intransigentes hacia los viejos modos paganos. Las razones para este cambio de postura son meras conjeturas. Sin embargo, aun al final de su vida siguió permitiendo que los paganos recibieran nombramientos públicos. Ejerciendo su poder absoluto, hizo recitar al ejército sus pregones en latín en un intento de convertir a la clase militar al cristianismo, cosa que no consiguió. Comenzó un extenso programa de construcción de iglesias en Tierra Santa, lo que expandió de forma crucial la fe cristiana y permitió un considerable incremento del poder y la influencia del clero.
La Iglesia ortodoxa venera a Constantino I como santo y le dio el título de Equiapóstolico (ισαπόστολος Κωνσταντίνος, isapóstolos Konstantínos, "igual a los apóstoles") por sus servicios a la iglesia. Su fiesta es el 21 de mayo. Las Iglesias católicas orientales también lo consideran un santo, pero no la Iglesia latina. En cambio, su nombre figura en el Calendario de Santos Luterano.
En el año 314, inmediatamente después de su plena legalización, la Iglesia cristiana ataca a los paganos: en el Concilio de Ancyra, se denuncia el culto a la diosa Artemisa. En 326 Constantino ordenó la destrucción de todas las imágenes de los dioses y la confiscación de los bienes de los templos. Ya en 319 había prohibido la construcción de nuevas estatuas de los dioses y que se rindiera culto a las existentes. Muchos templos paganos fueron destruidos por las hordas cristianas y sus sacerdotes fueron asesinados. Entre el año 315 y el siglo vi miles de creyentes paganos fueron asesinados. Entre 316 y 326 se proclaman una serie de disposiciones que favorecen al cristianismo frente a la religión tradicional (prohibición de las haruspicia, la magia y los sacrificios privados, exención fiscal a los clérigos cristianos, se otorga jurisdicción a los obispos...), aunque el cristianismo no se convierte en la religión oficial del Imperio romano hasta el Edicto de Tesalónica de 380. En Dydima, Asia Menor, es saqueado el oráculo del dios Apolo y torturados hasta la muerte sus sacerdotes. También son desahuciados todos los paganos del monte Athos y destruidos todos los templos paganos de ese lugar. Mediante un edicto de 324 ordenó, además, la destrucción de la obra Adversus Christianos escrita por el filósofo Porfirio27 y la prohibición del resto de obras de este así como de muchos otros autores considerados heréticos, en lo que A. von Harnack calificó como «la primera prohibición estatal de los libros en favor de la Iglesia».
En el año 326, el emperador Constantino, siguiendo las instrucciones de su madre Helena, destruye el templo del dios Asclepio en Aigeai de Cilicia y otros muchos templos más de la diosa Afrodita: en Jerusalén, en Afka en el Líbano, en Mambre, Fenicia, Baalbek, etc.
En el año 330 el emperador Constantino roba todos los tesoros y las estatuas de los templos paganos de Grecia, para llevárselos y decorar su Nova Roma (Constantinopla), la nueva capital del Imperio romano.
Más allá de los límites del Imperio, al este del Éufrates, los gobernantes sasánidas del Imperio persa habían sido por regla general tolerantes con sus cristianos. Pero ahora los cristianos de Persia podían ser identificados como aliados del antiguo enemigo y fueron por ello perseguidos. En una carta atribuida a Constantino para Sapor II que se supone escrita en 324, se urgía a Sapor a proteger a los cristianos de su reino, tras lo que Sapor II escribió a sus generales:
Arrestaréis a Simón, jefe de los cristianos. Le detendréis hasta que firme este documento y consienta en recaudar para nosotros un impuesto doble y un doble tributo de los cristianos. Nosotros debemos llevar por los dioses el peso de la guerra mientras ellos únicamente se dedican al descanso y el placer. Habitan nuestro territorio y son amigos del César, nuestro enemigo.
Cita de Roma en el Éufrates, Freya Stark 1967, p. 375
Constantino respetaba la cultura y el cristianismo, y su corte estuvo compuesta por viejos, respetados y honorables hombres. A aquellas familias romanas que rehusaban el cristianismo se les denegaban las posiciones de poder, si bien dos tercios de los altos cargos del gobierno siguieron siendo no cristianos.[
Constantino retiró su estatua de los templos paganos. La reparación de estos templos fue prohibida, y los fondos fueron desviados en favor del clero cristiano. Se suprimieron las formas ofensivas de adoración, fueran cristianas o paganas.
Constantino fue también conocido por su falta de piedad para con sus parientes consanguíneos y afines, como por ejemplo la ejecución de su cuñado, el emperador romano de Oriente Licinio en 325, a pesar de que había prometido públicamente no ejecutarle antes de su rendición el año anterior. Un año después ejecutó también a su hijo mayor, Crispo y unos meses después a su segunda esposa Fausta (Crispo era el único hijo que tuvo con su primera esposa Minervina). Corrieron rumores sobre una presunta relación entre hijastro y madrastra que supuestamente podría haber sido la causa de la ira de Constantino, sin embargo, estos rumores sólo se encuentran documentados por los historiadores Zósimo (siglo v) y Juan Zonaras (siglo xii) y sus fuentes no han sido establecidas. Otra de las teorías sobre la muerte de Crispo fue que Fausta estaba envidiosa ya que el hijo de Constantino no era hijo de ella y era un gran comandante militar y probable sucesor al trono, acusándolo falsamente ante el Emperador de anti-cristiano. Luego Constantino se arrepintió y vivió atormentado por la muerte de Crispo hasta que fue bautizado, ya que le prometieron que esta ceremonia lavaría sus pecados.
Las leyes de Constantino mejoraron en muchas facetas las de sus predecesores, aunque también son un reflejo de una época más violenta. Algunos ejemplos de estas leyes son:
Por primera vez, las niñas no podían ser secuestradas.
Se ordenó la pena de muerte para todos aquellos que abusaran de la recaudación de impuestos recaudando más de lo autorizado.
No se permitía mantener a los prisioneros en completa oscuridad, sino que era obligatorio que pudieran ver la luz del día.
A un hombre condenado se le podía llevar a morir a la arena, pero no podía ser marcado en la cara, sino que debía serlo en los pies.
Los padres que permitieran que sus hijas fueran seducidas serían quemados introduciéndoles plomo fundido por la garganta.
Los juegos de gladiadores fueron eliminados en 325, aunque esta prohibición tuvo poco efecto.
El propietario de un esclavo tenía sus derechos limitados, aunque aún podía golpearlo o matarlo.
La crucifixión fue abolida por razones de piedad cristiana, aunque el castigo fue sustituido por la horca para mostrar que existía la ley romana y la justicia.
La pascua podía celebrarse públicamente. El Concilio de Nicea estableció, en el año 325, la regla según la cual la Pascua se celebraría el primer domingo tras la luna llena que sigue al equinoccio de primavera del hemisferio norte.
El domingo fue declarado día de reposo el 7 de marzo del 321, por primera vez en la historia, en el cual los mercados permanecerían cerrados, así como las oficinas públicas y talleres, excepto para el propósito de la liberación de esclavos. Se permitía, si era necesario, en las granjas.
Constantino continuó la reforma introducida por Diocleciano que separaba el poder civil y militar (Ferrill 1986). Como resultado, generales y gobernadores poseían menos poder que durante la anarquía militar. Criterios tanto económicos como de seguridad llevaron a la modificación de la Gran Estrategia del Imperio romano durante la primera época del siglo iv. Constantino convirtió el viejo sistema de frontera fortificada en un sistema de defensa elástica en profundidad con la formación de una gran reserva central (Comitatenses Palatini) en detrimento de las tropas de frontera (limitanei o ripenses) y el fortalecimiento de la caballería. El mando del nuevo ejército móvil era compartido por dos mariscales de campo.
Constantino disolvió la guardia pretoriana y en su lugar estableció las Scholae Palatinae; cuerpos de caballería de élite, principalmente de origen germánico. Por otra parte, el tamaño de la legión se redujo a 1000 soldados.
Este cambio en la estrategia, criticada por historiadores como Zósimo y Edward Gibbon y defendida por otros como Mommsen, no varió hasta la caída del Imperio en Occidente y hasta las reformas del emperador Mauricio en Oriente.
Campañas germanas y sármatas de Constantino
Su victoria en 312 sobre Majencio en la batalla del Puente Milvio le convirtió en gobernante de todo el Imperio romano de Occidente. Gradualmente fue consolidando su superioridad militar sobre sus rivales de la ya desmenuzada tetrarquía. Ya ocupada Roma celebró un triunfo por sus victorias contra los germanos del Danubio (296) y Rin (305-306), persas en Siria (297-299) y pictos (306). Su éxito más importante en esas campañas fue sometimiento de Chroco, rey de los alamanes (306).
En 320, Licinio, emperador de la parte oriental del Imperio, renegó de la libertad de culto promulgada en el Edicto de Milán en 313 e inició una nueva persecución de los cristianos. Esto suponía una clara contradicción, ya que su esposa Constancia, hermanastra de Constantino, era una influyente cristiana. Esto derivó en una disputa con Constantino en el oeste, que tuvo su clímax en la gran guerra civil de 324. Los ejércitos implicados fueron tan grandes que no se tiene constancia en Europa de una movilización similar al menos hasta el siglo xiv. Licinio, ayudado por mercenarios godos, representaba el pasado y la antigua fe del paganismo. Constantino y sus francos marcharon bajo el estandarte cristiano del lábaro, y ambos bandos concibieron el enfrentamiento como una lucha entre religiones. Supuestamente rebasados en número, aunque enaltecidos por su celo religioso, el ejército de Constantino resultó finalmente victorioso, primero en la batalla de Adrianópolis en 324 y más tarde su hijo Crispo dio el golpe de gracia a Licinio en la batalla naval de Crisópolis. Ahora era el único emperador de un Imperio romano reunificado (MacMullen 1969).
Acuñación de Constantino I para conmemorar la fundación de Constantinopla
Esta batalla representó el final de la vieja Roma y el inicio del Imperio Oriental como centro del saber, de la prosperidad y de la preservación de la cultura. Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio, cuyo nombre procedía de los colonos que la fundaron en el 667 a. C. precedentes de la polis griega de Megara bajo el mando de Byzas. La ciudad fue refundada en 324,36 dedicada el 11 de mayo de 330,36 renombrada Constantinopolis, y se acuñaron monedas conmemorativas para celebrar el evento.
Constantino renombró la ciudad, poniéndole el nombre de «Nueva Roma» (Nova Roma), otorgando a ésta un senado y oficiales civiles de forma similar a la antigua Roma, y bajo la protección de la supuesta Vera Cruz, la vara de Moisés y otras reliquias sagradas. Las imágenes de los viejos dioses fueron reemplazadas o asimiladas con la nueva simbología cristiana. Sobre el lugar donde se levantaba el templo de Afrodita se construyó la nueva Basílica de los Apóstoles. Varias generaciones más tarde se difundió una historia sobre la visión divina que llevó a Constantino a reconstruir la ciudad, según la cual un ángel que nadie más podía ver le condujo en un circuito a través de los nuevos muros. Tras su muerte, la ciudad volvió a cambiar su nombre por el de Constantinopla, «la Ciudad de Constantino», y se convirtió de forma gradual en la capital del Imperio.
A lo largo de su reinado, Constantino introdujo un importante número de cambios en el sistema monetario (Sear 1988). El tradicional áureo dio paso a una nueva moneda, el sólido de 4,50 gramos, como moneda estándar del Imperio romano. Otras nuevas monedas de oro fueron el semis o medio sólido y el scripulum (3/8 de sólido). En cuanto a las monedas de plata, introdujo el miliarense de 4,5 gramos, con un valor de 1/18 de sólido y la siliqua con un valor de 1/24 de sólido. El follis, moneda de bronce con baño de plata sufrió varias reducciones de tamaño; se desconoce el nombre de las nuevas monedas resultantes y se ha adoptado para ellas un nombre en código en función de su tamaño.
Las monedas acuñadas por los emperadores revelan con frecuencia su iconografía personal. Durante la primera parte del gobierno de Constantino, las representaciones de Marte y posteriormente de Apolo aparecen de forma constante en el reverso de las monedas. Tras la ruptura con Maximiano, un viejo colega de su padre Constancio I en 309-310, Constantino comenzó a reclamar su legitima descendencia del emperador del siglo iii Claudio Gótico, el héroe de la batalla de Naissus (septiembre de 268). La Historia Augusta del siglo iv dice que Claudio Gótico y Quintilo tienen otro hermano llamado Crispo y, a través de él, una sobrina, Claudia, quien se casó con Eutropio y fue madre de Constancio Cloro, padre de Constantino. Sin embargo, los historiadores sospechan que todo pueda formar parte de una «fabricación genealógica» para favorecer a Constantino.
Los emperadores retrataron al Sol Invictus en su moneda oficial, con una amplia gama de leyendas, solo algunas de las cuales incorporaron el epíteto invictus, como la leyenda SOLI INVICTO COMITI, reclamando al Sol no conquistado como un compañero del Emperador, utilizado con particular frecuencia por Constantino. La descripción representa a Apolo con un halo solar al modo del dios griego Helios y con el mundo en sus manos. En 320, el mismo Constantino aparece con un halo. También existen monedas mostrando a Apolo conduciendo el carro del sol sobre un escudo que Constantino sostiene y en otras de 312 se muestra el símbolo cristiano del crismón sobre la armadura de Constantino. La moneda oficial de Constantino continúa llevando imágenes del sol hasta el año 325/6.
Los grandes ojos abiertos y fijos son una constante en la iconografía de Constantino, aunque no era un símbolo específicamente cristiano. Esta iconografía muestra cómo las imágenes oficiales cambiaban desde las convenciones imperiales de los retratos realistas hacia representaciones más esquemáticas: el emperador como emperador, no simplemente como Constantino, con su amplia y característica barbilla. Esos grandes ojos abiertos y fijos se harían aún más grandes a medida que progresara el siglo iv.
Cabeza de bronce de Constantino I (Museos Capitolinos)
Además de haber sido llamado honoríficamente «El Grande» por los historiadores cristianos tras su muerte, Constantino podía presumir de dicho título por sus éxitos militares. Además de reunificar el imperio bajo un solo emperador, también consiguió importantes victorias sobre los francos y los alamanes (306-308), de nuevo sobre los francos (313-314), los visigodos en 332 y sobre los sármatas en 334. De hecho, hacia 336, Constantino había recuperado la mayor parte de la provincia de Dacia, perdida durante largo tiempo y que Aureliano se había visto forzado a abandonar en 271. Por ello, Constantino tomó el título de Dacicus maximus en 336
En los últimos años de su vida, Constantino planeaba una gran expedición para poner fin a la rapiña de las provincias del este por parte del Imperio sasánida,40 pero la campaña fue anulada cuando Constantino enfermó en la primavera de 337, muriendo poco después.41
Fue sucedido en el Imperio por los tres hijos de su matrimonio con Fausta: Constantino II, Constante y Constancio II, quienes se aseguraron su posición mediante el asesinato de cierto número de partidarios de Constantino. También nombró césares a sus sobrinos Dalmacio y Anibaliano. El proyecto de Constantino de reparto del Imperio era exclusivamente administrativo. El mayor de sus hijos, Constantino II, sería el destinado a mantener a los otros tres supeditados a su voluntad. El último miembro de la dinastía fue su yerno Juliano, quien trató de restaurar el paganismo.
En sus últimos años, los hechos históricos se mezclan con la leyenda. Se consideraba inapropiado que Constantino hubiese sido bautizado sólo en su lecho de muerte y por un obispo de dudosa ortodoxia (se dice que Eusebio de Nicomedia era arriano), y de este hecho parte una leyenda según la cual el papa Silvestre I (314-335) habría curado al emperador pagano de la lepra. También según esta leyenda, Constantino habría sido bautizado tras haber financiado la construcción de una iglesia en el Palacio de Letrán. En el siglo viii, probablemente durante el pontificado del papa Esteban II (752–757), aparece por primera vez un falso documento conocido como «Donación de Constantino», en el cual un recientemente convertido Constantino entrega el gobierno temporal sobre Roma, Italia y el occidente al papa. En la Alta Edad Media, este documento se usó para aceptar las bases del poder temporal del papa de Roma, aunque fue denunciado como apócrifo por el emperador Otón III, y mostrado como la raíz de la decadencia de los papas por el poeta Dante Alighieri. En el siglo xv el experto filólogo y humanista Lorenzo Valla demostró la falsedad del documento.
Visión de Constantino y la Batalla del Puente Milvio en un manuscrito bizantino del siglo ix.
Durante el reinado del Emperador romano Constantino el Grande (306-337 d. C.), el cristianismo comenzó a convertirse en la religión dominante del Imperio Romano. Los historiadores siguen sin estar seguros de las razones de Constantino para favorecer el cristianismo, y los teólogos e historiadores han discutido a menudo sobre qué forma de Cristianismo primitivo suscribía. No hay consenso entre los eruditos sobre si adoptó el cristianismo de su madre Helena en su juventud o, como afirma Eusebio de Cesarea, la animó a convertirse a la fe que él había adoptado.
Constantino gobernó el Imperio Romano como emperador único durante gran parte de su reinado. Algunos estudiosos alegan que su principal objetivo era conseguir la aprobación unánime y la sumisión a su autoridad de todos los estamentos, por lo que eligió el cristianismo para llevar a cabo su propaganda política, creyendo que era la religión más apropiada que podía encajar con el culto imperial. A pesar de todo, bajo la dinastía constantiniana el cristianismo se expandió por todo el imperio, iniciando la era de la religión estatal del Imperio romano. Si Constantino se convirtió al cristianismo sinceramente o permaneció leal al paganismo es un materia de debate entre los historiadores. Su conversión formal en 312 es reconocida casi universalmente entre los historiadores, a pesar de que se afirmó que fue bautizado sólo en su lecho de muerte por el obispo arriano Eusebio de Nicomedia en 337; las verdaderas razones que la motivaron siguen siendo desconocidas y también son objeto de debate. Según Hans Pohlsander, profesor emérito de Historia en la Universidad de Albany, la conversión de Constantino no fue más que otro instrumento de realpolitik en sus manos destinado a servir a su interés político de mantener el imperio unido bajo su control:
El espíritu predominante del gobierno de Constantino era de conservadurismo. Su conversión al cristianismo y su apoyo al mismo produjeron menos innovaciones de las que cabría esperar; de hecho, sirvieron a un fin totalmente conservador, la preservación y continuación del Imperio.
La decisión de Constantino de cesar la persecución a cristianos en el Imperio romano fue un punto de inflexión para el cristianismo primitivo, a veces denominado el Triunfo de la Iglesia, la Paz de la Iglesia o el cambio constantiniano. En 313, Constantino y Licinio promulgaron el Edicto de Milán que despenalizaba el culto cristiano. El emperador se convirtió en un gran mecenas de la Iglesia y sentó un precedente para la posición del emperador cristiano dentro de la Iglesia y planteó las nociones de ortodoxia, cristiandad, concilios ecuménicos, y la iglesia estatal del Imperio Romano declarado por edicto en 380. Es venerado como santo e igual a los apóstoles en la Iglesia Ortodoxa Oriental, Iglesia Ortodoxa Oriental, y varias Iglesias Católicas Orientales por su ejemplo como monarca cristiano.
La primera persecución de cristianos en nombre del Imperio romano oficial de la que se tiene constancia se produjo en el año 64 d. C., cuando, según relata el historiador romano Tácito, el emperador Nerón intentó culpar a los cristianos del Gran incendio de Roma. Tácito, el emperador Nerón intentó culpar a los cristianos del Gran Incendio de Roma. Según la tradición eclesiástica, fue durante el reinado de Nerón cuando Pedro y Pablo fueron martirizados en Roma. Sin embargo, los historiadores modernos debaten si el gobierno romano distinguía entre cristianos y judíos antes de la modificación por parte de Nerva del Fiscus Judaicus en el año 96, momento a partir del cual los judíos practicantes pagaron el impuesto y los cristianos no.
Los cristianos sufrieron persecuciones esporádicas y localizadas a lo largo de dos siglos y medio. Su negativa a participar en el culto imperial se consideraba un acto de traición y, por tanto, se castigaba con la ejecución. La persecución oficial más extendida fue la llevada a cabo por Diocleciano a partir del año 303. Durante la Gran Persecución, el emperador ordenó derribar los edificios cristianos y las casas de los cristianos y recoger y quemar sus libros sagrados. Los cristianos fueron arrestados, torturados, mutilados, quemados, hambreados y condenados a gladiadores concursos para divertir a los espectadores. La Gran Persecución terminó oficialmente en abril de 311, cuando Galerio, emperador mayor de la Tetrarquía, promulgó un edicto de tolerancia que concedía a los cristianos el derecho a practicar su religión, aunque no les devolvía ninguna propiedad. Constantino, cesar en el Imperio de Occidente, y Licinio, cesar en Oriente, también fueron signatarios del edicto. Se ha especulado con que la marcha atrás de Galerio en su prolongada política de persecución cristiana ha sido atribuible a uno de estos césares o a ambos.
Es posible (pero no seguro) que la madre de Constantino, Helena, le expusiera el cristianismo. En cualquier caso, sólo se declaró cristiano después de promulgar el Edicto de Milán.
Constantino no era un joven converso. Tenía más de 40 años y era un político experimentado cuando finalmente se declaró cristiano. Había tenido tiempo de tomarle la medida a la nueva religión y a las dificultades que los emperadores habían experimentado para suprimirla. Decidió que el cristianismo era una religión adecuada para un nuevo imperio.
Escribiendo a los cristianos, Constantino dejó claro que creía que debía sus éxitos únicamente a la protección del Dios Supremo.
Múltiplo de oro de Jugate emitido por Constantino en Ticinum en 313, que muestra al emperador y al dios Sol, con Sol también representado en su cuadriga en el escudo de Constantino.
Follis emitido por Constantino en Lugdunum c.309-10, con Sol sosteniendo un globo terráqueo y portando una corona radiada. Constantino es descrito como ninguno: SOLI INVICTO COMITI, lit. 'Compañero de Sol Invictus'.
En el año 310 un panegírico, conservado en la colección Panegyrici Latini y pronunciado en Tréveris con motivo conjunto del cumpleaños de la ciudad y de la quinquennalia de Constantino, relataba una visión que al parecer tuvo el emperador mientras viajaba entre Marsella y Tréveris. El panegirista cuenta que el dios Apolo se apareció a Constantino en compañía de Victoria y juntos le regalaron tres coronas que representaban treinta años de poder. Esta visión fue quizás en un sueño experimentado por el emperador mientras practicaba incubación en el santuario de Apolo Grannus en Grand (Vosgos). Eusebio era consciente de esta visión, o informes de ella, y se refiere en su propio Panegírico de Constantino de 336 a las "coronas tricentenarias" concedidas por la mano de Dios en el cristianismo a Constantino, "aumentando el dominio de su reino por largos años".1816
Eusebio de Cesarea y otras fuentes cristianas registran que Constantino experimentó una dramática serie de acontecimientos en algún momento entre la muerte de su padre Constancio I en 306 y la Batalla del Puente Milvio el 28 de octubre de 312.16 La batalla aseguró la reclamación de Constantino al título de augustus en Occidente, que había asumido unilateralmente cuando murió su padre. Según la Vida de Constantino de Eusebio, Constantino vio una visión de "un trofeo en forma de cruz formado por luz" sobre el sol al mediodía.
El emblema de Cristo apareciéndose a Constantino, según lo imaginado por Rubens (1622). El ejército de Constantino ve un chi-rho en el cielo diurno.
Cerca de la hora del sol del mediodía, cuando el día acababa de cambiar, dijo que vio con sus propios ojos arriba en el cielo y descansando sobre el sol, un trofeo en forma de cruz formado de luz, y un texto unido a él que decía: "Por esta conquista." (τούτῳ νίκα) El asombro ante el espectáculo se apoderó tanto de él como de toda la compañía de soldados que entonces le acompañaba en una campaña que estaba llevando a cabo en algún lugar, y fueron testigos del milagro.
Las palabras griegas "Ἐν Τούτῳ Νίκα" (en este signo, vencerás) suelen traducirse en una versión latina, "in hoc signo vinces" (en este signo, vencerás). Según Eusebio, Constantino también tuvo un sueño esa misma noche. En el sueño,
el Cristo de Dios se le apareció con la señal que había aparecido en el cielo, y le instó a hacerse una copia de la señal que había aparecido en el cielo, y a usarla como protección contra los ataques del enemigo.
Escribiendo su Historia de la Iglesia poco después de 313, Eusebio no hace mención de esta historia en esa obra y no la cuenta hasta componer su biografía póstuma de Constantino décadas después. Vida de Constantino fue escrita por Eusebio después de que Constantino hubiera muerto, y Eusebio admitió que había oído la historia de Constantino mucho después de que hubiera sucedido. Lactancio, que escribió en 313-315 y unos veinte años antes de la Vida de Eusebio, tampoco menciona una visión en el cielo. En su lugar, Lactancio sólo menciona que el sueño de Constantino tuvo lugar en la víspera de la batalla culminante en el Pons Milvius a través del Tíber, con el detalle crucial de que el "signo" fue marcado en los escudos de los soldados constantinianos. Según Lactancio:
Constantine's dream in a 9th-century Byzantine manuscript
Medallón emitido por Constantino en Ticinum en 315, con chi-rho en el cresta del emperador y Rómulo y Remo y la Lupa en su escudo.
Sarcófago tardorromano con una cruz combinada y una corona chi-rho.
Constantino fue aconsejado en sueños que marcara el signo celestial de Dios en los escudos de sus soldados y luego entrara en combate. Hizo lo que se le había ordenado y, por medio de una letra X girada lateralmente, con la parte superior de la cabeza doblada (transversa X littera, summo capite circumflexo), marcó a Cristo en sus escudos (Christum in scutis notat). Armado con este signo, el ejército tomó sus armas.
Follis emitido por Constantino en Constantinopla en 337, con un chi-rho en un labarum.
No está claro a partir de estas fuentes lo que Constantino vio y lo que estaba marcado en los escudos de su ejército. La descripción de Eusebio de la visión diurna sugiere un símbolo en forma de cruz (Τ o †), mientras que la descripción de Lactancio sugiere un estaurograma (⳨), aunque también se han propuesto como interpretaciones la crux ansata (☥) o el jeroglífico egipcio ankh (𓋹). Todos estos símbolos fueron utilizados por los cristianos en los siglos III y IV. Eusebio coincide con Lactancio en que se añadió un nuevo dispositivo a los escudos de los soldados de Constantino, pero no lo relaciona con la batalla del Puente Milvio, diciendo únicamente que se marcó el "signo del trofeo salvador", pero sin especificar cuándo.2316 En algún momento después del 317, Constantino permitió a Eusebio, probablemente en el 325 o en el 335, ver un estandarte que se hizo según las instrucciones soñadas del emperador durante la guerra civil. Lo describió como:
Un alto asta bañada en oro tenía una barra transversal en forma de cruz. En el extremo superior se había fijado una corona tejida con piedras preciosas y oro. Sobre ella, dos letras, que imitaban por sus primeros caracteres el nombre de "Cristo", formaban el monograma del título del Salvador, rho intersecado en el centro por chi ... De la barra transversal, bisecada por el mástil, colgaba un paño ... Pero el poste vertical ... llevaba el retrato dorado con la cabeza y los hombros del Emperador amado por Dios, e igualmente de sus hijos.
Esta descripción posterior de Eusebio, escrita después de 324, sugiere un símbolo más elaborado que el texto anterior de Lactancio, en el que intervienen las letras griegas rho (Ρ) y chi (Χ) ligaturad como el chi rho (☧), un monograma de en griego antiguo: χριστός, romanizado: khrīstós, lit. 'anointed', en referencia a Jesús.16 Posiblemente la descripción de Eusebio se refiera a un chi-rho dentro del bucle de un ankh.| Tras la batalla y la derrota y muerte de Majencio, Constantino se convirtió en el emperador indiscutible en Occidente y realizó un adventus, una entrada ceremonial a la ciudad. Al llegar al interior de las murallas de Roma ignoró los altares a los dioses preparados en la Colina Capitolina y no llevó a cabo los sacrificios habituales para celebrar la entrada victoriosa de un general en Roma, dirigiéndose en su lugar directamente al palacio imperial. Esto se debe probablemente a que el tradicional triunfo romano, que concluía con el sacrificio a Júpiter Optimus Maximus en su templo del Capitolio, se celebraba tradicionalmente tras la victoria sobre los enemigos de Roma, y no tras la conquista de la ciudad por un pretendiente en una guerra civil. El Arco de Constantino, para el que se esculpieron con el rostro de Constantino numerosos relieves de monumentos anteriores que representaban a emperadores anteriores sacrificando a diversos dioses, no tiene una imagen de Constantino sacrificando a Júpiter, aunque se le muestra sacrificando a Apolo y a Hércules.
En 313 Constantino y Licinio anunciaron "que era apropiado que los cristianos y todos los demás tuvieran libertad para seguir el modo de religión que a cada uno le pareciera mejor", concediendo así la tolerancia a todas las religiones, incluido el cristianismo. El Edicto de Milán fue un paso más allá que el anterior Edicto de Serdica de Galerio en 311, devolviendo los bienes confiscados a la Iglesia. Este edicto convirtió al imperio en oficialmente neutral con respecto al culto religioso; ni ilegalizó las religiones tradicionales ni convirtió al cristianismo en la religión del estado, como ocurrió más tarde con el Edicto de Tesalónica del 380. No obstante, el Edicto de Milán elevó el nivel del cristianismo dentro del imperio y reafirmó la importancia del culto religioso para el bienestar del Estado. La mayoría de las personas influyentes del imperio, especialmente los altos cargos militares, no se habían convertido al cristianismo y seguían participando en las religiones tradicionales de Roma; el gobierno de Constantino mostró al menos una voluntad de apaciguar a estas facciones. La monedas romanas acuñadas hasta ocho años después de la batalla seguían llevando las imágenes de los dioses romanos. Los primeros monumentos que encargó, como el Arco de Constantino, no contenían ninguna referencia al cristianismo.
Hagia Eirene fue la primera iglesia encargada por Constantino en Constantinopla y quemada en los disturbios de Nika. La estructura actual es del siglo vi.
La ascensión de Constantino supuso un punto de inflexión para el cristianismo primitivo. Tras su victoria, Constantino asumió el papel de protector de la fe cristiana. Apoyó económicamente a la Iglesia, hizo construir varias basílicas, concedió privilegios (por ejemplo, la exención de ciertos impuestos) al clero, ascendió a cristianos a cargos de alto rango, devolvió los bienes confiscados durante la Gran Persecución de Diocleciano, y dotó a la iglesia de tierras y otras riquezas. Entre 324 y 330, Constantino construyó una nueva ciudad, Nueva Roma, en Bizancio, en el Bosporos, que se llamaría Constantinopla en su honor. A diferencia de la "vieja" Roma, la ciudad comenzó a emplear una arquitectura abiertamente cristiana, contenía iglesias dentro de las murallas y no tenía templos preexistentes de otras religiones.
Al hacer esto, sin embargo, Constantino exigió a los que no se habían convertido al cristianismo que pagaran por la nueva ciudad. Los cronistas cristianos cuentan que a Constantino le pareció necesario "enseñar a sus súbditos a renunciar a sus ritos... y acostumbrarlos a despreciar sus templos y las imágenes que contenían" Esto llevó al cierre de los templos por falta de apoyo, su riqueza fluyó al tesoro imperial; Constantino no necesitó usar la fuerza para implementar esto. Fue el cronista Teófanes quien añadió siglos más tarde que los templos "fueron aniquilados", pero los historiadores contemporáneos lo consideraron "no cierto"..
Constantino respetaba a las personas cultas, y su corte estaba compuesta por hombres mayores, respetados y honrados. A los hombres de las principales familias romanas que se negaban a convertirse al cristianismo se les negaban puestos de poder, pero aun así recibían nombramientos; incluso hasta el final de su vida, dos tercios de los altos cargos de su gobierno no eran cristianos. Las leyes de Constantino imponían y reflejaban sus actitudes cristianas. La Crucifixión fue abolida por razones de piedad cristiana, pero fue sustituida por el ahorcamiento, para demostrar la preservación de la supremacía romana. El 7 de marzo de 321, el domingo, que era sagrado para los cristianos por ser el día de la resurrección de Cristo y para el dios solar romano Sol Invictus, fue declarado día oficial de descanso. Ese día se prohibieron los mercados y se cerraron las oficinas públicas, excepto para liberar esclavos. No había, sin embargo, restricciones para realizar labores agrícolas los domingos, que era el trabajo de la gran mayoría de la población..
Algunas leyes promulgadas durante su reinado eran incluso humanas en el sentido moderno y apoyaban la tolerancia, posiblemente inspiradas por su cristianismo: un prisionero ya no debía permanecer en la oscuridad total, sino que se le debía dar el aire libre y la luz del día; a un condenado se le permitía morir en la arena, pero no se le podía marcar en su rostro "embellecido celestialmente", ya que se suponía que Dios había hecho al hombre a su imagen, sino sólo en los pies.En 325 se ordenó eliminar los juegos de gladiadores exhibidos públicamente.
Sardónice del siglo IV camafeo de Constantino coronado por la Tiche de Constantinopla del siglo IV
Múltiplo de oro de 1½ solidus emitido por Constantino en Tesalónica en 327, con Constantino mirando al cielo y un emperador acorazado portando lanza y un tropaion con cautivos atados
Cincuenta Biblias de Constantino
Según Eusebio, en 331 Constantino le había encargado que entregara cincuenta volúmenes de escrituras para las iglesias de Constantinopla, que debían estar encuadernados en cuero y ser fácilmente transportables. Sólo se sabe con certeza que existieran tres o cuatro iglesias en el reinado de Constantino, pero parece que se planearon o establecieron otras, para las que se encargaron las escrituras.41 Los volúmenes eran probablemente evangelios que contenían los Evangelios canónicos de los Cuatro Evangelistas en lugar de Biblias completas con todo el canon bíblico, que eran muy raras en la antigüedad.
Athanasius (Apol. Const. 4) registró alrededor de 340 escribas alejandrinos preparando Biblias para Constans. Poco más se sabe. Se ha especulado con la posibilidad de que esto sirviera de motivación para listas de cánones, y que el Codex Vaticanus y el Codex Sinaiticus son ejemplos de estas Biblias. Junto con la Peshitta y el Codex Alexandrinus, son las Biblias cristianas más antiguas que existen..
Según Sócrates Escolástico, Constantino encargó la construcción de la primera Iglesia de Hagia Irene en Constantinopla, en el lugar que hoy ocupa la iglesia de Justiniano del mismo nombre. Conmemoraba la paz ganada por Constantino y la victoria de Crispo sobre Licinio y Licinio II en la batalla de Crisópolis en 324; su nombre, la Iglesia de la Santa Paz (en griego antiguo: Ἁγία Εἰρήνη, romanizado: Hagía Eirḗnē, lit. 'Santa Paz') recordaba el Altar de la Paz (en latín: ara pacis) construido por Augusto, el primer emperador romano divinizado. Otras dos grandes iglesias estaban dedicadas a San Mocio y a San Acacio; ambos dignatarios habían sido supuestamente martirizados en Bizancio durante la Persecución Diocleciana. Se supone que la iglesia de San Mocio incluía partes de un antiguo templo de Zeus o Hércules, aunque es improbable que tal templo existiera en el lugar, que estaba fuera de las murallas de la ciudad constantiniana, así como de la antigua Severa. Byzantium. Según Eusebio, también se celebraban liturgias cristianas en el Mausoleo de Constantino, cuyo emplazamiento se convirtió en la Iglesia de los Santos Apóstoles; aunque Eusebio no menciona ninguna iglesia bizantina por su nombre, informa de que los lugares cristianos eran numerosos dentro de la ciudad y en sus alrededores.43 La tradición posterior atribuyó a Constantino las fundaciones en Constantinopla de la Iglesia de San Menas, la Iglesia de San Agathonicus, la Iglesia de San Miguel en la cercana Anaplous, y la Iglesia de Hagios Dynamis (en griego antiguo: Άγιος Δύναμις, romanizado: Hagíos Dynamis, lit. 'Santo Poder').
El reinado de Constantino estableció un precedente para la posición del emperador cristiano en la Iglesia. Los emperadores se consideraban responsables ante los dioses de la salud espiritual de sus súbditos, y después de Constantino tenían el deber de ayudar a la Iglesia a definir y mantener la ortodoxia. En general, la Iglesia consideraba que la definición de la doctrina era responsabilidad de los obispos; el papel del emperador era hacer cumplir la doctrina, erradicar la herejía y mantener la unidad eclesiástica.45 El emperador se aseguraba de que Dios fuera adorado correctamente en su imperio; lo que consistía en el culto correcto (ortodoxia) y las doctrinas y el dogma lo determinaba la Iglesia.
Constantino se había convertido en adorador del Dios cristiano, pero se encontró con que había muchas opiniones sobre ese culto y, de hecho, sobre quién y qué era ese Dios. En 316, se le pidió a Constantino que se pronunciara en una disputa de la secta Donatista (que comenzó negando obediencia a cualquier obispo que hubiera cedido de alguna manera a la persecución, y más tarde consideró a todos los obispos excepto a los de su propia secta como totalmente contaminados). Más significativamente, en 325 convocó el Primer Concilio de Nicea, efectivamente el primer concilio ecuménico (a menos que el Concilio de Jerusalén sea clasificado así). El Concilio de Nicea es el primer gran intento de los cristianos por definir la ortodoxia para toda la Iglesia. Hasta Nicea, todos los concilios anteriores de la Iglesia habían sido sínodos locales o regionales que afectaban sólo a porciones de la Iglesia.
Nicea se ocupó principalmente de la controversia arriano. Constantino se debatía entre el arrianismo y el trinitarismo. Tras el concilio de Nicea, y en contra de sus conclusiones, acabó sacando a Arrio del exilio y desterró a Atanasio de Alejandría a Tréveris.
Justo antes de su muerte en mayo de 337, se afirma que Constantino fue bautizado en el cristianismo. Hasta ese momento había sido catecúmeno durante la mayor parte de su vida adulta. Creía que si esperaba a bautizarse en su lecho de muerte corría menos peligro de contaminar su alma con el pecado y no llegar al cielo. Fue bautizado por su pariente lejano el obispo arriano Eusebio de Nicomedia o por el papa Silvestre I que mantienen la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa copta, el Iglesia ortodoxa de Antioquía, la Iglesia ortodoxa de Grecia, la Iglesia Ortodoxa Rusa, la Iglesia Ortodoxa Serbia, sobre por muchas otras Ortodoxa Oriental, Ortodoxa Nestoriana, y Ortodoxas Orientales. Iglesias. Durante la época de Eusebio de Nicomedia en la corte imperial, la corte oriental y los principales cargos de la Iglesia oriental estaban ocupados por arrianos o simpatizantes arrianos. Salvo un breve período de eclipse, Eusebio gozó de la total confianza tanto de Constantino como de Constancio II y fue tutor del emperador Juliano el Apóstata. Tras la muerte de Constantino, su hijo y sucesor Constancio II fue arriano, al igual que el emperador Valente.
Bautismo de Constantino de Rafael
La postura de Constantino respecto a las religiones tradicionalmente practicadas en Roma evolucionó durante su reinado. De hecho, su acuñación de monedas y otros motivos oficiales, hasta el año 325, lo habían afiliado al culto pagano de Sol Invictus. Al principio, Constantino fomentó la construcción de nuevos templos56 y toleraba sacrificios tradicionales; al final de su reinado, había empezado a ordenar el saqueo y derribo de templos romanoss.
Más allá del limes, al este del Éufrates, los gobernantes del Sasánida, perennemente en guerra con Roma, tenían por lo general tolerancia con el cristianismo. Se dice que Constantino escribió a Shapur II en 324 y le instó a proteger a los cristianos bajo su gobierno. Con el establecimiento del cristianismo como religión estatal del Imperio romano, los cristianos de Persia serían considerados aliados del antiguo enemigo de Persia. Según un relato cristiano anónimo, Shapur II escribió a sus generales:
Arrestarás a Simón, jefe de los cristianos. Lo retendréis hasta que firme este documento y consienta en recaudar para nosotros un doble impuesto y un doble tributo de los cristianos... porque nosotros los dioses63 tienen todas las pruebas de la guerra y no tienen más que reposo y placer. Habitan en nuestro territorio y están de acuerdo con César, nuestro enemigo.
Shapur IIA History of Christianity in Asia: Beginnings to 1500
Cambio constantiniano es un término utilizado por algunos teólogos e historiadores de la antigüedad para describir los aspectos y resultados políticos y teológicos del siglo IV proceso de integración por Constantino del gobierno imperial con la Iglesia que comenzó con el Primer Concilio de Nicea. El término fue popularizado por el teólogo menonita John H. Yoder. La afirmación de que alguna vez hubo un cambio constantiniano ha sido discutida; Peter Leithart sostiene que hubo un "breve y ambiguo 'momento constantiniano' en el siglo IV", pero que no hubo "ningún 'cambio constantiniano' permanente y epocal".
Predecesor:
Constancio I (Britania, Galia y Viennensis)
Severo II (Hispania)
Majencio (Italia y África)
Licinio (Oriente)
con Galerio (305-311), Majencio (306-312),
Maximino Daya (307-313) y Licinio (307-324)
Sucesor:
Constantino II, Constante y Constancio II
Predecesor:
con Maximino Daya (305-307)
Sucesor:
(en 317)
Predecesor:
junto con Maximiano Augusto, Severo Augusto y
Sucesor:
Predecesor:
junto con Majencio, Valerio Rómulo y Licinio
Sucesor:
Tacio Andrónico , Pompeyo Probo
Predecesor:
junto con Majencio (312), Licinio (312-313) y Maximino Augusto (313)
Sucesor:
Gayo Ceyonio Rufio Volusiano
Petronio Anniano
Predecesor:
Gayo Ceyonio Rufio Volusiano
Petronio Anniano
junto con Licinio
Sucesor:
Antonio Cecinio Sabino
Vetio Rufino
Predecesor:
junto con Licinio el Joven (319) y Constantino II (320)
Sucesor:
Crispo César y Constantino II (Occidente)
Licinio y Licinio el Joven (Oriente)
Predecesor:
Sexto Anicio Fausto Paulino
Valerio Próculo
junto con Constancio II
Sucesor:
Flavio Constancio
Lucio Valerio Máximo Basilio
Predecesor:
Flavio Januarino
Vettio Justo
junto con Constancio II
Sucesor:
Flavio Galicano
Aurelio Valerio Tuliano Símaco