4.1- Hologramas, 

motivación y aprendizaje

     4.1- Hologramas,  motivación y aprendizaje             

Existen múltiples estudios que relacionan el aprendizaje y el rendimiento académico con la motivación. Así, por ejemplo, Castro et al. (2010) señalan que el rendimiento académico de los estudiantes al comenzar la Educación Secundaria sufre una tendencia a disminuir debido a la falta de motivación a la hora de aprender. En el caso particular de las asignaturas de ciencias y tecnología, autores como Vázquez y Manassero (2008), alegan un claro descenso motivacional cuando los alumnos llegan a la Educación Secundaria. En cambio, para Rotgans y Schmidt (2012) aunque no se puede hablar de una relación directa y positiva entre la motivación y el rendimiento escolar, si se considera que tal relación está mediada por las estrategias de aprendizaje y los comportamientos relacionados con la adquisición de los logros. Por otro lado, Steinmayr y Spinath (2009) evidencian que más allá de la inteligencia, diferentes constructos motivacionales contribuyen a la predicción del rendimiento escolar. González-Pineda (2003) habla de esta distinción entre aspectos cognitivos, como son las aptitudes, la inteligencia, los estilos de aprendizaje y las variables motivacionales como el autoconcepto, las metas de aprendizaje o las atribuciones causales que puedan poner en marcha los mecanismos de tipo cognitivo en el sentido de las metas que se pretenden hallar.

Weiner (1986) nos señala que el comportamiento motivado depende de la expectativa en el logro de una meta y del valor que suponga esa meta, ambos determinados por atribuciones de tipo causal (variables personales) que influyen en las expectativas y en la conducta de rendimiento. Smith y Suzuki (2015) destacan además el contexto y el clima educativo (variables socioeducativas) como cruciales para el logro de la motivación. El docente ha de ser capaz de poder crear ambientes de aprendizaje adecuados en base a las características del grupo clase en el que se encuentra.

Por último, según indica Tapia (1991) existen unos principios que determinan la organización motivacional en el aula: la forma de presentar la tarea; cómo estructurarla; cómo organizar la actividad dentro del aula; el comportamiento; la forma de actuar del profesor, y; la evaluación. Si estos principios organizacionales no están bien planteados, la implicación del alumno y su motivación bajan causando finalmente un efecto negativo en el aprendizaje. 

Así pues, el uso de los hologramas abriría el abanico a una nueva forma de organización motivacional del aula y, por tanto, de aprendizaje.