El infinito
de Giacomo Leopardi
Amó siempre mi alma este collado
árido, y la cortina baja de verdor
que cierra a la mirada el salto a lo lejano.
Mas por cuanto me aquiete y que me vuelque
afuera de la nada y del silencio extraño
y la quietud tranquila, no consigo
ir más allá del fondo de mi alma.
Y al igual que oigo
el viento que murmura en esas verdes frondas,
me pongo a comparar, con la quietud que digo,
esta voz que susurra eternidad
y susurra recuerdos de otros tiempos...
y del tiempo presente, tan vivaz
y su sonar. Y de este modo en tal
inmensidad se sume el pensamiento,
y qué dulce me sabe
en un mar tan dichoso naufragar.