Escaramujo

Lo que ahora viene es de febrero 2000. Hablaba yo, me hablaba yo del rosal silvestre y de sus frutos, «cuyo rojo intenso se acendra en diciembre y cuyo aspecto, desnudo en el campo aterido, es el de una quieta hoguera, alegrísima en cuanto el sol de invierno lozanea un poco».

Los dioses condenaron al rosal silvestre,

primero, a flor menuda,

y luego compensaron la condena

con el fruto maduro, que convierte

al entero arbustal en muda hoguera

del paisaje de invierno.

*

Rosal silvestre,

¿qué dios te condenó

a una flor tan menuda?

¿Y a qué otro dios le diste compasión,

que te galardonó después

con el fruto maduro?

Dijo: "Yo te concedo

que ardas sin consumirte, muda hoguera

del paisaje de invierno".


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