[Iglesia de San Antonio el Real. Las cuatro]
En la fuente interior
no quiero ver un marco en luz de tinta,
una tarde reglada por pasos de reloj
ni un olor regicida a sangre fresca.
(La inocencia era cresta en mi cabeza,
cerco de pizarrín en el alinde de mis ojos
y hemoptisis en la palabra de mi boca
que dejaba berrendos en infante los picos de mi labio.
No quiero ver ninguna de esas ternuras arrumbadas:
es demasiada la aguanieve que entra
y el tempero imperante
por el ventano insano.
Se me aceda en el pecho
la pelicana luz de la tarde de invierno
y el olor a ruindad que trasmina mi vida de ahora.)