Iban desempedrando el Paraíso

[«Ipse inter primos correpta dura bipenni

limina prerrumpit postisque a cardine vellit

æratos; iamque excisa trabe firma cavavit

robora et ingentem lato dedit ore fenestram.

Apparet domus intus et atria longa patescunt;

apparent Priami et veterum penetralia regum.

At domus interior gemitu miseroquc tumultu

miscetur...»


Virgilio, Eneida, libro ll.]

Pasadas esas fauces pompeyanas, por el largo

pasillo ─umbrosa solería en Rocafort

y su humedad de vida de rodillas─,

avanzaba la débil claridad, casi penumbra, en que

vivían los ancianos,

avanzaba confiadamente hacia la luz del fondo

esa inocencia de animal doméstico al que llevan

sin que él lo sepa al moridero, y lo atraían

con canteros de hogaza de pan blanco

a la puerta fatal de valvas estalladas

por la luz del trasmundo.

(En el jardin de atrás era el combate

entre la luz del sol y los impactos

de árboles arrancados, y la vida inhóspita

rebozada en harina

de exultación.)


[Uno de febrero 2007.]


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