Ánima pecadenta
¡Monasterio de Oia
con los brazos abiertos frente al mar
en el amanecer!:
al mar humanizado
¿qué ceniza le impones en la frente?
"Hasta el día en que tengas que morir,
incluso ése habrás de
ganarlo con esfuerzo, sin saberlo,
desde el sueño y la víspera".
Déjame esa ceniza en el fondo de la barca.
Pónmela en el marsupio.
Espárcela por toda la
memoria de mi cuerpo,
que llegue hasta La Guardia oliendo a máxima
como el que huele a trapos miserables.
(Desde Baiona À Guarda, a pie.)