La reconquista de Plassans

Aix-en-Provence: devuélveme la libra

de corazón que te dejé hace años

igual que un cuervo necio, con engaños

laisse tomber sa proie apenas vibra

la armónica del viento entre las barbas

de sus plumas. Devuélvela. Si escarbas

otro poco, cual sueles, en mi herida,

bien verás que era carne de mi vida:

yo supe que se da la vuelta al puerto

del siglo diecinueve en una esquina

de tu alfoz, y al Carrer del Desconcierto

camino de mi infancia pueblerina:

salidas hacia el campo, hacia lo muerto,

tiendas de grano, iglesias reventadas

para hacer un garaje; lejanías

de polvo blanco y árboles fajados,

montañas con las cejas elevadas

de pura ingenuidad, fuentes cegadas...

Eso dejé, y llevé de ti resoles

en postigos cerrados; celosías

como mano en visera sobre frentes,

y, en la pila colmada de tus fuentes

consolación al ansia de mis días.

Todo te lo devuelvo. Que yo quiero

para mí los vestigios de mi ruina:

los necesito para emparedarme

en este eremitorio de rutina

que me impone la edad. Ciudad, que duermas

mejor que yo la noche de tu historia.


[En la estación de ferrocarril

(retirada del culto) de Aix.

Mañana soleada del 25 de diciembre 2007.]


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