De música francesa al español

RELATO DEL NASARDO

Para denostar la memoria de Louis-Nicolas de Clérambault, aquel francés tramposo que con el alma de la pobre gente jugaba a la pelota en una catedral.

Enchiqueraron una vez un alma

en el pozo sin fondo de la catedral,

y todas las mañanas el registro grave

ganaba levedad, dejando, en el camino

de la escala de luz que descendía,

botas, peluca, lazos de bandas en los descansillos

hialinos,

conchas, placas y condecoraciones y camisas

de innatural blancor. Llegado a estas moradas

tomaba forma y peso de papel de fumar

para tocar el alma en el etmoidcs hasta hacerla

verter lágrimas ciertas

que bajaban también como un rocío

hiriéndose las sienes en

las esquinas marmóreas del olvido.

Y allí casi la luz se arrodillaba

ante aquel fiat mihi escrito con volutas de humo

en la espiral graciosa de tiras de sudario.

Hasta que un día claro

sacó puntos de fuga por la palma de ella

(que sostenía en cuatro el

fruto de su cabeza),

llegó escorándose ligeramente

por los raíles del amanecer

al andén del morir evanescente

en miopía de las cinco y media,

y se perdió, entre un ay y un alfiler

por el paso a nivel.


[Louis-Nicolas de CLÉRAMBAULT.

Suite du duxième ton. VI: Récit du Nazard]

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