Perdón, Madonna del Pilar, si llego...

Me ha amado como se ama a los perros y a los parias

y nunca he recibido cartas credenciales,

tarjetas de visita,

esparadrapos para el raciocinio

y besos dilatados como los que da el frío:

yo por la judería de París, erguido,

llevando con cuidado

la filacteria de los elegidos.

Por él tengo el frontal endurecido

y los huesos del cráneo me suelda

el solideo de sus silogismos.

¿Sabes tú qué hay que hacer, a qué estaré obligado

cuando el frío me ha hecho de los suyos?

Escribir cartas de no hay más remedio,

no vestir al desnudo,

ver en la imagen de Notre-Dame tu cuerpo

curvado y sonriente, como cuando te hablo

te inclinas a mi lado sonriendo;

cruzar a nado la literatura,

fer señas con la mano a este lado del tiempo,

esperar tu llegada a este lado del verso.

Ven. Tengo que decirte.

(Por el filo del viento vienes a mí segura

a esta orilla en que el frío te va a hacer de los suyos,

va a hacerte de las suyas.)


Paris, rue des Rosiers, 30/ XII /'75.

Madrid, Rosales, 8/I/'76.


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