Armas de chispa

La necesidad de acompasar la mecha, es decir, de cuidar que fuese bastante larga para llegar a la cazoleta y prender fuego a la carga, hacía poco a propósito para la caballería el arcabuz de mecha. Este inconveniente desapareció con la llave de rueda inventada en 1517 por Kiefus, relojero de Nuremberg. En ella estaba remplazada la mecha por una piedra de fuego (o liga de hierro o antimonio), colocada entre las quijadas del serpentín, que tomó el nombre de pie de gato. En el fondo de la cazoleta aparecía el canto picado de una rueda de acero, ligada a un muelle por medio de una cadeneta. Con una llave que se colocaba en el eje de la rueda, se montaba ésta haciéndola girar algo menos de una vuelta. Se cebaba entonces la cazoleta y bajaba a mano el pie de gato hasta tocar la rueda. Al oprimir el disparador, quedaba ésta en libertad, y girando rápidamente contra la piedra del pie de gato, saltaban las chispas que inflamaban la pólvora de la cazoleta, y éste daba fuego a la carga. Aunque la llave de rueda aventajaba el serpentín de mecha, los inconvenientes de su mecanismo delicado, descomponerse con frecuencia y resultar el fuego más lento, y otros, hizo que sólo se adoptase para las tropas de caballerías.

Para éstas se hicieron pistolas, armas pequeñas con llave de rueda que podían manejarse con una sola mano. Su nombre parece que lo deben a la ciudad de Italia donde se construyeron las primeras.

La infantería siguió usando arcabuces y mosquetes de mecha.