Fusil

Mauser M 1871

Primer fusil de cerrojo

En 1840 apareció el primer fusil de cerrojo debido al alemán Dreyse, naciendo un arma que se haría famosa dentro y fuera de los campos de batalla, y alcanzando un grado de eficacia no igualado por otras armas de la época. Dreyse había inventado y desarrollado un sistema de percusión nuevo basado en un mecanismo llamado “llave de cubo”, nombrado así porque el mecanismo iba encerrado en un cilindro hueco. Este era sencillo, pues no tenía mas que una larga aguja percutora y un muelle, y carecía de martillo; pero lo más importante de él era que podía adaptarse perfectamente a la retrocarga. La fuerza necesaria para iniciar la cápsula fulminante la tomaba la aguja del muelle que la rodeaba, que la impulsaba hacia delante al ser liberada al accionar el gatillo o disparador.

Aunque la idea era brillante e ingeniosa presentaba una serie de dificultades prácticas considerables, como la de consumirse la carga de pólvora al quemarse directamente en la recámara sin nada que la obturara y la protegiera, a los pocos disparos se recubría de residuos que dificultaban la introducción en aquella de los cartuchos. Esto llegaba a tal grado que los soldados equipados con este fusil tenían que ayudarse para cerrar y abrir el cerrojo de una piedra, pues con la mano no resultaba fácil. La falta de obturación de la recámara hacía que escapasen de ella hacia la cara del soldado partículas incandescentes de pólvora si se disparaba con el arma en el hombro. Además la aguja, al tener que permanecer entre la carga de pólvora mientras esta se quemaba, se corroía y rompía con gran frecuencia y facilidad.

Ilustración del sistema de cerrojo del fusil DREYSE 1841

Los hermanos Máuser inician su carrera.

En la época de la aparición, desarrollo y adopción del fusil Dreyse, los hermanos Paul y Wilhelm Máuser, así como otros miembros de su familia, trabajaban en la fábrica de armas de un pequeño estado alemán, el de Württemberg, situado en la población de Oberndorf. Estos dedicaron sus esfuerzos a mejorar ese fusil coincidiendo sus trabajos con el nacimiento del cartucho metálico, que aplicaron a las armas que estaban diseñando. Otra importante mejora que aportaron fue la de hacer que el arma quedase montada y dispuesta para hacer fuego cuando se accionaba el cerrojo llevándolo hacia adelante.

Su primer prototipo, que no podían patentar por falta de recursos, fue visto por el norteamericano S. Norris, a la sazón representante de Rémington en Europa, que se entusiasmó tanto con la idea que se decidió no sólo a promocionar el arma sino hasta a financiar los trabajos de los hermanos Máuser fuera de Alemania, en Bélgica. Estos respondieron a las esperanzas en ellos puestas creando un nuevo modelo en 1867 que fue patentado el 2 de junio de 1868 y que hoy se conoce entre los coleccionistas como Máuser-Norris, del que hay poquísimos ejemplares, casi todos en museos nacionales. Desgraciadamente, el apoyo de Norris tuvo que cesar, pues éste tenía que vender el Rémington Rolling Block, lo que entraba en conflicto de intereses con su participación en el desarrollo y promoción del Máuser.

Los hermanos Máuser, faltos de apoyo económico, tuvieron que abandonar Bélgica y sus trabajos volviendo a su pueblo un tanto descorazonados, pero allí les esperaba una buena noticia. Una de sus armas, probablemente facilitada por Norris, había llegado a manos de los militares prusianos que vieron en ella un buen futuro por lo que llamaron a los investigadores, ofreciéndoles un puesto de trabajo en la fábrica de Spandau para que siguieran mejorando el arma.

En diciembre de 1871, Prusia adoptaba oficialmente el fusil Máuser en sustitución del Dreyse al considerarlo sencillo, fácil y barato de fabricar y robusto, entrando en producción a principios de 1872.

Los hermanos Paul y Wilhelm Máuser.

No obstante, era un arma primitiva, ya que sólo se le podía disparar tiro a tiro y carecía inicialmente de expulsor, por lo que el soldado que lo usaba, para poderlo cargar de nuevo, tenía que ladearlo para que cayera la vaina del cartucho.

A pesar de esto, el fusil Máuser 1871 fue un verdadero éxito, como demuestra el número de unidades vendidas a diferentes países que lo adoptaron oficialmente. Las fábricas en que se produjo fueron, además de la Máuser de Oberndorf, Spandau, Amber, Danzig y Erfurt en Alemania y Steyr en Austria. Fue adoptado como reglamentario por los ejércitos de Alemania, Turquía, Servia, China, Japón y Honduras.

Los tiempos cambian y se avanza en diferentes aspectos por lo que, a pesar de la bondad del Máuser 1871 pronto se echó en falta en él un sistema de alimentación y almacenamiento de munición de forma que se convirtiera de monotiro en arma de repetición. La cuestión no revestía ninguna dificultad técnica que no se pudiera solucionar y Máuser añadió esa opción a este modelo. El sistema elegido fue el de un depósito tubular con capacidad para ocho cartuchos y un elevador del tipo Winchester 66 que dio un excelente resultado. Fue adoptado por el ejército alemán en 1884 dándosele, por eso, la denominación de Máuser 71-84.

Con el paso del tiempo los Máuser mod. 1871-84 quedaron anticuados, pero este fabricante reaccionó inmediatamente haciendo un esfuerzo monumental en investigación y desarrollo de nuevos fusiles y cartuchos sin desfallecer en ningún momento.



En 1889 ya tenía Máuser un nuevo fusil especialmente diseñado para un cartucho propio de pequeño calibre y vaina de ranura, el 7,65 x 53 Mm. desarrollado en 1888. Esta arma y cartucho fueron probados y adoptados por el ejército belga, pero al no poder Máuser servir el pedido que se le hacía por estar cumplimentando el del ejército turco, cedió los derechos de producción a una nueva empresa que se creó con ese fin y que llegó a ser la famosa Fabrique National D'Armes de Guerre o F.N.

Por otra parte, a Máuser se le presentaba un arduo problema con el importante contrato de suministro de armamento ligero al ejército turco. En él se especificaba que si, mientras se estaba cumplimentando éste, el fabricante desarrollaba un modelo mejor y más moderno, se transferirían a éste las unidades que aún faltasen por servir. De las 500.000 unidades del pedido inicial restaban por entregar 280.000 y Máuser, haciendo honor a la honestidad que siempre le caracterizó en todas su transacciones, dio esa opción a los turcos con el modelo 1890 que era ligeramente distinto del belga del 89.

Una difícil situación política y militar

El Uruguay en el pasaje del siglo XIX al XX presentaba una situación compleja tanto en lo político como militar.

Dividido desde 1836 en dos grandes partidos políticos el Blanco o Nacionalista (nombre utilizado junto al anterior desde 1870) y el Colorado, sus conflictos habían producido numerosas guerras civiles, en los cuales se mezclaba la política internacional, apoyando a uno u otro la República Argentina y el Brasil.

En 1897 se había dado la última gran revolución del Partido Blanco o Nacional al mando del General revolucionario Aparicio Saravia, que había profundizado una sistema de reparto de Jefaturas Políticas departamentales entre ambos partidos establecido como consecuencia del fin de la Revolución “de las Lanzas” de 1872. Sin embargo, el gobierno de José Batlle y Ordoñez, electo en 1903, dentro de su política de modernización del país, buscaba centralizar la autoridad, sin dispersarla por los acuerdos previos. Esto causó un conato de revolución en el mismo año de su elección, nuevamente comandado por el General Saravia, que si bien no llegó a mayores, mostraba una confrontación que permitía avizorar una nueva guerra interna, efectivizada a partir de 1904.

En el ámbito internacional, si bien la República Argentina y el Imperio del Brasil, a partir de 1889 República del Brasil, se anulaban mutuamente en caso de que alguna quisiera posesionarse total o del territorio nacional, no dejaban de intervenir apoyando bandos y constituyendo un peligro en caso de que se decidiera una invasión efectiva.

En este marco, el Ejército de Línea o Gubernamental, en ese momento el término “Ejército Nacional” era utilizado para referirse al Ejército Revolucionario del Partido Nacional. En fin, el Ejército Gubernamental presentaba numerosas falencias dentro de un proceso de modernización que avanzaba lentamente, pero con muchos tropiezos por falta de recursos.

Creada la Escuela Militar en 1885, a cuya primera generación de egresados en 1889 pertenecía Carlos Pu Pre, existía entre la nueva oficialidad un intenso interés por subsanar las referidas falencias, al mismo tiempo que el Comando, mostraba dudas de qué camino tomar, al igual que el gobierno que debía suministrar los fondos.

Uno de los principales problemas era el tipo de arma larga orgánica que debía adoptar el Ejército, y a ello estaba enrabado el problema de municionamiento del mismo. Desde el surgimiento de las armas de repetición se había dado a nivel internacional la disputa con respecto al control de tiro, máxima efectividad tiro a tiro, o el uso masivo de fusilería aprovechando el tiro de repetición. Si bien ya para 1901 dominaba el concepto de tiro rápido, los problemas de abastecimiento uruguayos obligaban a plantear el máximo aprovechamiento de la munición.

Sin extendernos en demasía, consideremos someramente el problema tomando como base una publicación innovadora del momento formada por militares uruguayos, la revista “El Ejército Uruguayo” surgida en 1891.

Con respecto a las municiones, en un artículo de enero de 1892, un autor que no nos deja su nombre planteaba que el municionamiento de las armas presentaba graves carencias por falta de control reglamentario planteando que “...más de un diez por ciento faltarían á muchas de las condiciones de un buen cartucho de guerra...” y el resto presentan deficiencias que “...tanto

disminuyen el alcance calculado del arma, causas suficientes estas últimas para la desmoralización de la tropa y el fracaso de muchas acciones de guerra.”

Soldado de Infantería con uniforme de brin portando el fusil Remington con bayoneta de cubo. Año 1876.

En ese momento, todavía se utilizaba el fusil y carabina Remington Rolling Block monotiro calibre 11 mm. de uso exclusivo del Ejército a partir de 1876, ya anticuados y como se establecía en la misma revista “...que fue asombroso en la carabina de cazoleta, es deplorable en tiempos del triunfante Manlicher, del Mauser, del Weterli, del Lebel. Estamos como para batirnos en retirada.”

Sin embargo, el proceso de modernización y búsqueda de un arma de mayor alcance y rapidez de tiro estaba en proceso. En ese momento según el mismo artículo se había dado por hecho la compra del Manlincher pero ésta había quedado en pausa.

En ese mismo año, el 25 de octubre, en la Escuela de Artes y Oficios el inventor francés Paul Darche presentó al Ministro de Guerra y Marina el prototipo de su fusil, que permitía realizar disparos tiro a tiro o por repetición, con un cerrojo suelto y que al mover la manija hacia adelante se bloquearía, por lo cual se convertiría en un repetidor manual para carga tiro a tiro como después buscó hacer con el Máuser el Capitán Du Pre.

Sistema Máuser M 1871

Finalmente en 1894 se adquirió el fusil sistema Máuser 1871, monotiro y en origen de calibre 11 mm. modificado a munición Daudeteau 6.5 mm. , cambios realizados por acuerdo con el Ingeniero Paul Darches, representante de SFAP (Société Françaised’ Armes Portatives) de Saint Denis. El modelo resultante, Mauser-Daudeteau 1871-94 fue más conocido como Mauser Doviitis Daudeteau.

Era un arma de tiro a tiro, que permitía controlar el mismo pero no realizar repetición, la que a pesar de su modernización era ya anticuada por lo cual, y ante las protestas que causó su adopción, se sustituyó por el Máuser Español-Brasileño 1895 con peines de 5 proyectiles calibre 7 mm. Esta modificación daba rapidez de tipo, pero a su vez creaba un nuevo problema para las

autoridades militares que tenían la continua dificultad de municionamiento, el soldado, una vez que se adaptó a su uso, tendía a usar el peine de municiones rápidamente y este problema era grave.

Al mismo tiempo, se seguía manteniendo en depósitos el anterior material monotiro, el cual si no era modernizado de alguna manera resultaba inútil salvo para abastecer en caso de necesidad a las Guardias Nacionales o a unidades auxiliares creadas ante situaciones de guerra.

El municionamiento del Ejército en campaña a su vez era un problema grave por falta de recursos y mala planificación, una batalla donde se llevaba la delantera podía resultar una derrota por la falta de munición, y eso se sabía bien, había ocurrido en 1897 y siguió presente en la Campaña Militar de 1904 donde en Tupambaé y Masoller, dos batallas decisivas, el Ejército casi se ve obligado a retirarse por falta de municiones.

Analizando las campañas de 1886. 1897 y 1904, ya en 1905, el Teniente Coronel Adolfo M. Delgado expresaba: “El Ejército no tiene un reglamento que determine la forma en que debe efectuarse la reposición de municiones. No tiene tampoco, ni el personal ni el material necesarios á este objeto, pues, en este sentido, solo contaba al principio de la última campaña, con ocho o diez carros de munición de infantería, cuyo modelo, defectuoso en extremo, fue adoptado sin previo estudio técnico. Excusado decirlo, el resultado no respondió a las esperanzas del autor. Dichos carros fueron declarados inútiles o poco menos por cuantos los emplearon, hasta el punto que, según creemos, ninguno de esos carros ha vuelto a Montevideo.”

En el mismo artículo el autor establece que los ejércitos ya en campaña:

”Durante la ofensiva táctica los obstáculos fueron los siguientes: El gran Parque del grueso, estaba retirado a enorme distancia de la línea de fuego, y como ésta siempre adelantaba sobre las líneas contrarias en retirada, esa distancia nunca fue salvada efectivamente- Los pequeños parques de unidades orgánicas batallón o regimiento, tampoco eran por su parte, más aprovechados- O ignoraban las condiciones donde se encontraban los cuerpos á que pertenecían o se veían obligados a detenerse empantanados en una cañada, detenidos por una cerrillada o con caballos cansados- resultando inevitable que las tropas de ataque sólo contaban- salvo muy raras y felices excepciones- con las municiones de las cananas, para todo un día de combate.”

Considerando especialmente la segunda frase, en última instancia se contaba con las municiones de las cananas (unos 200 tiros, que podían llegar a 300 en la Infantería), esta condición hacía que se apreciara la capacidad de un fusil que permitiera ordenar el tiro y administrar en forma más mesurada esa munición, a la vez que se controlaba si el soldado cumplía la orden de uso, y esta función buscó plasmarla el invento del Capitán Du Pre.


Ilustraciones del Reglamento de Infantería del año 1898 donde se observa el uso del fusil Máuser.

1901: Tornar de repetición manual las armas monotiro anticuadas.


Carabina Máuser M 1871 sin modificar con el cargador ideado por el Teniente Du Pre.

En la revista Rojo y Blanco del 27 de octubre de 1901 aparece un artículo laudatorio de una novedad técnica que se estudiaba: “El Cargador Ejército Uruguayo”.

“Merced a la decidida afición, al estudio le las cuestiones militares y de cuanto representa algo de utilidad para la noble carrera de las armas, que viene despertándose entre los oficiales de nuestro ejército, podemos estar

orgullosos de que se haya olvidado para siempre el espíritu rutinario que informaba los actos de esa institución y ocupe hoy señalado lugar entre los ejércitos mejor preparados.

A los títulos de legítima gloria conquistados ya por nuestros militares estudiosos se puede agregar y quizás ocupe entre ellos preferente lugar, el invento del teniente primero de artille-ría Carlos Du Pré, aventajado ex alumno del Colegio Militar y hoy al servicio del Estado Mayor del Ejercito.

Desde hace más de dos años venía el teniente Du Pré persiguiendo el propósito de convertir en armas de precisión y de tiro rápido todo el armamento antiguo del ejército, que actualmente se encuentra en desuso.

Después de continuas experiencias, y venciendo con el tezón del investigador no pocas contrariedades, ha podido realizar en la semana última los primeros ensayos de su aparato cargador que él llama «Ejército Uruguayo». Las notas gráficas que presentamos del invento del señor Du Pré nos eximen de entrar en detalles técnicos del aparato, los que por razones fáciles de comprender, no ha podido suministrarnos el inventor.

Nos es dable, sin embargo, constatar las numerosas ventajas del cargador

en el empleo del armamento antiguo, pues no sólo resuelve la disciplina del fuego, pudiendo el oficial controlar el número de tiros que emplea el soldado, por su colocación instantánea y su visibilidad sobre el fusil, sino que facilita la puntería, permite llevar el número de balas que se desee y hace adquirir al arma una velocidad de tiro superior en un 50 0 o al Mauser belga y á cualquiera de los fusiles más perfeccionados que se usan en los ejércitos europeos. El peso de tan ventajoso aparato es apenas de 120 gramos y aun espera el señor Du Pré reducirlo más, suprimiendo algunas piezas que no son indispensables. En breve se realizarán las pruebas definitivas ante una comisión de jefes y oficia-les y después el teniente Du Pré cederá desinteresadamente su invento al Superior Gobierno.

Es justo consignar aquí que el primer aparato de ensayos fué construido

por el señor Carlos Paganini, mecánico de Las Piedra”.

Este proyecto, con un cargador liviano, aparentemente actuaba por gravedad colocándose en la parte superior del arma, como veremos fue tratado por el gobierno y visto positivamente, pero finalmente no se aplicó.

1903: El sistema de selección de tiro y sus pruebas

En 1903 y en la Revista Militar y Naval siguiente al que hemos transcrito al comienzo, se cumplió con la promesa hecha, y se publicó un artículo detallado con respecto, sin contar, con los fotograbados prometidos, al menos en el ejemplar consultado.

La descripción, por lo demás es detallada y permite hacernos una idea del mecanismo:

“Consiste en una placa de acero de un milímetro de espesor, ocho centímetros de largo y dos de ancho, que se aplica al costado izquierdo contra la caja del fusil, por medio de un perno que le permite girar para colocarse pegada a dicha caja o perpendicular al caño del fusil. Dicho perno se

aloja en un extremo de la placa y en una abertura circular y su parte inferior se atornilla a la caja a una distancia que permita al otro extremo de la placa colocarse próximamente a la mitad del muelle elevador de cartuchos.

Este extremo de la placa llega a un tope en forma de bisel que entra en un agujero que atraviesa la caja y el caño y que una vez colocados los cinco cartuchos en el almacén, oprime la parte superior del

39cartucho que queda arriba y permite el abrir y cerrar de la recámara sin que el cerrojo empuje ningún cartucho. En estas condiciones, el arma queda siempre con el depósito cargado y puede utilizarse para el tiro sucesivo lento sin tocar a los cartuchos del almacén como en el Medfort-Lee.

Para utilizar dicho dispositivo, no hay más que flexar la placa haciendo salir el perno del agujero en que se aloja y ella de por sí, y mediante un resorte colocado en el otro extremo, toma la posición perpendicular al fusil. En estas condiciones se utilizan los cinco cartuchos para el tiro rápido.

Las ventajas de dicha modificación consisten en que se evita el consumo inútil de municiones al principio del combate, pues en este caso se usará el fusil para tiro lento, es decir, con la placa caída y pegada a la caja.

Ahora, para que el soldado pueda hacer fuego rápido tiene que levantar dicha placa que se mantiene como hemos dicho perpendicularmente al cañón y como en esas condiciones es muy visible, resulta que los oficiales y clases pueden observar la clase de fuego que se ejercito, lo cual no se obtiene con el fusil tal cual es.

El acto de levantar la placa es instantáneo y su adaptación al arma no la perjudica en nada absolutamente.”

En este breve artículo, además de la descripción del selector, se resume los elementos que tornaban atractivo el mecanismo para el ámbito militar uruguayo y que ya hemos referido en forma general: ahorro de municiones con posibilidades de seleccionar el momento de concentrar el fuego y posibilidad de controlar al soldado para evitar que actúe fuera de la estrategia general de tiro.

Como hemos establecido el artículo anterior no presenta fotografías, pero la descripción nos permite hacernos una clara imagen del sistema, que básicamente traba la posibilidad de repetición permitiendo insertar los cartuchos individualmente sin afectar el peine de 5 proyectiles inserto en la caja del arma, que se podía utilizar cuando fuera necesario.

Incluso por las fotografías del modelo de 1901, podemos considerar que este desarrollo tomó como base el anterior, desarrollando una placa que adosada al fusil y carabina convirtiera, al revés que en el caso previo, el arma en monotiro, anulando la repetición.

Historia posterior

A pesar de los buenos augurios de las pruebas y su recepción pública, finalmente ninguno de los proyectos fructificó, siendo en los hechos olvidados.

En el Mensaje del Presidente de la República Don Juan Lindonfo Cuestas a la Asamblea General en 1902 se establecía entre las innovaciones para el Ejército que: “Se sabe que en nuestro Parque existe gran cantidad de fusiles de diversos sistemas, distintos al que usa el Ejército de Línea, pues aquellos son de un solo tiro y éste es de repetición.

Para utilizar ese valioso material de armamento portátil, convirtiéndolos en armas de repetición o tiro rápido, el teniente don Carlos Du Pré ha confeccionado un pequeño aparato, un cargador denominado “Ejército Uruguayo” que, adaptándose al fusil de un solo tiro, lo transforma ápoca costa en un arma moderna, de fácil manejo e indiscutibles ventajas.

Una comisión pericial designada por el Gobierno ha examinado el invento del teniente Du Pré, y después de muchos ensayos y experimentos ha constatado su conveniencia, aconsejando su adopción.”

Nada se ha localizado si se concretó el proyecto en alguna medida y en el Mensaje del Presidente Cuestas de 1903 no se menciona el tema.

Si buscamos en el legajo de este oficial, conservado en el Archivo del Departamento de Estudios Históricos del Estado Mayor del Ejército, no se menciona el mecanismo ni sus pruebas, al mismo tiempo, en la breve biografía que aparece publicada en “Uruguayos Contemporáneos” de 1918 de Arturo Scarone, en el año del fallecimiento del militar, no se hace referencia a este tema.

Posiblemente el comienzo de la Campaña Militar de 1904, en enero de ese año, última gran revolución del General Aparicio Saravia, impidió que se siguiera con el proyecto ante las necesidades del momento. A su vez, pasado el hecho, con la victoria del gobierno con la paz de Aceguá que terminaba con el dominio de algunas Jefaturas Políticas departamentales por el Partido Nacional y la desaparición física del General revolucionario, quien se había mostrado como una figura de primer orden para cualquier intento armado opositor, se consideró acabado en los hechos el peligro de una revolución a corto plazo.

También podemos considerar que el planteo se tornó obsoleto al crecer la importancia de la rapidez de tiro frente a un tiro controlado que se desarrollaba a comienzos del siglo XX como doctrina militar dominante a nivel global que en años posteriores produjo un armamento mucho más mortífero. Si bien se compró por parte del gobierno fusiles y carabinas Remington sistema Rolling block monotiro pero modernizadas en su calibre a 7 mm. en 1903, estas se distribuyeron entre las Guardias Nacionales considerando que el personal de éstas no estaba suficientemente entrenada para no malgastar municiones con las de repetición manual.

A pesar de lo expresado, este intento muestra la búsqueda de profundizar en la profesionalización del Ejército Nacional, que se daba por las nuevas generaciones egresadas de la Escuela Militar, estandarizando y optimizando los recursos con el fin de mejorar la capacidad de defensa nacional contando con escasos recursos.

José María Olivero Orecchia.

Bibliografía
Tomado parcialmente de ENTRE LA NECESIDAD Y LA INNOVACIÓN LOS OLVIDADOS MECANISMOS PARA FUSIL CREADO POR EL CAPITÁN CARLOS DU PRÉ EN 1901 Y 1903 Cap. (Eq.) Mag. José María Olivero Orecchia. - Boletín Histórico del Ejército Uruguayo - Nro. 356.

Datos biográficos del autor.

José María Olivero Oecchia: Licenciado en Historia (UdelaR) y Magister en Historia (Universidad de Montevideo), profesor de Historia Militar y Conflictos Armados (IMES) y profesor Militar (IMES). Jefe de la División Historia del Depto. de Estudios Históricos del Estado Mayor del Ejército. Miembro correspondiente del IHMA. Ha participado de diferentes conferencias y seminarios sobre museología, conservación e historia militar. Autor de numerosos artículos así como diferentes libros sobre historia uruguaya, entre ellos “Campaña Militar de 1897” y “Del Portulano a la Carta esférica: Cartografía y Navegación”. En el año 2011 en co autoría el premio de ensayo histórico “200 años del Ejército Nacional” y el premio Ensayo Histórico Literario 1811 +200 de El País con el ensayo “Artigas Esquivo, una nación en busca de un héroe” publicado en 2012.

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